A los pocos días de producirse el devastador terremoto, Unicef y organizaciones no gubernamentales alertaron del posible tráfico de niños en ese escenario de caos y crisis humanitaria. Al menos 15 menores no acompañados desaparecieron de un hospital en los primeros días del terremoto.
«Sospechamos que han sido secuestrados por redes de trata a través de Santo Domingo», declaró en aquel momento el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia. «Cuando ocurre una catástrofe, las redes tratan de aprovecharse de la fragilidad del Estado y de los sistemas de control. Tuvimos el mismo problema con el tsunami que golpeó Asia en 2004. Esas redes se activan apenas ocurre una catástrofe y aprovechan la debilidad de la coordinación de los responsables en el terreno para secuestrar niños y sacarlos del país», manifestó.
Diez ciudadanos estadounidenses fueron detenidos cuando pretendían sacar de Haití a 33 menores. Según Unicef, antes del terremoto, cada año cerca de 2.000 niños «eran sacados ilegalmente del país. La mayoría sufrían situaciones de abusos sexuales y explotación laboral o eran dados en adopciones ilegales. El destino más frecuente era Estados Unidos».
En aquel contexto, GARA se adentró en «la cara y la cruz» de la adopción internacional, en las legislaciones y limitaciones que imponen a la adopción internacional varios países, entre ellos Colombia, China, Etiopía y Rusia. Este último prohibió las adopciones por parte de ciudadanos estadounidenses en virtud de la Ley Dima Yakovlev de 2012, que lleva el nombre de un niño ruso que murió por negligencia poco después de ser adoptado por una familia estadounidense.
El reportaje –cuyos PDF se adjuntan en la pieza– incluyó una entrevista con Xabier Etxaniz, autor del libro 'Ekialdetik iritsi zen Enara' sobre el proceso de adopción en China de su hija Enara y del significado de la palabra adopción.