Aquello del coronavirus había estado sonando lejano, algo de China, aunque veíamos que cada vez lo teníamos mas cerca, porque ya había creado problemas en Italia. Pero el 28 de febrero de 2020 se dio noticia de los dos primeros positivos en Hego Euskal Herria. Uno en Araba y otro en Gipuzkoa. Al día siguiente, 29 de febrero, se daba cuenta del primer caso en Nafarroa y de un segundo paciente afectado en Gasteiz. Las autoridades sanitarias trataban todavía de tranquilizar a la ciudadanía hablando de casos importados, todavía no muy graves. No sabíamos la que se nos venía encima. Ni la sociedad ni los responsables de la sanidad. Era lo nunca visto, al menos en esta parte del mundo.
Y pronto supimos que quizá por este mismo desconocimiento las cosas no empezaron bien. En cuatro días, el Hospital de Txagorritxu se había convertido en el principal foco de infección de coronavirus en Euskal Herria, y la primera persona a la que se le detectó, una médico del centro, había avisado a sus superiores cuatro días antes de que le hicieran las pruebas correspondientes. Lo denunció ELA, que sostuvo que habían fallado todos los protocolos.
A pesar del aviso de la trabajadora, indicando que sus síntomas podían ser los del coronavirus, en el Hospital de Txagorritxu no se le hizo ninguna prueba durante cuatro días ni se activo ningún protocolo en el centro hospitalario gasteiztarra hasta ese mismo día en el que se informó públicamente.
Según detallaron desde ELA y lo recogió Iker Bizkarguenaga, la «paciente 0» en Gasteiz había tenido los primeros síntomas el día 17, pero no les dio mayor importancia. Sin embargo, una semana después sí pensó que podría tratarse de la enfermedad covid-19, dando cuenta de ello, sin que nadie tomara medidas.
Estamos hablando del lunes 2 de marzo, cuando el virus ya estaba extendido, con Italia como núcleo principal en Europa. A preguntas de este diario, el Departamento de Salud no quiso hacer comentarios.
Al día siguiente, 3 de marzo, la consejera Nekane Murga rechazó que esto fuera así, afirmando que la facultativa se encontraba de baja los días anteriores a hacerse la prueba, y que esta le fue realizada a pesar de que su caso no estaba incluido entre los que, según el protocolo, requieren hacer pruebas diagnósticas de covid-19. Una vez más, la responsable de Salud del Gobierno de Lakua, tratando de dar una imagen de diligencia, no hacía sino confirmar que el protocolo que tenían activado no era del todo útil.
Arzalluz murió el 28 de febrero de 2019
El 28 de febrero de 2019 murió a los 86 años de edad Xabier Arzalluz, que había sido presidente del EBB durante dos etapas, entre 1980 y 1984, y tras la escisión, entre 1987 y 2004. Político de raza y de fuerte carácter, no dejó indiferente a nadie fuera de su partido, pero, lo que es más llamativo, tampoco dentro de las filas jeltzales.
Los principales dirigentes del PNV, incluso aquellos que habían conspirado contra él y su proyecto de futuro para el partido, pasaron por el tanatorio para despedir a su expresidente Xabier Arzalluz, cuya capilla ardiente fue visitada también por numerosos representantes de otras formaciones como EH Bildu, PSE y Podemos, e incluso por el exvicepresidente del Gobierno español Francisco Álvarez-Cascos, pero no por dirigentes actuales del PP.
Con el título de «un líder de verdad, con corbata y botas de monte», GARA y NAIZ recogieron la trayectoria del político nacido en Azkoitia el 24 de agosto de 1932, siendo el menor de siete hermanos en una familia carlista. Tras acabar la carrera de Derecho en Zaragoza, se ordenó jesuita y pidió ir a Alemania. Con 37 años dejó la orden y se casó. Se afilió al PNV en 1968 y en 1971 formó parte del EBB. Entre 1977 y 1980 fue diputado en el Congreso.
A la periodista María Antonia Iglesias le contó que «no entré en ETA porque no creía en la violencia y no compartía sus razones. Efectivamente, creía que contra el régimen militar era completamente legítimo alzarse en armas. Pero no creía que ese fuera el camino» en Europa. A su entender, además, «el Estado siempre tendrá más fuerza». «Nunca tuve la tentación de entrar en ETA, aunque no tenía objeción moral, a pesar de que ahora sea políticamente incorrecto decir eso». Explica que levantarse en armas contra la dictadura, «a mí me parecía correcto. Otra cosa es si era lo más útil».
Estos datos y artículos del director de GARA Iñaki Soto y de Martin Garitano, se pueden encontrar en esta página de NAIZ.
La muerte de Olof Palme, un crimen todavía no resuelto
En la tarde-noche del 28 de febrero 1986, el presidente de Suecia y vicepresidente de la Internacional Socialista, Olof Palme, salió del cine junto a su esposa y volvía andando a su casa cuando una persona le disparó por la espalda a quemarropa. Murió a los pocos minutos. El hecho tuvo gran trascendencia internacional.
Un año después, 'Egin' recogía que la muerte de Olof Palme seguía siendo un misterio, y así continúa todavía. Se atribuyó el atentado a la ultraderecha sueca, a sectores del PKK kurdo, a los servicios secretos de Sudáfrica –por su lucha contra el apartheid– o a la Baader-Meinhof alemana. Hubo un condenado inicialmente, un delincuente común, cuya pena fue anulada posteriormente por falta de pruebas.