Titular de portada en 'Egin' del 11 de marzo de 1980: «La opción abertzale barrió», en letras bien grandes. Debajo: «El PNV, con 25 parlamentarios, formará Gobierno. HB, con 11 escaños, segunda fuerza política vasca».
¿Por qué tanto retraso en la publicación de los datos, si las elecciones habían tenido lugar el domingo 9? Probablemente porque era la primera vez que se celebraban comicios al Parlamento de Gasteiz y, no vamos a negarlo, aquellos eran otros tiempos y la prensa en papel tenía otros ritmos. Nada que ver con los actuales.
Estamos en el lunes 10 de marzo de aquel 1980, cuando las formaciones políticas vascas hacen su lectura de unos resultados electorales sorprendentes que el periódico de Hernani publica profusamente: «Información y resultados definitivos en cuadernillo central», se anuncia en la portada del diario.
Al lado, una fotografía del candidato del PNV, Carlos Garaikoetxea, quien ya es virtualmente el primer lehendakari del posfranquismo, y otra de los dirigentes de Herri Batasuna, con Telesforo Monzón y Francisco Letamendia 'Ortzi' ejerciendo de portavoces. Según reza el pie de foto: «Una silla vacía en la mesa de HB: la correspondiente a Iñaki Picabea, preso en Soria, parlamentario electo».
La jornada electoral ha transcurrido con normalidad, nos cuentan, con baja participación por el mal tiempo y algunas anécdotas, como que ni Garaikoetxea ni Monzón han podido votar porque no estaban dados de alta en el censo en Zarautz y Bergara, respectivamente.
La campaña, sin embargo, ha sido 'calentita' por las denuncias presentadas ante la autoridad electoral contra LKI, Euskadiko Ezkerra y 'Deia', por saltarse la jornada de reflexión, y, sobre todo, por los incidentes registrados la víspera. Varias detenciones en Bilbo –cinco miembros de EMK, mientras colocaban carteles contra el general Sáenz de Santamaría– pero, sobre todo, destacan los incidentes registrados en Guardia, donde jóvenes de HB son agredidos por varios concejales de UCD y un candidato al Parlamento de Gasteiz por Araba cuando pegaban carteles de la coalición.
«El nacionalismo vasco superó con éxito la prueba del domingo pasado, confirmando así lo que ya se preveía y lo que Madrid temía», leemos en 'Egin' ese día. «Se ha registrado un notorio descalabro de UCD, PSOE y PC en las tres provincias, especialmente en el caso del PSOE que, desde junio del 78, pasa de 268.991 votos a 130.542; es decir, se reduce a la mitad».
El PNV se convierte así en primera fuerza, HB supera al PSOE, convirtiéndose en la primera fuerza de izquierda, y Euskadiko Ezkerra mejora anteriores votaciones. Aquel primer Parlamento de Gasteiz queda así: PNV, 25 escaños; Herri Batasuna, 11; PSE, 9; Euskadiko Ezkerra y UCD, 6 cada uno; Alianza Popular, 2; y el PCE-EPK, 1.
Por cierto que, vistas con los ojos de hoy en día, llaman la atención las palabras de Carlos Garaikoetxea en la rueda de prensa de valoración de los resultados. A la pregunta de si habrá unas posibles negociaciones con ETA, Garaikoetxea explica que «no existe ningún plan de negociación», porque no aprecia voluntad por parte de ETA, pero de todos modos, agrega, «cuando se trata de obtener la paz, ningún intento está de sobra. Aunque Madrid se escandalice de estas palabras, sabe perfectamente que Madrid ha negociado en muchas ocasiones con ETA, aunque no lo haya dicho. Prefiero no utilizar el término 'negociación' para que no se produzca un escándalo en los sectores de la derecha del país».
Salto en el tiempo: enfados y reencuentros
Saltamos al año 1998 y nos encontramos con Carlos Garaikoetxea en una coyuntura completamente distinta. El presidente de Eusko Alkartasuna –la ruptura con el PNV fue en 1986–, anuncia este 10 de marzo, en una comparecencia que tiene lugar en el Alkartetxe de Gasteiz, que encabezará de nuevo la candidatura de su partido en las próximas elecciones al Parlamento de Lakua, que tendrán lugar en octubre de ese año, pero que estos serán sus últimos comicios.
«Reconsidera su anterior decisión y cede a las presiones que ha recibido por parte de la Ejecutiva Nacional y de otras instancias del partido», leemos en 'Egin', pero «el líder de EA señaló que tras la última presentación electoral no aceptará 'retiros dorados' en entidades o empresas dependientes de las instituciones públicas y expresó su deseo de que en su partido se abra un 'proceso de renovación para la próxima legislatura'», explica Oskar Bañuelos.
Un dato esclarecedor: al día siguiente, la noticia va a tres columnas en la sección de Euskal Herria y solo aparece como una pequeña referencia en la portada de 'Egin': «Garaikoetxea acepta ser candidato por última vez», dice el titular.
La que sí es cubierta extensamente es una noticia de cultura relativa a la firma del acuerdo de colaboración entre la Fundación Oteiza y el Museo Guggenheim de Bilbo, por la que la obra de Jorge Oteiza se expondrá en la pinacoteca de Bilbo, tanto de forma permanente como con una antológica, prevista para 1999.
Es la imagen donde se constata que, por fin, se ha fumado la pipa de la paz entre dos 'enemigos', después de muchos enfados a raíz de la construcción del Museo Guggenheim en Bilbo. «José Luis Merino, el comisario de la futura muestra antológica, señaló que el detonante del cambio de opinión de Oteiza sobre el Guggenheim fue su encuentro con Gehry», cuenta Martxelo Diaz, entonces redactor de Kultura.
«'Él [Oteiza] había insultado previamente a Gehry por activa, por pasiva y perifrásticamente. Pero no quitaba un ápice la admiración que Gehry sentía por Oteiza, al que adoraba', apostilló Huarte», leemos.
El escritor Rafael Castellano, en un estupendo comentario, apostilla que «Oteiza está en el Guggenheim más por diablo que viejo».