El primer Papa latinoamericano ha insuflado nuevos aires a la Iglesia católica, llenando de esperanza a muchos sectores de la misma. También lo hicieron en Euskal Herria, aunque los cambios desde la Santa Sede tardaron en arribar a las diócesis vascas, donde obispos como el ultra José Ignacio Munilla ya son historia. La verdad es que Roma movió sus piezas pero una vez más obvió las demandas que le solicitaban las comunidades diocesanas.
Se necesitaron cinco votaciones en el Cónclave para que finalmente llegara la fumata blanca que anunciaba el 13 de marzo de 2013 que ya había relevo para Benedicto XVI, que se había convertido en el primer sucesor de Pedro en dimitir en 598 años, cuando lo hizo Gregorio XII en 1415. El hecho transcendente de la renuncia de Joseph Ratzinger, acontecido el 11 de febrero y que se hizo efectiva el 28 de febrero, dio paso a otro que, por entonces, no se llegaba a atisbar cuál iba a ser su dimensión. Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires y jesuita, era el elegido.
Aunque se le situó en el «ala progresista» del Colegio Cardenalicio, desde Argentina no pasaron por alto al ser elegido algunos episodios oscuros del pasado del 266º pontífice, como su posición tibia respecto a la dictadura militar de 1976 a 1982. A los meses, un teórico de la Teología de la Liberación, el brasileño Leonardo Boff, le consideró «el papa del tercer milenio».
En poco tiempo, el nuevo líder espiritual de 1.200 millones de fieles se convirtió en símbolo de una supuesta renovación, que no revolución, una palabra que no existe en el vocabulario de la Iglesia. «Recen por mí», insistió en un tuit al cumplir un año desde que le fuera impuesto el Anillo del Pescador.
Una de las patatas calientes del papado está siendo los abusos sexuales a menores cometidos por el clero católico
Una de las patatas calientes del papado está siendo los abusos sexuales a menores cometidos por el clero católico, por los que Bergoglio ha pedido «perdón a Dios», aunque hay voces que le acusan de encubrir algunos casos. A pesar de algunos pronunciamientos, el papel a jugar por las mujeres en la Iglesia no ha sufrido cambios y costará que lleguen.
Tibio ha sido también su posicionamiento sobre los matrimonios de parejas homosexuales, ya que el Vaticano ha aceptado la «posibilidad de bendecir» a parejas «en situación irregular» o del mismo sexo sin equipararlas al matrimonio, según un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Queda mucho camino por recorrer.
Además, Francisco no descarta su dimisión por el progresivo deterioro de su salud y ha alimentado las especulaciones en ese sentido. «La puerta está abierta, no sería una catástrofe», ha apuntado.
Consecuencias en Euskal Herria
En Euskal Herria, amplios sectores arrinconados por el auge neoconservador auspiciado por sus antecesores le pidieron gestos a los pocos meses del inicio del papado, pero a la maquinaria vaticana le costó. Antes tenían que acometer una profunda renovación en la Conferencia Episcopal Española, muy conservadora y en franca connivencia con la derecha más extrema.
Al tirón mediático de Francisco se apuntó, en enero de 2015, hasta el propio lehendakari Iñigo Urkullu que, al igual que Mariano Rajoy, por entonces presidente del Gobierno español, le invitaron a visitar Loiola y Ávila con motivo de efemérides vinculadas a San Ignacio y Santa Teresa. Estos señuelos no sedujeron a la Santa Sede, que mide al milímetro sus gestos.
Comenzaba a fraguarse el relevo en la diócesis de Gasteiz. El neoconservadurismo que creció con Karol Wojtila y Joseph Ratzinger situó en Iruñea, Bilbo y Donostia a Francisco Pérez, Mario Iceta y José Ignacio Munilla, por lo que los ilusionados por los gestos de Bergoglio confiaban que la renuncia canónica de Miguel Asurmendi el 6 de marzo de 2015, al cumplir los 75 años, abriría la puerta a cambios.
El nombramiento del nuevo prelado se oficializó el 8 de enero de 2016 y el elegido fue el sacerdote navarro Juan Carlos Elizalde Espinal. Roma optó por el caladero conservador que existe en Nafarroa en vez de elegir a un pastor en la comunidad diocesana alavesa, más abierta en lo doctrinal. En entrevista concedida a GARA, el de Mezkiritz manifestó que «tacharme como de formación conservadora es simplista».
Un primer movimiento en Bizkaia se produjo el 29 de marzo de 2018, cuando Iceta nombró a Joseba Segura como vicario general
Un primer movimiento en Bizkaia se produjo el 29 de marzo de 2018, cuando Iceta nombró a Joseba Segura como vicario general. En febrero del año siguiente, era designado obispo auxiliar. En entrevista en GARA, este referente de la Iglesia vizcaina sostuvo que «no hay dos realidades sino un amplio abanico de sensibilidades». Un año después, Mario Iceta ascendía al arzobispado de Burgos y dejaba el camino expedito a que el 11 de mayo de 2021 el Papa le eligiera prelado de Bilbo.
Unos meses más tarde, en diciembre, José Ignacio Munilla anunciaba su salida de Donostia para ser obispo de Orihuela-Alacant. En sintonía con el nuevo tiempo, Roma nombró el 31 de octubre de 2022 a su sucesor, el sacerdote claretiano y periodista Fernando Prado.
El anuncio del último relevo en Hego Euskal Herria se produjo el 9 de noviembre de 2023 al conocerse que el mercedario Florencio Roselló, vinculado a la pastoral penitenciaria, era el nuevo arzobispo de Iruñea y obispo de Tutera, en sustitución de Francisco Pérez. En la homilia de su consagración episcopal, el turolense citó a presos, pobres e inmigrantes.
Tras publicar 'Euskal Eliza. Iglesia popular vasca. Una alternativa eclesial en Euskal Herria', el cura y teólogo alavés Félix Placer sostenía en otra entrevista en este diario en mayo de 2019 que «para ser creíble la Iglesia debe responder a las necesidades urgentes de nuestro pueblo».