Hace 23 años, los senadores holandeses abrieron la puerta a la norma más avanzada del mundo en torno a la eutanasia. Así, la cámara aprobó una ley que permite a los médicos ayudar a los pacientes a morir.
El texto legalizaba una situación de hecho que venía produciéndose en Holanda desde hacía casi 30 años, con apoyo de la doctrina jurisprudencial y de los colegios de médicos. Se trataba de la culminación de un proceso que venía desde 1950, cuando ya se escucharon las primeras voces favorables a la práctica. La Administración holandesa no ha cerrado en ningún momento los ojos ante el hecho de que se practicara la eutanasia.
En los años 70, el caso de la médica de familia Truus Postma se hizo famoso tanto en Holanda como fuera del país y se considera el primer proceso por eutanasia anterior a la legislación propia. La madre de Postma, enferma terminal, había visto rechazadas sus solicitudes de ayuda para morir y en 1971 Postma le administró una dosis letal de morfina. El juez la condenó a una semana de cárcel condicional y a un año de libertad vigilada. En 1973 se fundó la Asociación Holandesa para la Eutanasia Voluntaria.
Esa primera sentencia de 1973 prácticamente absolutoria abría el camino jurídico hasta la ley actual. El siguiente paso se dio en 1984, cuando la Corte Suprema decidió no condenar a los médicos que practicaran la eutanasia si se cumplían determinados requisitos. Estas eran las cinco condiciones que se debían cumplir en esos procesos: La petición de la eutanasia debía venir únicamente del paciente y ser enteramente libre y voluntaria; dicha petición debía ser estable, bien considerada y persistente; el paciente debía experimentar sufrimientos intolerables sin perspectivas de mejora; la eutanasia debía ser el último recurso, y, por último, el médico debía consultar con un colega independiente con experiencia en este campo.
La decisión judicial de 1984 propició un incremento en el número de informes oficiales de casos de eutanasia y un simultáneo decrecimiento en el número de los relativos a suicidios. Además, los enfermos terminales a los que, tras solicitarlo, se les garantizó por parte del médico la aplicación de la eutanasia en el momento en el que ellos lo decidieran, vivieron más tiempo del pronosticado y con una mayor tranquilidad de ánimo.
Sufrimiento psíquico o moral
En 1993 tuvo lugar la reglamentación de la eutanasia en Holanda, que entró en vigor en junio de 1994. La eutanasia y la asistencia al suicidio continuaban siendo delitos tipificados en el Código penal, pero el autor de la acción no sería penado si demostraba que cumplía las condiciones requeridas. A las pocas semanas, la entrada en vigor de la reglamentación ya planteó las primeras dudas.
La Corte Suprema no condenó al psiquiatra Chabot, acusado de ayudar en el suicidio de una paciente que padecía una fuerte depresión. La paciente había solicitado explícitamente su deseo de morir y había rechazado cualquier tratamiento. Este caso provocó la primera ampliación de la reglamentación concretando que la eutanasia se podía aplicar a los enfermos que experimentasen un sufrimiento psíquico o moral, y no solo dolor físico.
La eutanasia de personas incapaces de manifestar su consentimiento o su oposición también ha creado dudas legales y éticas. Sin embargo los tribunales han terminado por admitir también la eutanasia de niños con enfermedades graves. El primer caso de este tipo es de marzo de 1993; se trató de una niña de tres días que tenía lesiones cerebrales y en la médula espinal. Como los resultados de la terapia no eran claros, los médicos decidieron no operar y, a petición de sus padres, un médico acabó con su vida mediante una dosis letal de anestésicos. Este caso promovió el desarrollo de la jurisprudencia sobre los casos de eutanasia de recién nacidos con defectos congénitos.
La eutanasia es una práctica minuciosamente controlada en Holanda, primero se despenalizó la eutanasia «en el caso de un enfermo terminal, con grandes dolores y con su consentimiento y la presencia de dos médicos que ratificasen el diagnóstico», y con posterioridad se consiguió que también se ampliara a los enfermos psíquicos.
La principal novedad que plantea la ley aprobada en 2001 es la modificación del Código Penal holandés que recoge una circunstancia eximente de responsabilidad criminal al delito de eutanasia y asistencia al suicidio. Otra es que, mientras antes era el médico el que debía probar que había cumplido las condiciones establecidas, ahora es el fiscal el que debe probar que el médico no cumplió los requisitos, antes de poder iniciar una causa legal. Se publica asimismo un nuevo «procedimiento de notificación», y se reconoce valor legal a las declaraciones de voluntad anticipada, realizadas por escrito y en las que el enfermo anticipa su decisión cuando teme poder llegar a encontrarse en condiciones de no poder ya expresarla.
Pero quizás la novedad que más se subrayó fue la regulación de las peticiones de eutanasia por parte de menores de edad: entre los 12 y 16 años inclusive se exige el consentimiento de los padres, y entre los 16 y 17 años los menores pueden decidir de manera independiente, si bien los padres deben participar en la decisión final.
En los dieciocho años de funcionamiento de la ley se han practicado 75.297 eutanasias en un país que actualmente tiene una población de 17 millones de habitantes. Un 96,2% de los enfermos que la pidieron en 2023 tenía cáncer, cardiopatías graves, esclerosis múltiple o bien otros padecimientos terminales y sin curación. Un 87,6% eran mayores de 60 años.
En 2001 el Parlamento holandés dio un paso importante con la legislación de la eutanasia y de esa manera abrió la puerta para que en otros países también se debatiera un tema totalmente transcendental, la relación entre la vida y la muerte cuando el dolor o el sufrimiento impiden vivir de manera digna y plena.