La tragedia de Hillsborough, cuando días antes la UEFA amnistiara al fútbol británico para las competiciones continentales sancionado por los sucesos de Heysel, desencadenó una serie de reacciones de todo tipo, desde el hermético Gobierno de Margaret Thatcher, que señalaba a los aficionados, hasta la prensa británica y la UEFA, que cuestionaban la seguridad del estadio.
Ante tantas conjeturas y reproches, 'Egin', desde la distancia, trató de recoger cada una de las reacciones de la mayor tragedia ocurrida en un estadio de fútbol. «[La tragedia de Hillsborough] ha dejado pequeña a aquella del estadio de Heyssel, en Bélgica, que, con sus treinta y cinco muertos, dejó fuera de las competiciones europeas a los clubes británicos. Y, de nuevo, el Liverpool se encuentra en el ojo del huracán», subrayaba en la primera página. El incidente fue el tema principal elegido en la apertura del periódico, tal y como lo hicieran la mayoría de los medios internacionales, acompañados por las fotos escalofriantes que dejó la tragedia.
Hillsborough, estadio de una capacidad de 64.000 espectadores, iba a ser escenario de la semifinal de Copa entre el equipo local, Nottingham Forest, y el Liverpool, cuando a los seis minutos de comenzar el partido centenares de aficionados «reds», sin entrada, irrumpieron en la grada provocando una avalancha que dejó un balance de 96 muertos y más de 200 heridos, algunos de extrema gravedad.
Lo fácil, en esa ocasión, fue señalar a los aficionados londinenses que, desde el 19 de mayo de 1985, cuando el estadio de Heyssel, en Bégica, fue escenario de otra tragedia –murieron 38 personas– por los sucesos ocurridos durante la final de Copa de Europa entre la Juventus y el Liverpool, estaba en el ojo de del huracán.
«Ser hincha del Liverpool fue desde entonces una etiqueta sucia; ser joven y ser aficionado al fútbol en Inglaterra fue desde que Heyssel se disfrazó de guerra una pena más de la condición humana», reza el artículo de opinión que Eneko Muñoz publicó dos días después de los hechos en la portada de Kiroldegin, subportada de la sección de deportes de 'Egin'.
No da una puntada sin hilo, y es el preludio de las páginas que le preceden. Si las primeras reacciones a la tragedia señalaban a los aficionados del Liverpool, con Margaret Thatcher dirigiendo la orquesta de ese ensañamiento –estaba decidida a utilizar este incidente para retrasar el regreso de los equipos ingleses a las competiciones continentales–, las contradicciones fueron apareciendo a medida que pasaban las horas. La edición del día 17 de 'Egin' subrayaba que «nadie asume la responsabilidad de Sheffiel», y sacaba a relucir las contradicciones entre las informaciones de la BBC y la Policía local.
«El error fue abrir las puertas»
Al día siguiente del drama, la BBC se preguntaba «¿por qué la policía había abierto uno de los accesos al estadio, permitiendo a centenares de seguidores del Liverpool, sin entrada, llegar hasta la grada y provocar una avalancha que fue mortal?». Recogía el testimonio de un taquillero del estadio, que afirmaba que la Policía abrió una de las puertas, desmintiendo la primera versión oficial, en la que afirmaban que los seguidores habían forzado la puerta.
Sin embargo, el día después de los incidentes, la Policía argumentó que tuvo que abrir la puerta «para salvar vidas y para aligerar la presión en el exterior», pero el jefe del distrito de South-Yorkshire insistía en desmentir la existencia de una relación causa-efecto entre la apertura de la puerta y los incidentes en el interior del estadio. Las propias autoridades locales aseguraron que no registraron mal comportamiento entre los hinchas de ambas escuadras, por lo que quedó descartada la hipótesis de una pelea de hooligans.
Ya para entonces en el Reino Unido se habían registrado tragedias ocasionadas por las viejunas estructuras de los estadios. 'Egin', que siempre ha ido más allá de la noticia, recopiló las mayores tragedias ocurridas en los estadios («El fútbol, una historia de tragedias») y resulta que cuatro de ellas tuvieron lugar en el Reino Unido, causadas por las deficiencias de los estadios: 25 y 66 muertos en Ibronx Park en sendos derrumbes de las tribunas en 1902 y 1971; 33 fallecidos en el Burden Park, en 1946; 52 personas murieron en Bradford en 1985 durante un partido de la tercera división, y el mismo día moría otra persona en el estadio del Aston Villa al derrumbarse una pared de una de las tribunas.
Por tanto, diversos expertos coincidieron en que la tragedia de Hillsborough no se debió a los hooligans, sino a las deficiencias de la construcción –a pesar de que el estadio había sido renovado recientemente para dejarlo conforme a las normas de seguridad impuestas por una ley de 1975– y, sobre todo, a las instalaciones de vallas metálicas donde quedaron encerrados los hinchas, sin tener una escapatoria.
Es por ello, que lo de Sheffield puso en jaque la seguridad de los estadios a nivel mundial y llevó a replantearse el diseño de las instalaciones. «Es mejor que los hinchas invadan el terreno de juego antes de quedar atrapados en estas jaulas metálicas», dijo Lawrie McMenemy, exentrenador de fútbol inglés.
Tras el drama, a raíz de varios informes se tomaron decisiones trascendentales como la eliminación de las vallas de seguridad en los estadios y de las gradas para estar de pie. En total fueron 76 recomendaciones que cambiaron para siempre el fútbol inglés y, por extensión, el del resto del continente europeo.
La mayor tragedia hasta entonces generó reacciones en todas las esferas futbolísticas, desde la UEFA, con su vicepresidente Freddy Rumo, que incidió en el error de abrir las puertas, hasta el mea culpa entonado por la federación británica. Las federaciones francesa, portuguesa y puertorriqueña mostraron su consternación, así como el seleccionador uruguayo Óscar Washington Tabárez, que recalcó la necesidad de mejorar la seguridad y la organización en los campos: «Lo ocurrido es una nueva muestra de lo que puede suceder cuando grandes cantidades de espectadores, dominados por la pasión, se ven desencadenados por no poder observar en directo un espectáculo».
Error policial
La sensación general fue de una tragedia que se pudo evitar. De hecho, aunque en 1990 el veredicto de la investigación determinó que la muerte de 96 personas fue accidental, nuevo reporte entregado a las familias en 2012 y su posterior investigación, finalizada en 2016, aseguraba que fue un error policial el que causó la tragedia en el estadio de Sheffield.
Dejó una huella incalculable que todavía retumba. Sin ir más lejos, en la final de la Champions de hace dos años, en la que se enfrentaban el Real Madrid y el Liverpool, el deficiente despliegue de seguridad y los fallos de organización generaron un caos que pudo ser letal. La investigación de la UEFA determinó que hubo negligencia policial que se tradujo en graves incidentes.
Los aficionados «reds» esperaban impacientes, con sus entradas válidas, detrás de las vallas del estadio cuando la Policía, desbordada por gente que se quiso colar, empezó a reprimir con spray pimienta, porrazos y patadas a los hinchas del Liverpool, que vieron el serio riesgo de ser víctimas de una avalancha humana, recordando lo ocurrido en Hillsborough. De hecho, habían acudido a la final de la Champions hasta 150 supervivientes de aquella tragedia de 1989 y se registraron dos suicidios de sendos seguidores del Liverpool que también sufrieron el drama de Sheffield.