La Alianza Atlántica decidió intervenir en la guerra que enfrentó en la década de los 90 las diferentes nacionalidades de los Balcanes, atacando las posiciones serbias en torno a Sarajevo en la denominada «Deliberate Force», la mayor operación militar de la historia de la Alianza Atlántica desde su creación en 1949.
Decenas de aviones aliados, destinados en bases italianas y en el portaaviones estadounidense «Roosvelt», en aguas del Adriático, y en coordinación con la artillería de las Fuerzas de Intervención Rápida desplegadas en el monte Igman, bombardearon los objetivos militares serbo-bosnios establecidos conjuntamente por la OTAN y Naciones Unidas: centros de mando militar, defensas antiaéreas, instalaciones de radar y comunicaciones, depósitos de armas y otros puntos estratégicos. Los ataque ocasionaron daños importantes y, de acuerdo con la radio serbio-bosnia, produjeron numerosas víctimas civiles.
Las fuerzas serbias, por su parte, derribaron un caza francés, al tiempo que cinco observadores de la UE –tres españoles, un irlandés y un británico– resultaban muertos cerca de Sarajevo, al parecer bajo «fuego amigo» de los cazas aliados.
El secretario general de las Naciones Unidas, Butros Ghali, aseguró que la ONU «no está en guerra» con los serbios de Bosnia, pero añadió que si persistían en sus ataques «inaceptables» contra civiles, seguiría apoyando los bombardeos aéreos aliados, e instó a los serbio-bosnios a aprovechar la iniciativa de paz de Estados Unidos.
Pese a la escalada del conflicto, el subsecretario de Estado norteamericano y mediador para la crisis yugoslava, Richard Holbrooke, conversó el mismo día en Belgrado con el presidente de Serbia, Slobodan Milosevic, y consiguió que este aceptara el plan de paz de Washington. No obstante, el líder serbobosnio Radovan Karadzic aseguró que los ataques aliados «no nos ablandarán».
Mientras tanto, el presidente de Bosnia-Herzegovina, Alia Izetbegovic, afirmó que «el mundo ha hecho lo que tendría que haber hecho hace mucho tiempo» y consideró que con la operación militar aliada «está abierta la vía para la paz». También el primer ministro de Bosnia, Haris Silajdzic, comentó que «con esta acción la OTAN recupera un poco de su credibilidad, cuya pérdida nos motivó a suspender las negociaciones de paz», para añadir que a los bombardeos debía seguir el levantamiento del embargo de armas al Ejército bosnio, con el fin de continuar el ataque contra los serbios.
Reacciones encontradas
El ataque aliado provocó dos tipos de reacción contrapuestos: por un lado, los Estados Unidos y la Unión Europea, y por otro Belgrado y Moscú. Así, el Gobierno serbio condenó la utilización de la fuerza y exigió el fin de los ataques. «La única vía para conseguir La Paz en Bosnia pasa por volver a las negociaciones», dijo el Gobierno Federal de Serbia y Montenegro.
Rusia salió en defensa de los serbios y criticó con dureza los bombardeos aliados, señalando que era «inaceptable» atacar solo a una de las partes involucradas en el conflicto.
En el lado contrario, el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, señaló que el ataque de las fuerzas aliadas constituía «la respuesta proporcional» a la última matanza ocurrida en Sarajevo. «Era algo que teníamos que hacer», dijo.
Asimismo, todos los gobiernos de la UE apoyaron incondicionalmente los ataques contra los serbios, que fueron calificados como «la consecuencia lógica», y el comisario europeo Marcelino Oreja dijo que era una acción «necesaria».
Un obús contra el mercado
El bombardeo de la OTAN tuvo como precedente la masacre acaecida un día antes junto a la entrada del mercado central de la capital bosnia, donde un obús, presumiblemente lanzado desde posiciones serbias, provocó 34 muertos y 84 heridos, muchos de ellos de gravedad.
La calle quedó sembrada de cadáveres mutilados, en una macabra repetición de la matanza de febrero de 1994, cuando otro obús mató a 68 personas a tan solo 150 metros del lugar donde cayó el último.
Tras el ataque, el primer ministro bosnio se quejó de que la OTAN no protegía a los civiles de su país, al tiempo que los serbio-bosnios rechazaban la autoría de la matanza y se la atribuían a un «típico acto de terrorismo islámico».
Nada más producirse la matanza, la OTAN dijo estar dispuesta a realizar ataques aéreos sobre objetivos en Bosnia en caso de llegar a un acuerdo con la ONU. Veinticuatro horas después llegó el bombardeo aliado contra posiciones serbo-bosnias.
Azerbaiyan se independiza de la URSS
De los Balcanes al Cáucaso, cuatro años antes, Azerbaiyán proclamaba su independencia de la URSS, convirtiéndose en la octava república independiente sobre las 15 que la integraban. La primera de ellas fue Lituania, en marzo de 1990, a la que siguieron Georgia, en abril de 1991, y en los últimos diez días anteriores a Azerbaiyan lo hicieron Letonia, Estonia, Ucrania, Bielorrusia y Moldavia.
Fue el 30 de agosto de 1991 cuando el Soviet Supremo de Azerbaiyan aprobaba por unanimidad una declaración de restablecimiento de la independencia de esa república que, desde el 28 de abril de 1920, pertenecía a la URSS.
La declaración de independencia, que se realizó a mano alzada, aseguraba que Azerbaiyan «continuará con sus relaciones de amistad» con las repúblicas de la URSS.
Previamente, el Parlamento de esa república transcaucásica levantó, también por unanimidad, el estado de emergencia que habían impuesto las autoridades centrales de Moscú en enero de 1990, cuando entraron las tropas soviéticas en la capital Baku tras los violentos progromos contra la población armenia, en los que murieron 131 personas.