1977/2024 , Urriak 3

Artefaktua

Entrevista a Jimeno Jurio, el historiador que cambió la visión de la historia navarra

Coincidiendo con el 22º aniversario de la muerte del historiador y etnógrafo navarro José María Jimeno Jurío, Artefaktua recupera hoy una entrevista publicada en 'Egin' en 1988 en la que comenta sus investigaciones históricas desde el punto de vista de las clases populares y hace un repaso de la relación de Nafarroa con el Estado español.

Jimeno Jurío inicia la segunda edición de la Korrika en Iruñea en 1982.
Jimeno Jurío inicia la segunda edición de la Korrika en Iruñea en 1982. (KORRIKA)

El 3 de octubre de 2002 moría a los 75 años el historiador y etnógrafo navarro José María Jimeno Jurío. Euskal Herria perdía a un gran investigador, a un protector de la cultura vasca. La edición de GARA del día siguiente le dedicaba seis páginas con diferentes artículos que repasaban su trabajo y dejaban en evidencia el vacío que dejaba: «Todos los sectores muestran su pesar por la pérdida del investigador y de la persona», «Nos quedamos muy solos», «Cambió la visión de la historia navarra», «Pionero en estudiar las verdaderas raíces de Nafarroa»… decían algunos de los titulares.

Coincidiendo con el 22º aniversario de su muerte, hoy recuperamos una entrevista que le hizo el periodista José Antonio Iturri y que fue publicada en 'Egin' en 1988.

En la primera parte, una visita que a los pocos días iban a realizar los reyes españoles a Iruñea da pie a Jimeno Jurío a hacer un breve recorrido histórico de Nafarroa, a decir lo que piensa de la relación de esta con el Estado español y a mostrar su apuesta por una unión con el resto de territorios históricos vascos. También muestra su inquietud por la situación del euskara, a la que llama «la lengua de los navarros».

La segunda parte se centra más en la labor de Jimeno Jurío como historiador. Hace un repaso de sus últimos trabajos de investigación y comenta sus inquietudes como «historiador heterodoxo», destacando su afán por contar la historia desde un punto de vista más popular, «sobre la gente trabajadora». También subraya la importancia de la toponimia. Jimeno Jurío se mostraba preocupado por la manera en la que se estaba trabajando en aquella época, y llamaba a una mayor coordinación entre los historiadores y arqueólogos, y a sistematizar algún tipo de metodología:

 

Jimeno Jurío: «La visita del Rey a Iruñea me recuerda los tiempos 'gloriosos' del caudillo»

José Antonio ITURRI

Cuando a José María Jimeno Jurío se le saca de su mundo de topónimos, de las denominaciones autóctonas de pueblos y parajes, de su trabajo de investigación sobre la toponimia de la Cendea de Galar, un trabajo que tiene finalizado ya y que se presentará en breve en Iruñea, y se le pregunta, a palo seco, sobre qué piensa él sobre las visitas de los reyes de España a Nafarroa a lo largo de la historia y sobre la visita prevista para mañana de los actuales monarcas españoles, pone cara de póker, se encoge de hombros e inicia una risa entre ratonil y abierta, como si le hubieran pillado robando peras.

Y al final se arranca:

La verdad es que se trata de un tema del que no me he preocupado mucho; son cosas que lees, que las archivas por ahí y de las que tengo un conocimiento muy escaso. iHombre! Recuerdo que cuando de chaval íbamos a Aralar había por allí una placa en la que se podía leer que por allí había pasado no sé si Alfonso XIl, XIII, XIV o XV (se carcajea), pero en realidad es algo que no me ha preocupado mucho.

Como simple observador y hablando de la visita regia actual, te dirė que me parece que se le está dando tanta o más importancia que a la visita de Franco cuando vino a inaugurar la nueva parroquia de San Francisco y el Monumento a los Caídos. En aquella época franquista, de dictadura, podía ser lógico. Recuerdo que se fletaron autobuses desde todos los pueblos para que pudieran venir a Pamplona a aplaudir al caudillo, etc., etc. Y ahora me da la impresión de que se va a reeditar aquella escena.

Le pregunto si ha recibido «invitación» para los actos oficiales, se ríe de nuevo, no me contesta y se engancha otra vez con el tema.

Tengo que aclarar que el hecho de que yo no le dé importancia a este tipo de visitas no significa que este tipo de visitas la tengan o la dejen de tener. Ahí están esas fotografías cuando se levantaban arcos triunfales en Pamplona para recibir este tipo de visitas, cuando los liberales estaban triunfantes y gozosos. Había finalizado la Segunda Guerra Carlista y era un momento psicológico distinto. Pero tengo la impresión de que las visitas regias a Navarra han sido de otra forma; sin tanto protocolo, más sencillas, como si vinieran a pasar unos días al balneario de Betelu, casi casi de incógnito.

Por eso no puedo menos que constatar que la visita actual me recuerda los tiempos 'gloriosos' del caudillo por las calles de Pamplona cuando vino a inaugurar la parroquia de San Francisco Javier y el Monumento a los Caídos.

¿Qué lectura política sacarías de este viaje?

Se dice por ahí que era la única comunidad autónoma, como se dice ahora, que les faltaba por visitar, pero para mí este tinglado tiene la lectura política de reforzar una opción frente a otra, aunque quizás hubiera ocurrido también lo mismo en cualquier otro momento, no sé, no sé..; no me he puesto a pensar por qué monta este viaje, se anuncia a una semana vista, si tiene algo que ver con la tregua de ETA, no lo sé, no me he puesto a pensar.

Pero lo que sí tiene claro Jimeno Jurío es que la visita de los reyes de España se produce cuando el ser de Navarra, la identidad de Navarra pasa por su peor momento.

Realmente, desde la conquista de Navarra, la navarridad, el ser de Navarra, su identidad, no había sufrido unos embates tan fuertes como hasta ahora. En las charlas sobre la conquista de Navarra y sus consecuencias dije, y lo mantengo, que la citada conquista fue el poner un torniquete en el cuello de Navarra. Y a partir de entonces se ha ido apretando ese torniquete. El mayor apretón fue con la ley de 1841 y, a partir de ese año, no se ha dejado de apretar más y más y con mucha más rapidez.

En el momento presente no sólo no ha mejorado nada sino que, al revés, ha empeorado. A nivel popular sí ha mejorado, porque existe un movimiento popular proeuskara y proidentidad vasca, que era impensable en otras épocas. Pero a nivel de instituciones y dirigentes políticos, la guerra que se está haciendo ahora no se había hecho nunca. Antes pudo haber una actitud de pasividad, de dejar morir, pero ahora es una actitud negativa, de negar y negar Se van consiguiendo cosas ante las demandas populares pero es poco para lo que haría falta para salvar unos valores históricos, también políticos, de primera magnitud.

La política del PSOE se explica por la historia; han sido siempre centralistas y españolistas al cien por cien. Tratan de hacer España por encima de las patrias pequeñas –a lo mejor consideran que otra cosa es hacer política de campanario– y tienen claro que el mantener y reavivar la personalidad de Navarra favorecería uniones con otros, que no son los aragoneses precisamente...

Jimeno Jurío continúa con su interpretación de la historia de Nafarroa... 

Hay muchos que creen que Navarra perdió la independencia con la conquista o con Amaiur en 1521, pero Navarra siguió manteniendo su independencia y bastan pocos ejemplos. Es conocida la moneda de Fernando III, rey de Navarra, o de Isabel II, coronada a primeros de 1834 como Isabel I de Navarra. Navarra seguía contando con fronteras, aduana, estaban eximidos sus ciudadanos de hacer el servicio militar, se acuñaba moneda, se tenía todo el control político y administrativo, existían unos tribunales de justicia, unos tribunales supremos donde se acababa todo, etc.

Donde realmente se pierde la independencia de Navarra es en 1839 o en 1841. Navarra queda adscrita al distrito universitario de Zaragoza, se comienza a aplicar la Ley de Municipios que regía en España y se produce una transformación radical en la identidad de Navarra.

Como ejemplo te puedo hablar de la Ley de Quintas; a partir de 1841 se comienza a aplicar en Navarra dicha ley y, durante años, los quintos que salían elegidos para hacer la mili desertaban en su mayoría y hubo motines en pueblos como Tafalla y Estella, de tal forma que la leva de quintos tenía que hacerse con el Ejercito español acuartelado para evitar esos motines… 

Jimeno Jurío explica también el golpe que recibió el euskara, la lengua de los navarros, tras los profundos cambios político-administrativos.

El euskara sufre un retroceso radical; no sólo por las guerras, sino porque acuden a Navarra maestros castellanos, aragoneses y riojanos y se inicia una persecución del vascuence en el niño a cuenta de que 'tenían' que aprender castellano. Quizás no con mala intención como pueda pensarse, sino precisamente con el ánimo de 'culturizar' a los niños. iQué iban hacer unos maestros castellanos, aragoneses...! Además, al euskara se le consideraba una lengua de los caseríos, de la gente del campo, analfabeta e incluso se tenía la conciencia de que con la erradicación del euskara se redimía a esa gente. Lo dramático fue que en Navarra no hubo gente clarividente en las instituciones, como luego con Campion y otros, que hubieran defendido y salvaguardado el euskara. Por desgracia había unas diputaciones liberales a quienes el euskara les importaba un comino y, efectivamente, el euskara se perdió casi totalmente en muchas zonas de Navarra.

Con respecto al euskara hubo más tarde unas minorías muy cualificadas, como Arturo Campion, Iturralde y Suit y otros intelectuales navarros que sí veían y vieron el problema pero que no tuvieron un reflejo a nivel popular, sino todo lo contrario. A nivel popular el euskara no era apreciado. Y te pongo un ejemplo. Cuando hice la mili tenía un compañero de Oñati que me dijo que, si se casaba y tenía hijos, éstos no aprenderían euskara porque se las pasó putas en el cuartel. Hoy el fenómeno es distinto, porque hoy existe, a nivel popular, una alta estimación por el vascuence; si se quiere como arma política, o como signo de identidad, de afirmación de la personalidad de Navarra. Pero eso también lo ven Del Burgo y los hombres de la derecha. Es mucho más fácil sentirse vasco hablando euskara que hablando castellano con acento andaluz.

Antes has hablado de que ahondar en la identidad de Navarra es algo que facilitaría la unión con «otros» que no son precisamente los aragoneses…

Efectivamente. Aunque hubiera que hacer unos planteamientos políticos muy serios, la unidad de las cuatro provincias sería beneficiosa para la propia identidad de Navarra. Habría que salvaguardar cosas, medir muy bien el sistema organizativo. Habría que plantear un estatuto interno de autonomía, parecido al de Estella o a los estatutos republicanos donde se midieran muy bien todas las competencias de todas las partes que iban a configurar esa unión. Las ventajas serían impresionantes. No sé si la gente ha leído el Estatuto que preparó la Gestora de Diputación, en la que había gente de todos los colores políticos recomendando a los navarros a votar favorablemente al estatuto único para las cuatro provincias por las innumerables ventajas de todo tipo, económicas, culturales, etc.. que reportarían a los navarros.

¿Qué valoración haces del napartarrismo?

Bueno, dentro de los que optaban por la unidad intervasca, hubo un sector que propugnaba la vasquidad de Navarra, no independientemente del resto, pero que pretendía reavivar la independencia y vasquidad de Navarra como punto de referencia y de conexión para las otras provincias alrededor de Navarra. Se basaba en la concepción histórica de que Euskal Herria alcanza una cierta conexión política en torno a los reyes de Navarra...

Con la capitalidad situada en lruñea...

Eso no lo hemos dicho nosotros ahora. Eso ya lo dijo Etxepare hace quinientos años: «Iruñea euskaldun gustion hiri buruzagia».

 

JIMENO JURÍO, UN INVESTIGADOR DE LA HISTORIA POPULAR

 

Como ya hemos dicho por ahí, José María Jimeno Jurío es, en su propia definición, un historiador heterodoxo, un historiador «a contrapelo»: sin embargo, resulta referencia obligada para cualquiera que trate de indagar en la historia de Navarra. Cuando se le pregunta por su obra no da ninguna facilidad y responde que no sabe con certeza cuántos libros ha escrito, cree que más que seis, además de más de cuarenta títulos en los folletos de Cultura Popular que editaba la Diputación y ya pierde la memoria sobre colaboraciones en revistas, artículos, trabajos de investigación.

El próximo lunes, en la sede de Euskaltzaindia en lruñea, se presentará uno de sus últimos trabajos. En concreto 'Toponimia de la Cuenca de Pamplona. Cendea de Zizur'. Pero, sin embargo, según confesó, le gusta más otro trabajo que tendría que haber aparecido en la revista 'Panorama' con el título de «Calendario festivo navarro».

Sí, es una obra que me gusta mucho. En este primer trabajo recojo todo lo relacionado con el invierno y posteriormente iré configurando el resto, que dividiré siguiendo el ciclo de las estaciones; primavera, verano y otoño. Se trata de un libro en el que recojo costumbrismo navarro.

Cuando se le habla de su trabajo de investigación y la importancia de su aportación para el conocimiento de Navarra tira balones fuera a todo trapo... 

Aquí (y aparece la sorna pueblerina otra vez), los únicos que han hecho investigación han sido los de la Universidad de Navarra. Yo estoy convencido de que apenas he hecho nada. Con esto de la investigación comencé tontamente cuando estaba de cura por ahí, aunque ya desde el seminario comencé a sentir una cierta curiosidad por algunos temas concretos e intenté dar salida a esa curiosidad, ya sabes que en los seminarios no se tienen muchos caminos... Mi primer trabajo fue sobre mi pueblo, sobre Artajona. Comencé a mirar los archivos del pueblo y de ahí salió mi primer trabajo: 'Documentos medievales artajoneses'.

Hay una sensación como si los temas en los que has buceado fueran una historia menor…

Mira, de alguna forma tienes razón. Yo siempre me he considerado un historiador heterodoxo que se ha metido en aspectos menos conocidos y sobre todo desde la óptica del pueblo. Es una manera de interpretar la historia. Yo soy de pueblo, soy hijo de labradores y he palpado con mis manos, con mi corazón y con mi alma, la vida de la clase menesterosa; y cuando la gente habla de una historia grandilocuente no tiene en cuenta todo eso. Y yo no puedo menos que decir que eso no es verdad; o por lo menos que hay otra verdad, la del pueblo.

Tengo que reconocer que mi preocupación ha ido siempre por ahí por una pura concepción personal. Sí, siempre he ido a contrapelo… Diría que siempre me ha dado la manía de la heterodoxia, de ir buscando tres pies al gato, bueno, tres no, cinco, porque buscarle tres pies al galo es sencillo; he tenido esa desgracia: el indagar la historia contemporánea y la historia medieval desde la óptica de las clases sociales.

Una temporada me dio por investigar en torno a la cuestión sexual en la Edad Media, en torno al celibato y el matrimonio. Una cosa curiosísima y que espero que algún día algún historiador iconoclasta, que no sea de la Universidad de Pamplona, estudie este aspecto concreto. Hay unos materiales riquísimos. Y sólo hay que recorrer el Fuero General y todo lo que concierne al matrimonio, a la libertad de la mujer, en torno a las barraganas, las concubinas –que las legitima–, la capacidad de la mujer de separarse del marido, etc.

Cuando se habla de la represión de la mujer hay que decir que no es tal si no se contempla en el contexto de la problemática de las clases sociales. Las reinas de Tafalla entraban en Tafalla bajo palio y a las mujeres nobles se les besaba los pies, los anillos, todo... Bueno, todo no. Otra cosa era la mujer plebeya, las mujeres trabajadoras…

¿No te ha empujado nadie a escribir una historia de Navarra desde esa óptica del pueblo?

Sí, se me ha instado bastantes veces para que escriba una historia desde un planteamiento nuevo. Pero siempre me lío con otra cosa y no sé por qué; aunque también tengo que reconocer que he comprendido la importancia trascendental que tiene la toponimia. Se nos va una cultura y sus últimos coletazos se van con los abuelos, con los viejos y hay que darse mucha prisa. El otro día tuve una experiencia impresionante que me conmovió. En el valle del Arakil estuvimos hablando con uno de los últimos vascohablantes, y cuando andábamos nombrando los pueblos de Val de Goñi, nos dijo que no se decía así, sino que el verdadero nombre era 'Goñierri'. Precisamente el día anterior, hojeando un documento de 1262, la Colección Diplomática de Teobaldo II, aparecía el nombre de 'Goñierri '. Después de setecientos años, un viejo de Arakil me repite un nombre que yo nunca habla oído y que creo que no sabía prácticamente nadie. Esto te da una medida de la importancia de este tipo de investigación. Se nos va nuestra propia cultura. 

Jimeno Jurío nos habla ahora de un proyecto que han planteado al Gobierno de Navarra…

Andamos empeñados y hemos hecho una propuesta al Gobierno de Navarra para hacer un peinado sistemático y realizar un banco de datos a fin de posibilitar el llevar a cabo un Atlas Toponomástico de toda Navarra, a través del cual se podría hacer un mapa de los dialectos.

Hay mucha gente ahora preocupada por estudiar estos aspectos de la lengua, de la arqueología, de la etnografía. Hay campos que están monopolizados, como la arqueología por parte del Museo de Navarra, pero en general hay que señalar que en Navarra, en este tipo de investigación, ha habido una anarquía y un individualismo furiosos. Cada uno ha hecho lo que ha podido por su cuenta y riesgo y muchos documentos se han perdido. Es hora de cambiar de táctica, que nos vayamos conociendo todos, empezar a coordinar todo este movimiento. Y sobre todo el poner en marcha una metodología que se considere útil y eficaz. Que no vaya la gente cogiendo piedricas por ahí. Lo importante es la metodología que hay que aplicar al trabajo y si el sistema es válido realizaremos una labor de una gran trascendencia.

Honi buruzko guztia: 2002