Txomin Ziluaga, un dirigente al lado de su gente
Hoy hace 12 años falleció Txomin Ziluaga, histórico dirigente de la izquierda abertzale, con una larga militancia que arrancó a los 17 años en pleno franquismo. Alexander Ugalde Zubiri, profesor de la UPV-EHU, recuerda su figura.
Han pasado doce años desde que falleciera en 2012 Txomin Ziluaga Arrate, que vino al mundo en 1939 en Erandio, cuando acababa la Guerra Civil en España y comenzaba la II Guerra Mundial.
Se las vio con la dictadura y con la «reforma democrática» que perpetuó gran parte de la estructura de aquella, aunque las formas cambiaran. Su vida personal y compromiso político deben ser percibidos en tales condiciones, por lo que su comportamiento fue a contracorriente.
Comenzó en la «borroka abertzale» –denominación por él usada– a los 17 años, involucrándose en las luchas en la década de los sesenta. Ello le llevó a militar y asumir responsabilidades en varias organizaciones en distintas épocas: ETA, HASI, por ser secretario general de este partido (1978-1987) participó en KAS y HB, Colectivo Santi Brouard y se implicó en Euskal Herritarrok, Batasuna y posteriores formatos de la izquierda abertzale.
Su militancia en ETA –integrante de la Oficina Política– supuso su detención en marzo de 1969, torturas en la comisaría de Bilbo, Consejo de Guerra y pena de reclusión de quince años por delitos de rebelión militar, auxilio al bandidaje y actividades subversivo-separatistas. La sentencia subrayó su «actitud rebelde» por pretender «expresarse en vascuence». Su abogado fue José Antonio Etxebarrieta, con quien tuvo una gran amistad.
Transitó por las prisiones de Basauri, Burgos, Segovia y Jaén, saliendo a la calle en 1976. Coincidió con la preparación de la fuga de Basauri (1969), Juicio de Burgos (1970) y fuga de Segovia (1976), apoyando esta desde dentro, pues le restaba poca condena.
En 1977 volvió a organizarse, tras conversar con Santi Brouard, en la convergencia entre EHAS y Eusko Sozialistak, que dio lugar al partido HASI. Participó en la constitución de Herri Batasuna. Fue diputado en el Parlamento vasco (1984-1986) y en el Congreso de los Diputados (1986-1989).
En su accionar, probablemente, la situación más difícil que vivió tuvo que ver con la crisis en la izquierda abertzale en 1987 y 1988, cuando, junto con otros militantes, fue expulsado de HASI en una infortunada resolución de contradicciones, si es que las hubo de envergadura, pues cabe refutar en gran medida la versión oficial que quedó para la posteridad. Empero, tuvo una lectura optimista de aquellos tiempos: «Yo te diría», le dijo a Pepe Rei en una entrevista, «que el balance de esos diez años ha sido muy positivo». Acerca de la crisis comentó: «Cuando los problemas son pequeños y son resueltos por malos métodos se hacen grandes (…). Cuando se pueda, ya se aclararán y reconocerán los errores mutuos que haya habido en todo esto».
Retomó a finales de los ochenta sus estudios efectuados en Sarriko, Barcelona y Madrid en los sesenta, que interrumpió con el ingreso en prisión. Se graduó y doctoró en Ciencias Políticas, siendo profesor en la UNED y UPV/EHU.
De su trayectoria caben destacar muchas cosas. Señalo algunas.
Su coherencia política e ideológica, centrada en la lucha nacional y social de Euskal Herria, lo que combinó con la solidaridad con los procesos de otros pueblos del mundo.
Dio la cara cuando las cosas venían complejas: denuncia de la represión; funerales ('Argala', 'Kirruli', Santi, Txomin Iturbe…); en las noches de bajadas electorales; cuando ante acciones duras de ETA había que salir a la palestra… ahí estuvo sin esconderse.
Fue habitual que en las movilizaciones en las que los cuerpos policiales amenazaban con intervenir, o lo hacían, enfrentara tales situaciones, lo que provocó que en varias ocasiones fuera golpeado y hospitalizado, además de encausado.
En definitiva, recuerdo a Txomin por su alto grado de compromiso político conducido con toda dignidad. Además, persona cercana en el trato. Un dirigente siempre al lado de su gente.