1977/2024 , Azaroak 25

Réquiem por el Komando Makila

25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Con ese motivo, Artefaktua le ha solicitado a nuestra colaboradora Itziar Ziga el presente artículo.

Kalejira contra la violencia machista el 4 de julio de 2024 en Iruñea.
Kalejira contra la violencia machista el 4 de julio de 2024 en Iruñea. (Jagoba MANTEROLA | FOKU)

Me habían llegado noticias sobre ellas, como un susurro, secreto, promesa. Que un colectivo feminista hubiera puesto en su sitio a los maltratadores, físicamente, concretamente, era demasiado bueno para no creerlo. Además, en mi Errenteria de los años 80. Pero si existieron, ¿por qué no nos ha llegado memoria alguna sobre ellas? Con lo pertinaces que somos con nuestras genealogías, con el impulso que hemos logrado movilizar en los últimos años contra las violencias machistas, ¿cómo hemos podido perder la pista de nuestras hermanas más aguerridas, estando además entre nosotras, en Euskal Herria? Sabía que se hacían llamar el Komando Makila, y hace unos días por fin conocí a una de ellas.

Asun nos habló de aquellos trepidantes años de insurgencia feminista, cuando en cada ciudad había una hiperactiva asamblea de mujeres. Acompañaban a desconocidas a Londres para que no abortaran solas, lo debatían todo porque todo estaba por desmontar y construir recién muerto Franco. Y entonces, en Errenteria, con toda esa potencia colectiva, decidieron que no solo iban a señalar y a denunciar el terror que los machos ejercían en los hogares. Doy fe, a la primera hostia de mi aita, al primer grito de mi ama, de mi hermana y mío, hoy hubiéramos tenido a la unidad policial contra la violencia de género en la puerta. Ahora los machos tienen que maltratar de una manera más silenciosa, pero entonces, madre mía…

Algunas de ellas eran dantzaris, de ahí las convenientes makilas. «No es que les abriésemos la cabeza», nos dijo Asun, pero los palos les servían para mostrar fuerza. Y hasta les dieron un nombre. Se envalentonaban unas a otras repitiéndose, está pegando a la mujer, tenemos que hacer algo. Los tenían vigilados hasta decidir cuando actuar, los rodeaban con sus makilas, y les advertían que si no dejaban de violentar a las mujeres, Errenteria iba a amanecer empapelada con su cara y su nombre, al lado de la palabra «maltratador». Nunca han querido que se sepa lo mal que se portan en casa, no le digas a la cara maltratador a un maltradador: doy fe. Alguno les reconoció su comportamiento sádico, y que querían dejar de dañar a sus mujeres. Asun nos contó que hacían seguimientos, y que así supieron que su intervención llegó a ser eficaz. La voz se corrió, y había mujeres que iban a pedirles ayuda. No olvidemos que en los primeros 80 ni siquiera podían divorciarse y, si escapaban de la casa de los horrores, podían quitarles a sus criaturas. Tenemos tanto que recuperar de esta historia…

Las imagino como brujas, rodeando en círculo al macho. En un mundo paralelo, llegaron a localizar a mi aita, le advirtieron de que parara. En un mundo paralelo que sí existió, muy cerca de mí, en mi casa cesaron la tortura y el miedo, y entró la luz. No me frustra que la ayuda del Komando Makila no nos alcanzara a mi familia, me alivia y me enaltece haber descubierto que existieron. Y quiero saberlo todo sobre ellas, merecemos saber todo sobre ellas: es nuestra historia, es nuestro legado, es nuestro feminismo.

Me nutro en nuestras genealogías y en la memoria acallada de toda la gente que luchó en cualquier lugar antes que yo para que el mundo sea un lugar tan habitable como excitante, estoy muy orgullosa de nuestras gestas, pero hay algo que siempre me chirría cuando se alaba al feminismo por haber logrado tantas mejoras sociales sin derramar sangre, ajena se entiende. No me gusta que nos digan, o nos digamos a nosotras mismas: buenas chicas, revolucionarias buenas. No me gusta que nos situemos ni nos sitúen excelentemente por encima de otras luchas sociales. En el binomio buenas/malas perdemos todas y gana el patriarcado.

Como si en nuestro ADN de feministas, por ser mujeres, estuviera escrito que nos defenderemos sin violencia. Algo viscosamente parecido a la programación patriarcal que nos prepara desde niñas para no defendernos. Siempre que se nos atribuye bondad, nos están llamando tontas, débiles, inferiores.

Llevamos años flipando con las Rote Zora, con las Pankhurst, con Valerie Solanas, y resulta que teníamos entre nosotras a las más prodigiosas. Gora Komando Makila!

Honi buruzko guztia: 2024