1977/2024 , Azaroak 26

Luis Núñez
Elkarrizketa
Txomin Iturbe

Entrevista a Txomin Iturbe en Argelia: «Proponer soluciones mejores de utópico no tiene nada»

Desde su refugio en Argelia tras su expulsión del Estado francés y después de haber desbaratado los planes españoles de enviarle a Ecuador, Txomin Iturbe ofreció una extensa entrevista a 'Egin'. Su autor fue el redactor-jefe de 'Egin' Luis Núñez y fue publicada tal día como hoy, en 1986. A continuación reproducimos íntegramente el contenido de aquellas páginas.

Txomin Iturbe, leyendo un ejemplar de 'Egin', en Argelia en 1986.
Txomin Iturbe, leyendo un ejemplar de 'Egin', en Argelia en 1986. (Luis NÚÑEZ | EGIN)

Nada más bajar del avión, me encuentro con los que van a llevarme sin pérdida de tiempo al lugar en que reside el que va a ser entrevistado. Bueno, de eso se trataba y a eso vamos.

La casita donde vive Txomin Iturbe es una modesta vivienda aislada rodeada de algunos árboles mediterráneos. Conforme nos vamos acercando a la puerta, se empiezan a oír los compases vertiginosos de una trikitixa de Sakabi y Egañazpi que no pega ni con cola con el contexto.

Alto, delgado, bien fabricado, 43 años, la mano grande y la cordialidad de Txomin hacen una acogida simpática y acaso un poco tímida. Las entrevistas no son desde luego el fuerte de quien la Policía española dice considerar uno de los principales dirigentes de ETA.

Su llegada a Argelia ha sido el final de una aventura peligrosa y un tanto complicada, como seguramente en los otros casos de vascos expulsados del Estado francés.

La detención de Txomin en el Estado francés se había producido en el mes de abril de este año. Conducido a la prisión de Burdeos, tiene que pasar allí poco más de dos meses, hasta mediados de julio, que es cuando el Gobierno francés le expulsa a Gabón. El primer aviso de aquel extraño viaje se lo daría la vacuna previa.

Pasa por tres tribunales franceses, el último de los cuales, el de Pau, le condena a un año de cárcel. Pero el hecho de que la Magistratura descuidase añadir la preceptiva orden de detención da pie a un recurso que le evita tres meses más de cárcel.

La vida en Gabón –país dependiente de Francia– la pasa en un apartamento vigilado por tres policias que conviven también dentro. Estando allí Txomin, las autoridades gabonesas reciben la visita del abogado Argote y del capitán Vélez de la Guardia Civil, con la pretensión de que el vasco expulsado sea trasladado al Ecuador.

Como precisamente en Ecuador se había producido hacía unos meses el «interrogatorio» de dos refugiados vascos por parte de la Policía española, Txomin presenta ante las autoridades gabonesas un proceso verbal negándose a ser trasladado a ese país en base a aquél insólito acontecimiento, que deja sorprendidas y desconcertadas a estas autoridades. El propio entrevistado, a lo largo de la charla mantenida, insistiría en agradecer a las autoridades gabonesas tanto la buena acogida deparada allí como el fiel cumplimiento de cuantos compromisos adquirieron a la llegada.

Es a primeros de setiembre cuando se produce la llegada a Argelia de Txomin Iturbe, teniendo ocasión, a los pocos días de llegar, de trasladarse a otro país distinto en que también se le ofrece asilo por razones humanitarias (país cuyo nombre prefiere no dar «por seguridad y también de cara al futuro»). Tras un breve viaje a ese tercer país, se decide finalmente por quedarse en Argelia, donde han acordado acogerle como refugiado vasco.

Nuestra entrevista se realiza en euskara. Txomin se desenvuelve con mucha más soltura en su lengua que en castellano o en francés, y razones de principio le mueven, además de eso, a concederla de esa manera. Sin embargo, y a pesar de que ha insistido en que se publique igualmente en euskara, nuestro diario ha preferido esta vez, por razones de difusión, traducirla al español y publicarla de este modo, en la confianza de que quieran comprenderlo nuestros lectores y el propio entrevistado.

Iturbe, en Argelia en 1986. (Luis NÚÑEZ | EGIN)

¿Qué tal te encuentras en Argelia?

La verdad es que estoy aquí estupendamente, la acogida y el trato por parte de las autoridades argelinas me parece muy respetuoso y muy considerado, y además me dan las necesarias facilidades para vivir, cosa que en otros países no hacen.

¿Y cuentas aquí con libertad para circular a tu aire, para recibir a los parientes, para hablar por teléfono con tus amistades vascas?

Sí, sí, aquí cuento con libertad total para moverme, para recibir a la familia, para llamar… Ya digo que estoy muy contento. Y con una moral tremenda. Porque veo que no estamos solos, que lo del internacionalismo es más que una palabra, que en la práctica es algo concreto. De todas maneras, el decir que estoy bien no significa que esté satisfecho de estar aquí, porque lo que yo más quiero es ir a Euskadi, porque es allí donde está nuestra lucha y toda nuestra vida. Así que mi mayor deseo es volver allí cuanto antes.

«Mi mayor deseo es volver cuanto antes»

Sin embargo, tu vida allí no era precisamente una vida de rosas. Has pasado cárceles, juicios, deportaciones, has sufrido atentados, has visto caer a amigos, parientes y compañeros. Sería interesante que contases los atentados que has tenido, que dan una idea de todo eso, o de parte, y que acaso los lectores no conozcan o no recuerden bien.

Bueno, yo quiero insistir en que, a pesar de todos los padecimientos con que me he tropezado en Euskadi, es allí adonde yo quiero ir. Los riesgos forman parte de la lucha y esta es imposible que dé sus frutos sin esos riesgos, unos le tocan a uno, otros a otro, eso es así, hay otros todavía peores que los que me han tocado a mí particularmente.

El primer atentado lo tuve hacia el año 75, cuando me pusieron una bomba debajo del coche, pero tuve la suerte de que la vio mi hijo mayor, que notó un bulto debajo del coche. Cuando fui a mirar, vi que efectivamente estaba empalmado a un cable y me retiré corriendo hacia la casa. En ese momento estalló la bomba, porque alguno la había activado a distancia desde los alrededores al verme, pero tuve la suerte de estar para entonces ya un poco retirado y solo me entraron dos trocitos de metralla, que luego me operaron porque uno me había entrado en el tobillo.

El hijo también tuvo que pasar unos días en el hospital y aún tiene dentro un poco de metralla, pero no le operaron porque dijeron que con la edad que tenía, que era entonces unos seis años, se le iría formando por sí mismo un sebo protector alrededor de la metralla.

Aquel mismo año tuve otro atentado en Baiona. Dos individuos se dirigieron cerca de mí a otra persona con escopetas de cañones recortados y, al ver que no era yo, se escaparon corriendo.

De allí a muy poco, encontramos una bomba debajo de otro coche que teníamos entre mi hermano y varios amigos, y yo mismo lo usaba a veces, así que no sé si la bomba iba o no precisamente por mí, pero lo cierto es que por suerte se partió el cable que la sujetaba y no estalló; avisamos a la Policía y vinieron los especialistas en desactivación.

El atentado más fuerte lo tuve hacia el año 79 en Miarritze. Me dispararon varias balas y me hirieron en el brazo y en la espalda; aún me quedan las marcas, y en la espalda sigue ahí la bala a un centímetro de la piel, porque dijeron que no hacía falta sacarla.

Al año siguiente tuve otro incidente que no se puede llamar atentado, pero que fue parecido. Estando con Antxon y con Gorostidi en la estación de Miarritze, nos disparó la Policía francesa porque creyeron que éramos quinquis, según dijeron luego, y en esa también tuve mucha suerte, porque me dio una bala en la cabeza, pero justo debajo de la piel, y a los tres centímetros volvió a salir sin dañar siquiera el hueso. Los policías se asustaron, porque salía cantidad de sangre y me curaron enseguida en el hospital.

Además, una segunda bala me entró por la espalda, con la suerte de que ya había perdido mucha fuerza al atravesar la carrocería trasera y el asiento, así que se me clavó por la espalda, pero ya sin fuerza ninguna; de lo contrario, me habría atravesado el cuerpo. También de esa herida me salió mucha sangre, pero no era nada.

Esos son los atentados que me han tocado y ya ves que he tenido mucha suerte, porque otros, con uno solo, han desaparecido. Otras veces he tenido también otros sustos y he tenido que salir corriendo y eso, pero sin más. Ahora, como he dicho antes, prefiero correr esos riesgos y estar en mi pueblo. Eso, redondo.

«A pesar de todos los padecimientos con que me he tropezado en Euskadi, es allí adonde yo quiero ir»

Para la mayoría de los lectores sería interesante dar una idea de tu vida familiar, de tus años de juventud… Vosotros, ¿cuántos hermanos sois?

Somos seis hermanos, cuatro chicos y dos chicas, y yo soy el mayor. Algunos viven con la madre en el caserío, y el padre murió hace unos cinco años.

¿No estaba enfadado contigo tu padre, por tu forma de vida?

Ni pensar, de ninguna manera, nos llevábamos muy bien.

¿Qué familia tienes tú?

Tenemos tres hijos, los tres chicos, de 16, 14 y 11 años, que han nacido allí, en Euskadi, y que viven también allí con su madre en Miarritze, y yo tengo mucha ilusión de que sigan siendo vascos, de que vivan la vida de allí, con la gente de allí y eso, que sigan viviendo como vascos.

Ya tengo relación con ellos de vez en cuando, por teléfono y también con el otro hermano que tengo refugiado, y con el resto de la familia. Luego, en caso de que mi estancia aquí se prolongase, habría que pensar en que vengan a pasar aquí las vacaciones, ya veríamos cómo, pero su vida la tienen que hacer allí, siempre que sea posible. Que luego cojan o no mi camino es cosa suya, pero tienen que vivir el calor de allí, de Euskal Herria.

¿Qué oficio tenías antes de escapar a Iparralde?

Bueno, yo soy de caserío, de un caserío que hay en el mismo Arrasate, y que se llama Etxezuri, donde viven aún mi madre, dos hermanos y una hermana, a la que eso que llaman GAL le mató el marido, Xabier Pérez de Arenaza.

Otra hermana está casada y vive en otro caserío. La escuela la hice como todo el mundo en aquel tiempo. Primero empecé en las monjas, de allí a San Viator y de allí, a los catorce años, entré en la escuela de aprendices de la Unión Cerrajera, donde hice oficial de ajustador, combinando los estudios con el trabajo en el caserío, que en aquella época tenía bastante terreno. Y también en el monte, adonde íbamos a menudo a hacer las entresacas en los pinares, quitar los troncos pequeños, cortarlos en trozos de uno y dos metros y pelarlos para venderlos a la papelera. También solía cantar por aquella época en el coro de los franciscanos.

Cuando acabé oficialía a los dieciocho años, empecé a trabajar en la Unión Cerrajera como ajustador. Allí conocí a mi mujer, en el trabajo. Al cabo de un año, me nombraron jefe de grupo.

Pero en aquella época ya andaban fuerte las cooperativas y había un grupo de unos quince que querían fundar la cooperativa Amat, para fabricar accesorios de tubería. Nos llamaron al hermano y a mí para tomar parte en el montaje de todo, que duró unos ocho meses. Luego, ya dentro de Amat, al cabo de año y medio o así, me nombraron encargado de las secciones de mecanizado, galvanizado y pulido.

Para entonces yo ya era un militante abertzale y muchas veces me recuerdan riendo los trabajadores de entonces: «ya nos parecía que eras distinto de otros encargados en la forma de tratar a la gente y sin echar broncas», y cosas así.

O sea que seguí de encargado hasta que tuve que escaparme a los veinticinco años, en el 68, justamente el día de mi cumpleaños. 

(Luis NÚÑEZ | EGIN)

¿Pasaste ya casado?

No, nos casamos en Iparralde, en diciembre del 69. Ya antes de salir de Arrasate habíamos comprado una casa para casarnos, pero, al tener que irme, no hubo tiempo, así que nos casamos en Iparralde.

Cuando vino la madre, en la primera visita, nos dijo que «bueno, ahora casaros y ganaros la vida, y sin otros líos» y eso, lo que dicen las madres. Claro que nos hemos llevado siempre de maravilla. Siempre que me han deportado o metido en la cárcel, cada vez que me venía a visitar a Burdeos o a Pau, o adonde sea, siempre le tomaba el pelo diciéndole: tú querías que me ganase la vida sin más líos, pero con esta excusa estás conociendo cantidad de ciudades y de sitios, no te puedes quejar, y siempre nos reíamos.

¿Tú eras deportista? ¿Te gustaba el monte, por ejemplo?

Yo soy muy deportista. De ir al monte también soy, pero, claro, yo más que ir al monte los domingos, como se suele hacer, a lo que yo iba al monte normalmente era a trabajar. Como excursiones, lo único que hice fueron dos o tres a Urkiola. De deportes lo que más me gusta a mí es el fútbol, de portero. Empecé en los juveniles del Unión Cerrajera de la Escuela de Aprendices. Luego me vinieron los del Aretxabaleta y allí me pasé cinco temporadas completas. Dos veces llegamos a la final, así que también he jugado en Atotxa, dos veces, contra el Hernani y perdimos.

El último año fiché en el Mondragón. Además, ya para entonces aprovechaba mis viajes de futbolista para mis otras actividades y en las bolsas, por ejemplo, llevaba propaganda, además de las botas y camisetas. Los enlaces venían al campo de fútbol y así nos manejábamos.

Pero para mi padre los trabajos de casa eran lo primero y no me perdonaba el trabajo de la tierra los domingos a la mañana, ni siquiera cuando yo tenía entrenamiento de fútbol por la tarde. Así que nos levantábamos a las seis y media de la mañana todos para la misa, y luego a trabajar al campo, ellos hasta la una y yo hasta las once y media, porque tenía que comer más temprano para ir al partido. Mi padre no cedía en eso: «primero, lo de casa», decía. Luego, cuando vio que andaba bien en las pruebas que hacía la Real en Beasain, ya me consentía un poco más.

«Para mi padre los trabajos de casa eran lo primero y no me perdonaba el trabajo de la tierra los domingos a la mañana»

Sin perjuicio de que en otros puntos de la entrevista podamos volver a los tiempos pasados, si es que te parece, a mí me gustaría pasar ya a hacerte algunas preguntas relativas a la situación política vasca actual. Por ejemplo, por empezar por alguna parte, en el inicio de nuestra entrevista has tenido mucho interés en que se desarrollase en euskara y también en que se publicase así. ¿Me puedes decir si era por razón de facilidad tuya de expresión o era por razones más generales?

Por las dos cosas. Yo soy vasco, euskaldun, y la verdad es que he hecho toda la vida en euskara. No tengo mucha facilidad en español; me encuentro un poco perdido cuando tengo que andar con gente que no habla euskara.

Pero es que además, con todo lo que se habla de soberanía, de independencia, de tantas cosas, todo está de sobra sin el euskara. Sin euskara no hay ni soberanía ni Cristo.

¿En qué momento piensas que se encuentra el euskara? ¿Crees que los Estatutos autonómicos del sur, el vascongado y el navarro, le ofrecen al euskara una salida, un primer paso, hacia su normalización y recuperación?

El euskara está en una mala situación, en la calle, en el conjunto de los medios de comunicación, en el conjunto de la enseñanza, y en general. El remiendo que han hecho con los estatutos no es una salida buena, necesitaría un esfuerzo mucho mayor para poder recuperarse, partiendo de bases políticas radicalmente distintas de las actuales.

Como pasa con tantas otras cosas, el euskara forma parte de un problema político. Tendría que contar con un verdadero Estatuto, con un gran plan de reeuskaldunización.

Esto lo he podido comprobar aquí mismo, en Argelia, donde, tras la dominación francesa, la lengua dominante era el francés, con diferencia, y ahora todo se ha ido arabizando, como es lógico. La gente mayor sabe francés, pero los jóvenes apenas; y lo que hablan todos ellos habitualmente y lo que dominan es, desde luego, el árabe. El francés ha pasado a ser una lengua que conocen un poco y que usan para relacionarse con la gente de fuera y con las otras culturas.

En cuanto se han hecho dueños de su destino, le han dado la vuelta al tema de la lengua, con dificultades y con esfuerzos, pero le han dado la vuelta. En nuestro caso ocurre lo mismo, aunque haya allí aspectos distintos de aquí. Si no logramos la soberanía política, el euskara no podrá llegar al nivel que le corresponde. Eso está claro. Por eso tenemos que ser dueños de nosotros mismos, para poner a su nivel el euskara.

«Si no logramos la soberanía política, el euskara no podrá llegar al nivel que le corresponde»

Ya que has mencionado a Argelia en tu respuesta, y antes de que se nos vaya el hilo por otros derroteros, me gustaría preguntarte qué impresión has tenido del pueblo argelino, de la situación actual de Argelia. Cuando andas por los pueblos y por las ciudades de Argelia, y vas por las calles viendo cómo vive la gente, qué nivel de vida ha alcanzado, qué problemas tiene... ¿Qué impresión te da la actual situación del pueblo argelino?

Sí, estoy teniendo ocasión de ver la gente, la vida normal, aunque yo siempre tengo que andar con precaución por posibles atentados. Los argelinos hace veinticinco años que consiguieron la independencia y ya han superado la colonización francesa por completo y están haciendo esfuerzos tremendos en el terreno económico y social, con mucho éxito, con avances muy grandes. Basta comparar la situación de Argelia con la de los países que la rodean en la sanidad, en la educación, en la seriedad y fuerza de la economía, en todo.

Esto mismo me da también mucha moral, porque su lucha de liberación en parte es parecida a la que está llevando adelante nuestro pueblo. Yo soy de los que piensan que nadie suelta gratis cosas gordas, y por eso la soberanía se la tuvieron que arrancar por la fuerza a los franceses, pero, lo mismo que los argelinos lucharon por su soberanía y la consiguieron, también nosotros la conseguiremos a nuestra manera y tenemos que seguir en la lucha.

«Lo mismo que los argelinos lucharon por su soberanía y la consiguieron, también nosotros la conseguiremos a nuestra manera y tenemos que seguir en la lucha»

Como sabes, la represión sobre la parte más combativa de Euskal Herria, y a veces también sobre la otra, sigue siendo, como antes, de una gran ferocidad y saña. Sin embargo, en medio de la campaña electoral que acaba de empezar en las provincias vascongadas, un político español (desde luego no el más agudo) ha declarado que la consigna «que se vayan» es una consigna anticuada y ultraizquierdista. ¿Cómo ves esa opinión?

La población vasca ha mostrado montones de veces que no acepta a esta Policía y, a su vez, los mismos policías han dicho, también mil veces, que no se les acepta. Eso es por la cantidad de barbaridades que han hecho y que siguen haciendo con la represión. Además, no solo los policías, sino también en Madrid saben de sobra que no se les acepta y piden una y otra vez la colaboración del pueblo, pero eso no lo conseguirán nunca. A veces dicen que ha habido uno que les ha telefoneado dándoles una información, pero lo hacen para engañar a la gente.

Precisamente, otra prueba más de eso mismo es su insistencia en pedir la ayuda de la Ertzantza, a ver si a través de ella consigue alguna colaboración ciudadana. Es otra prueba de que han fracasado en su política represiva con su Policía, que continúa siendo rechazada, y ahora quieren mojarle a la Ertzantza en la misma línea. A la dirección del PNV no le disgusta el tema y asume responsabilidades muy gordas, propiciando el enfrentamiento entre vascos y la colaboración entre policías.

El rechazo de la población vasca a la Policia española es una realidad que está ahí a la vista de cualquiera. Y si mirar a las realidades de frente a los políticos españoles les parece ultraizquierdismo, a mí me parece sentido común.

Tu actitud hacia la Ertzantza ¿es la misma que hacia la Policía española?

No, ni muchísimo menos, ni muchísimo menos. Lo que quieren es precisamente meternos en ese juego, pero no caeremos en él. Esos no son nuestros enemigos. Nosotros tenemos bien claro quiénes son nuestros enemigos, y con el asunto de Aginagalde han querido hacer ver que estamos contra la Ertzantza, eso han querido hacer ver los medios de comunicación españoles.

Pero en Euskal Herria todo el mundo sabe que nosotros no iremos contra esos. Ahora, claro, si en algún momento son ellos los que vienen a por nosotros, entonces nosotros nos defenderemos. Cuando he oído la muerte de García Andoain, me ha dado una pena tremenda, de verdad, pero, aún así, pienso que fueron ellos los que vinieron a por nosotros. Yo no sé quién le mató, porque eso todavía no parece que ha quedado claro, pero lo que está claro es que nosotros no hemos ido a ellos, sino ellos a nosotros.

«Nuestro enemigo no es la Ertzantza, sino las fuerzas represivas españolas y sus amos» 

¿O sea que para ti la Ertzantza no es el enemigo?

Yo quiero dejar bien claro que nuestro enemigo no es la Ertzantza, sino las fuerzas represivas españolas y sus amos. Si es que la dirección de la Ertzantza está entrando en ese juego de Madrid, nosotros no vamos a caer en él, que es precisamente lo que ellos quisieran. Los dirigentes del PNV han seguido ahí un juego sucio de Madrid y se han portado como sus monaguillos. Pero repito que no caeremos en ese juego y que nuestros enemigos no son esos. Lo que tienen que hacer es andar con ojo si entran en ese juego y les preparan la cama a los de Madrid.

Antes de dejar los temas represivos, sería interesante conocer tu postura sobre la nueva política de expulsiones que ha iniciado el Gobierno francés.

Los franceses, lo mismo que los españoles, saben que la razón la tenemos nosotros. Todos sabemos que el Estado francés, a lo largo de la Historia, después de hacer alguna burrada, se ha llevado las manos a la cabeza y ahora les va a pasar lo mismo, que se darán cuenta del disparate que están haciendo. Euskal Herria no olvidará esto. Están muy orgullosos de su liberté-égalité-fraternité, pero eso son solo palabras y en realidad les tendría que dar vergüenza lo que hacen.

Volviendo ahora a los temas del sur, para algunos políticos es algo utópico el proponer un Estatuto de Autonomía mejor que los actuales como fórmula para que las instituciones estén más acordes con las aspiraciones vascas, que haya un mayor respeto de éstas, una democracia verdadera, y en consecuencia puedan callar las armas.

¡Cómo va a ser eso utópico! ¡Cuando todos sabemos que los actuales estatutos se le ofrecieron al pueblo fabricados, sin elección verdadera para él! Claro, una parte del pueblo los aceptó, pero porque no se le permitía otra alternativa. También hubiese aprobado otras cosas distintas, y con más votos encima, como la Alternativa KAS (lo que hubiese permitido el silencio de las armas) o incluso la independencia.

O sea que proponer soluciones mejores de utópico no tiene nada. Lo que extraña no es el asunto de la utopía, sino que, con todo lo que dicen de que somos terroristas y de que hay tantos muertos por las dos partes y todo eso, lo que extraña es que no cedan en una petición tan razonable, que no es nada del otro mundo, y que tenía que haber sido aceptada hace ya tiempo.

Siempre andan diciendo que el Estado español es un Estado democrático. Si lo fuese de verdad, tenían que haber accedido hace mucho a los deseos vascos sin tanto regateo y sin tanta prohibición. Eso mismo demuestra que no son verdaderos demócratas y que además los militares mandan por detrás de los políticos.

«Proponer soluciones mejores de utópico no tiene nada»

La política que viene de Madrid no es, en efecto, la de renovar los estatutos para acercarse a los deseos de la población vasca, sino una política de «reinserción», como se le llama ahora. ¿Piensas que puede llevar a alguna parte?

Ni mucho menos. Con la reinserción no vamos a ninguna parte por mucho que se hable de eso todo el tiempo en los medios de comunicación españoles. La reinserción es una medida policial, eso está clarísimo, de cara a los sectores más vulnerables del movimiento de liberación, o sea, de cara a los presos y a los refugiados. 

Cuando, hace ya tiempo, empezamos a militar en la causa abertzale, yo mismo y todos los demás, nadie empezamos a luchar para luego poder reinsertarnos, sino para conseguir determinados objetivos de liberación de nuestro pueblo.

Los presos, los refugiados y los deportados son gente tremendamente sacrificada, que llevan una vida austera y entregada, son verdaderos abertzales, que están dando un gran ejemplo popular de resistencia y de sacrificio. Bueno, los medios de comunicación españoles no lo reflejan así, porque manipulan estas verdades, pero en cada pueblo, donde le conocen a su preso, a su refugiado, saben demasiado que lo que estoy diciendo es así.

Del mismo modo, es sabido de todos que cualquiera es libre para tomar parte en nuestra lucha y también para dejarla cuando le parezca, como es lógico. Nadie está obligado a dar de sí en la lucha hasta aquí o hasta allí, sino que cada uno da en ella lo que piensa que puede.

Con esa política, con la represión y la reinserción, no conseguirán nada. Si quieren conseguir algo, tienen que negociar políticamente. Ya se ha visto de sobra que la reinserción no es para ellos más que un fracaso. Mil veces han intentado por ese camino romper nuestra unidad, pero ni lo han conseguido hasta ahora ni lo van a conseguir tampoco después. A lo más puede haber de vez en cuando alguno suelto que quiera arreglar por ese camino su situación personal, pero eso es todo lo más a lo que pueden aspirar, porque la inmensa mayoría de los presos y refugiados ven que esa es una salida falsa y contraria.

Lo que necesitamos en Euskal Herria no son salidas personales, no es ese el motivo de lucha para nadie, sino que lo que hacen falta son salidas de conjunto, soluciones para el pueblo en general.

«Lo que necesitamos en Euskal Herria no son salidas personales, no es ese el motivo de lucha para nadie, sino que lo que hacen falta son salidas de conjunto, soluciones para el pueblo en general»

Ya que has citado el término de «negociación», que es otro de los que está en boga últimamente, ¿cómo ves tú su posibilidad o su necesidad?

Bueno, de eso se ha hablado mucho, efectivamente, y un día u otro se irá a eso seguro. Conforme vayan fracasando las otras políticas, y aunque sigan insistiendo en sus fracasos, conforme vean que no consiguen hacer arrodillarse a Euskal Herria, quieras que no, irán a la negociación.

Si no, tendrían que meter a todos los vascos en la cárcel o matarnos a todos. Mejor dicho, tendría que ser solo esto último, porque mientras siga vivo el pueblo, continuará el movimiento de liberación. Aunque lo deshiciesen hoy, otros lo volverían a rehacer de nuevo mañana.

O sea que, aunque no les guste, tendrán que ir a una negociación tarde o temprano y nosotros siempre hemos dicho que estamos dispuestos a sentarnos en una mesa y buscar una salida negociada en el sentido de la Alternativa KAS. De otro modo, ni reinserciones ni tonterías no podrán detener el movimiento de liberación nacional o, como he dicho antes, tendrían que matarnos a todos.

«Conforme vean que no consiguen hacer arrodillarse a Euskal Herria, quieras que no, irán a la negociación»

Están al caer en las Vascongadas unas elecciones al Parlamento de allí ¿Qué importancia les das?

Estas elecciones son importantes, pero son una parte del conjunto de nuestra lucha. Tanto el día 30 de noviembre como luego en las elecciones municipales, como, sobre todo, en la lucha de todos los días, tiene que quedar bien claro que solo hay una solución para Euskadi –la Alternativa KAS– y un voto útil, el único con contenido abertzale consecuente, el voto a HB.

La mayoría de la gente en Euskadi piensa que los militantes de ETA no son terroristas, vividores, gente sin entrañas, esas cosas que se dicen desde algunos medios, pero hay también una parte del pueblo que no ve eficaz el camino de las armas.

A mí me gustaría que mirasen un poco lo que ha pasado en la historia de los distintos pueblos y verían que siempre su liberación ha supuesto un enfrentamiento violento. Porque nadie suelta algo gordo, algo importante, así como así, con solo pedirlo. En todas partes ha pasado así.

Y en Euskal Herria, hasta los más tontos –y el pueblo no tiene un pelo de tonto– ven que incluso esa porquería de estatutos que se han conseguido los han cedido por la presión de la violencia y que, si no, ni eso hubieran cedido.

Otro ejemplo bien claro está en lo que ha pasado con la central nuclear de Lemoiz. Dirán lo que quieran, como siempre, pero la realidad es que, si no se hubiese ejercido la violencia contraria, la central estaría en marcha gracias a la violencia del Estado.

Ya sé, sí, que la Policía española y los partidos que le hacen la pelota hacen ver que cogemos dinero para vivir cómodamente, para llevar un modo de vida «al que estamos acostumbrados» y esas cosas, tan completamente irreales y falsas, que son de risa, pero en el Pueblo Vasco son muchos los que nos conocen y saben demasiado bien cómo tenemos que vivir, y no solo nosotros sino también nuestros padres y nuestros abuelos cuando la guerra. Nadie piensa que sufrimos porque nos gusta. Cuántos andamos años y años medio escondidos y con el riesgo de la tortura española, de una cárcel larga, de que te peguen un tiro. La única explicación de una vida así está en que apostamos a tope por la liberación de nuestro país y eso es así de sencillo.

Pero una cosa es eso, nuestro modo de vida, y otra cosa es si se justifica la violencia o no. Porque podría ocurrir que, aunque seamos gente volcada por la causa vasca, la violencia no estuviese justificada; pero sobre esto ya te he contestado antes.

«Oír cosas como lo de 'son cuatro y un tambor’ solo me hace reír»

Bueno, ya sabes que hay otra parte del Pueblo Vasco que no solo cree en vuestra abnegación, sino también en la necesidad del uso de la violencia.

La razón la tenemos nosotros y, por eso, estamos condenados a ganar. El camino que hemos emprendido es el bueno y hay que seguir en él. Cuando hay disgustos, caídas, cosas negativas que pasan, esta idea de que nuestro camino es el bueno nos impide perder moral, nos obliga a unirnos, y, cada uno desde su sitio, se puede preparar a dar de sí lo que puede en la causa común.

A mí, el oír cosas como lo de 'son cuatro y un tambor' solo me hace reír. Qué más quisieran. Somos un pueblo, tenemos la razón y todos los derechos como pueblo, y por eso acabaremos por ganar. Por eso alguien inventó bien aquello de «jo ta ke irabazi arte» o, como solemos decir en mi pueblo, «aurrera bolie eta gora gu ta gutarrak».

Honi buruzko guztia: 1986