A José Miguel Beñaran (Arrigorriaga, 7 de marzo de 1949-Angelu, 21 de diciembre de 1978), de niño, no le inquietaba especialmente la cuestión nacional vasca. De hecho, víctima del adoctrinamiento franquista en las aulas, se consideraba a sí mismo un patriota español y partidario del dictador. Sin embargo, las referencias de sus padres, estos sí abertzales, y las emisiones nocturnas de Radio Pirenaica, lo acercaron a la cuestión vasca, al principio desde un interés pueril, y más tarde, cuando rondaba ya la mayoría de edad, se acercó tanto que pudo ver la verdad sobre aquello que le intentaron meter en la cabeza en la escuela.
Cuenta la periodista Mertxe Aizpurua en el libro 'Argala. Pensamiento en acción' (2019) que en los viajes de ida y vuelta en tren que realizaba 'Argala' a la academia Luco de Basauri, donde estudiaba entonces, coincidía con Josu Urrutikoetxea e hizo amistad con él. Comentaban, en voz baja y ayudados por el traqueteo del tren, los sucesivos acontecimientos que tenían que ver con ETA, organización que comenzaba a causar furor entre la juventud vasca.
Ambos entrarían pronto en ella, entre 1968 y 1969. «Curiosamente –recoge la biografía de 'Argala' que Aizpurua, ahora diputada de EH Bildu en el Congreso español, publicó cuando era periodista en GARA–, en un cruce casual y sin que ninguno de ellos llegue a saberlo, los dos han facilitado el nombre del otro como persona proclive a ser captada por la organización».
El final del año 1968 y el inicio de 1969 estuvieron marcados por varias detenciones de militantes de ETA, que derivaron en el sumario 31/69 que a su vez dio lugar al Proceso de Burgos. El resultado de estas operaciones policiales, afirma Aizpurua en el libro, «supone que la práctica totalidad de los cuadros de ETA en el sur de Euskal Herria está detenida o ha huido al norte». Varios militantes, incluidos 'Argala' y Urrutikoetxea, quedaron huérfanos en medio de un clima de represión que el régimen recrudeció en 1970.
Paradójicamente, fue la denuncia popular masiva que se concentró en torno al Proceso de Burgos la que fortalecería el músculo de la organización con nuevos militantes. ETA, entonces dividida entre los partidaros de la V. Asamblea y los de la Sexta, quería responder a la artimaña represiva de Franco y, de hecho, 'Argala' y otros compañeros comenzaron a excavar un túnel junto a la cárcel de Burgos para lograr la liberación de los dieciséis procesados. Una pared de hormigón armado impidió avanzar en la excavación y frustró la huida de los prisioneros, aunque a 'Argala' le vendría bien la experiencia en cavar túneles.
Los últimos años
En efecto, 'Argala' fue uno de los integrantes del Comando Txikia que participó tres años después en el atentado contra el presidente del Gobierno antidemocrático español Luis Carrero Blanco; fue quien tuvo la idea de cavar el túnel que daría muerte al almirante en una acción que hizo tambalear los cimientos de la España franquista. Dos años después moriría el dictador y comenzaría en el Estado la mal llamada «Transición».
Que un grupo de vascos y vascas armadas que había provocado hasta el momento una única muerte premeditadamente –la del torturador Melitón Manzanas– y no había actuado fuera de Euskal Herria consiguiera ejecutar el atentado, burlando a las Fuerzas de Seguridad de la dictadura, era insultante para los integrantes de los servicios secretos (SECED) que el mismo almirante se había encargado de renovar. Por ello, los responsables del SECED se pusieron en marcha con un claro propósito: venganza. La cuenta atrás para la muerte del militante de ETA ya había comenzado.
El de Arrigorriaga se encontraba exiliado en Ipar Euskal Herria cuando en 1976 fue detenido por la Policía francesa y confinado en la isla de Yeu junto a otros refugiados vascos, donde se casó con su compañera Asun Arana. Un vídeo que en su día publicó GARA y que ahora recupera Artefaktua muestra la salida de algunos refugiados, entre ellos 'Argala', de Yeu en febrero de 1977.
A su vuelta a Euskal Herria, participó activamente en las conversaciones de Txiberta, auspiciadas por Telesforo Monzón. Sin embargo, la muerte ya le respiraba en la nuca. El día después del quinto aniversario del atentado contra Carrero Blanco, con la ayuda del grupo paramilitar que luchó contra la independencia de Argelia, el 21 de diciembre de 1978 mataron a 'Argala' en Angelu cuando detonaron la bomba que previamente colocaron bajo su coche.
Unos días antes de su muerte, Beñaran grabó un mensaje dirigido a su pueblo natal, que vería la luz después de que a Arrigorriaga le arrebataran a su querido paisano. Ignoraba que lo que transmitiría con ese mensaje, como la plegaria por que el pueblo vasco se organizara, se convertiría en su legado póstumo. Esta es una de las frases que destaca del texto: «Yo sé, por experiencia, que a los militantes de ETA no les gusta la violencia. Me conocéis un poco a mí, por lo menos algunos, sabéis cómo era cuando vivía ahí, y sabéis que tampoco me gustaba. Esta misma es la situación de todos los militantes de ETA, pero se ven obligados a luchar».
'Egin' no pudo informar del deceso del histórico militante de Arrigorriaga: sus trabajadores estaban en huelga. Y, por ello, el bertso que Xabier Amuriza dedicó a José Miguel Beñaran 'Argala' se publicó en la edición del 27 de diciembre de ese año, al día siguiente de que se celebrara el funeral en la localidad vizcaína. Así despidió el bertsolari a 'Argala':
Abenduaren hogeita bata
hura berri kriminala
goizean entzun genuenean
bota zutela Argala.
Oraindik gure historia da
luzea eta zabala
uste duenak Euskadi bere
mutilarekin hil zala
bizirik utzi zuen herriko
oihua jaso dezala.