1977/2024 , Abenduak 21

Artefaktua

La madre de 'Argala': «José Miguel sí podía haber sido un buen político»

En el tercer aniversario de la muerte de José Miguel Beñaran 'Argala', 'Egin' publicó una entrevista realizada a su madre, Feli Ordeñana. Recuperamos el documento íntegro con Artefaktua.

Homenaje a José Miguel Beñaran 'Argala' en Arrigorriaga. A la izda., Feli Ordeñana. (Familia BEÑARAN-ORDEÑANA)
Homenaje a José Miguel Beñaran 'Argala' en Arrigorriaga. A la izda., Feli Ordeñana. (Familia BEÑARAN-ORDEÑANA) (EGIN)

Feli Ordeñana: «Mi hijo y otros luchadores muertos han tenido una voluntad de que Euskadi sea libre y eso hay que respetarlo»

En las primeras horas de la mañana del 21 de diciembre de 1978, en la localidad de Anglet, José Miguel Beñaran, 'Argala', se dirigía a su coche, un R-5 anaranjado. Momentos después de accionar la llave de contacto, al iniciar la marcha, hace explosión un potente artefacto que produce la muerte inmediata del militante de ETA. Como de «impresionante» fue calificada la escena que ofrecía el cuerpo mutilado de 'Argala' y el coche destrozado por las primeras personas que se acercaron al sitio. El atentado contra 'Argala' tuvo lugar justo al día siguiente de cumplirse el quinto aniversario de la muerte del entonces jefe del Gobierno español, Luis Carrero Blanco. Las organizaciones ultraderechistas OA y BVE reivindicaban horas más tarde la paternidad del atentado a 'Argala'.

Feli Ordeñana (con gafas) detrás del ataúd. (Familia Beñaran-Ordeñana)
Feli Ordeñana (con gafas), detrás del ataúd. (Familia BEÑARAN-ORDEÑANA)

Cuando llegamos a Arrigorriaga, Feli Ordeñana, madre de José Miguel Beñaran, ya tiene lista la porrusalda y nos recibe abiertamente y sin prisas. «Es que, sabes –nos comentaría–, a la una viene mi hija de trabajar y la comida tiene que estar preparada, porque a las dos empieza las clases de euskara en Basauri». En los primeros intercambios de impresiones, Feli ahondaría en la precipitación con que hoy la juventud consume la vida, «queréis estar en todos los sitios y no puede ser...», por lo que finalmente no da de sí lo suficiente, tendríamos que inventar un «nuevo día» que nos permitiera no consumir sino «vivir la vida» con desahogo y sin premura. Al hablar sobre el euskara, Feli aclararía resuelta que ella lo hablaba: «Parece que cuesta mucho aprenderlo, que es muy difícil, pero yo lo hablo, aunque es distinto al que se enseña ahora, la gramática es diferente, pero a mí, si me hablan despacio, me entiendo perfectamente con todo el mundo; con los guipuzcoanos también».

Nos sonreiríamos con complicidad al mirar los papeles que se habían quedado olvidados encima de la mesa, conscientes de que tendríamos que abandonar la fluidez y espontaneidad con que habíamos iniciado nuestra conversación, para entrar en el tema que nos ocupaba a iniciar la entrevista en torno al tercer aniversario del atentado que costó la vida de su hijo José Miguel. El rostro sonriente de 'Argala', en una fotografía tomada junto a Monzon, colocada en una parte de la habitación, nos acompañaría durante la conversación.

«Nos ha tocado sufrir mucho por la política»

«Hay días que me desespero cuando pienso en la muerte que tuvo José Miguel y otros como él. A veces piensas que no sabes si merece la pena que se den vidas tan jóvenes, que se entregue todo, cuando escuchas los comentarios que hacen algunos. No lo digo por todos, porque ya sé que hay gente concienciada y luchadora, pero no puedes evitar que te dé rabia cuando sientes ese desprecio. Claro que no voy a pedir que los quieran si no están de acuerdo con sus ideas, pero mi hijo y otros luchadores muertos han tenido una voluntad de que Euskadi sea libre y eso hay que respetarlo».

Feli Ordeñana insistiría a lo largo de la conversación en que ella no se consideraba política y que nunca le había gustado: «Quizás sea porque en la familia, ya desde la guerra, nos ha tocado sufrir mucho. Siempre hemos estado envueltos por el miedo, las detenciones, la cárcel, vives angustiada porque te machacan, la derecha siempre vence». Al comentarle si estaba desesperanzada de la situación política que atravesamos, Feli manifestaría que «cada vez lo veo más difícil. La derecha puede mucho, ya lo vimos en la guerra, y ahora, poco a poco, van a lo mismo. Veo cada vez más difícil que esto se pueda arreglar, por mucho que hagan. No sé, cada vez está más cerrado, más duro. A mí me gustaría que vencieran los que han sido conscientes de la lucha del pueblo vasco, pero lo veo muy negro... Hace tres años parecía más fácil, pero la derecha se está afianzando cada vez más. Estoy desilusionada, ya te he dicho que yo no entiendo de política, pero hablo de lo que estoy viendo. Dicen que los militares no pueden dar ahora un golpe de Estado, pero lo cierto es que al rey lo mismo le da que manden los militares o Calvo Sotelo. Les tenemos por todos los sitios y están deseando barrer a Euskadi y todo lo que representa. Ahora quizás les convenga mantener esa imagen de democracia, si hay alguna, de cara al exterior, pero los golpes, aunque no sean de estado, a los de HB se los están dando por todos los lados, tanto los comunistas como los del PNV, EE o desde Madrid. Entre todos, cómo no los van a poder, como yo suelo decir, es que las van a comer por sopa. Y es que las cosas como son, los únicos que hoy siguen en la brecha son los de Herri Batasuna».

«José Miguel era muy avanzado en ideas»

Recordando el pensamiento político de su hijo, Feli señalaría que «José Miguel sí podía haber sido un buen político. Tenía muchas ideas, era muy avanzado en política y pienso que sus teorías hubiesen sido muy buenas para Euskadi. Ahora no lo sé, pero hace cinco años, cuando comenzó todo este proceso, creo que sí hubiesen servido. Hubiera sido muy bueno, porque tenía mucho interés, siempre estudiando, siempre con libros y pensando en los pobres, en el obrero. Todavía recuerdo cuando antes de marchar de casa, a los pocos meses de morir mi marido, él tuvo que hacerse cargo del negocio que teníamos, de venta de pisos. Él lo pasaba muy mal vendiendo las casas a las familias trabajadoras, sufría mucho y creo que, de no haber tenido que marchar, no habría seguido. Era muy humano, sentía mucha pena de las familias necesitadas, y no sé lo que pensarán algunos al leer esto, igual dicen, sí, muy humano y estaba en ETA, pero es verdad, era un chico muy sensible, con buenas ideas y de una gran humanidad».

Siguiendo con los recuerdos, Feli nos contaría cómo ella no sabía nada de la actividad política de su hijo. «Claro, como yo siempre le decía que no me gustaba la política, pues a mí no me contaba nada. Alguna vez le solía decir: mira que por mucho que queráis no se va a poder arreglar nada en España, conozco bien a los ricos, qué clase de gente es –bueno es que yo estuve sirviendo muchos años en sus casas, nos aclararía– y no hay nada que hacer. Él solía responderme, 'ay, ama, cómo eres, di Euskadi Sur...' Y tenía como mucha esperanza de poder cambiar esto. Era un chico muy resuelto, de carácter muy abierto y aunque a mí no me contaba nada, en la calle ya hablaba. Recuerdo un día que me encontré con un amigo de mi marido y me dijo: vaya hijo que tienes. Yo pensaba que era por los estudios y le contesté que sí, que era muy listo y le iba muy bien, pero resultó que no, que él me lo decía por otra cosa...»

«Voy a volver a casa montado en caballo...»

«Nueve años estuvo sin volver por casa, yo iba mucho a verle a Francia, bueno, a Euskadi Norte, y me solía decir: 'ama, el día que vuelva a casa voy a besar el suelo, voy a ir montado en caballo'. Yo ya le decía, sí, muy elegante eres tú, vas a venir en caballo por los montes de Navarra... Tenía mucha ilusión por venir, pero creo que nunca hubiera podido volver, aquí nunca le hubieran perdonado de lo que le acusaban. Él me decía que era una pesimista cuando se lo comentaba, pero no, no tenía tan fácil la vuelta, ni los que han quedado, tampoco».

«El día que se marchó –proseguiría Feli–, yo estaba recién operada y nunca supe por qué se marchaba. Es verdad que aunque no me contaba nada, yo ya intuía que algo se traía entre manos, pero jamás quise intervenir en su vida privada. A mí me hubiera gustado que hubiese terminado tranquilamente la carrera de Sociología, y ya lo intenté, mi ilusión era esa, pero los hijos nunca te hacen caso, y las cosas se quedaron a medias. Aquella mañana le vi con ojeras y pensaba que había dormido mal, luego ya no le vi más. A los pocos días de la muerte de Carrero nos llevaron a comisaría a mi hijo mayor y a mí, aunque nos hicieron los interrogatorios separados, los dos debimos decir lo mismo, no sabíamos nada, y recuerdo que al salir el policía me dijo: 'Es bastante inteligente usted...'».

Volvemos al presente y charlamos sobre los actos que se han preparado este año, en el tercer aniversario de su muerte en atentado en la localidad de Anglet. «Seguramente, este año nos harán como el pasado, pensarán que vamos a poner la placa y no nos dejarán entrar en la plaza, claro que para ellos es mucha deshonra tener su nombre allí. No sé qué les importa a ellos que nos reunamos en la plaza, pero cada año pasa lo mismo, impiden cualquier concentración popular».

Cuando nos marchamos, Feli comentaría que llevan diecisiete años viviendo en la misma casa, pero que siempre han estado en Arrigorriaga. «Ahora vivimos los tres, Maite y Pablo, mis hijos, y yo, nos hemos quedado poquitos y hay días en que la casa se te hace muy grande...»

Honi buruzko guztia: 1981