Como suele ocurrir cada vez que un futbolista se posiciona en cuestiones que rebasan los límites de lo deportivo, el azpeitiarra Mikel Labaka, quien actualmente milita en el Rayo Vallecano, ha sido objeto de una gran campaña de desprestigio en medios españoles.
El movimiento Herrira ha hecho público que Labaka ha respaldado la convocatoria para la manifestación que este sábado reivindicará en Bilbo los derechos de los presos y refugiados vascos, como han hecho centenares de personas pertenecientes a los más diversos ámbitos: escritores, deportistas, religiosos, bertsolaris, políticos...
Sin embargo, medios como ABC o Libertad Digital han dado un amplio eco a la adhesión del azpeitiarra –así lo demuestra, al menos, el lugar privilegiado que le han reservado en sus ediciones digitales– y, bajo el epígrafe de «defensa proetarra reincidente» ha dicho que «hace dos años fue precisamente el propio Labaka uno de los encargados de orquestar la firma de hasta ocho futbolistas de la Real Sociedad en apoyo a la marcha por los presos de ETA».
A la publicación de estas informaciones ha seguido una incesante lluvia de mensajes en redes sociales que han proferido insultos y amenazas contra el futbolista vasco.
La reacción en Euskal Herria ha sido inmediata y, por ejemplo, en Twitter, una cascada de mensajes con el hashtag #AupaLabaka ha expresado su apoyo al azpeitiarra.
La gran mayoría de mensajes, además de recordar el carácter comprometido que siempre ha mantenido, han ido más allá de cuestiones personales y se han convertido en un auténtico clamor en favor del derecho a expresarse con libertad.
Un ejemplo más, en definitiva, del hartazgo de la sociedad hacia las campañas de desprestigio que a menudo se suceden en situaciones similares. En demasiadas situaciones.