La compañera y el hijo del preso Kepa del Hoyo han presentado ante la Administración penitenciaria una reclamación por «negligencia médica» tras la realidad apreciada por médicos que han estudiado el tratamiento previo a su muerte el 31 de julio de 2017 en el penal de Badajoz. Y es que el análisis, realizado por médicos hoy agrupados en la recién creada asociación Osabideak, evidencia que Del Hoyo sufrió un infarto de miocardio el 26, cinco días antes del fallecimiento, que fue diagnosticado erróneamente. Se tomó por un ataque de ansiedad y Kepa del Hoyo no fue siquiera llevado al hospital.
El caso es uno de los incluidos en el informe elevado a la ONU por Osabideak sobre las vulneraciones del derecho a la salud en el Estado español, que se dio a conocer ayer. En él se explica que Del Hoyo falleció efectivamente a consecuencia de una «rotura cardíaca» pero que ello ocurrió «como consecuencia de un infarto agudo de miocardio no diagnosticado (y por tanto, no tratado) sufrido cinco días antes del fallecimiento en el centro penitenciario».
A través del testimonio de un compañero de módulo, desde el principio ya existía constancia de que el preso de Galdakao se había sentido mal ese día y había acudido a la enfermería. En la investigación realizada estos últimos meses se ha constatado que se le dio un tranquilizante. Pero lo más sorprendente es que los síntomas que se exponen en el informe emitido en la enfermería, y al que GARA ha tenido acceso a través de la familia, son dolor opresivo, hormigueo en ambas manos o sudoración, lo que coincide con la sintomología habitual de un infarto.
Al parecer, esta posibilidad no fue analizada y se entendió que se trataba de un mero problema de ansiedad cuando además esta dolencia, por definición en todas las guías médicas, no se puede dar por buena sin descartar previamente que se trate de un infarto. Tampoco se tuvieron en cuenta los factores de riesgo que presentaba el preso vasco: era hipertenso, fumaba, tenía antecedentes familiares...
En las sucesivas peticiones de información a la cárcel de Badajoz, además, se ha terminado apreciando que no solo se le realizaron dos electrocardiogramas ese día 26 (uno a las 13.00 y otro a las 18.00), como se dijo inicialmente, sino que posteriormente, en torno a las 22.00, se le practicaron dos más, lo que lleva a pensar que había dudas o recelos en el equipo médico de la prisión. Y encarcelados en Badajoz han añadido el dato de que durante toda la tarde hubo una ambulancia en la puerta de la cárcel, aunque Kepa del Hoyo en ningún momento fue evacuado.
Cinco días después, al preso de Galdakao le sobrevino la letal rotura de corazón cuando estaba practicando deporte. Un desenlace que coincide plenamente con el antecedente del día 26, dado que ese rotura, en ausencia de traumatismo torácico, suele ser producto de un infarto previo y se desencadena habitualmente en los cinco primeros días posteriores. En el informe de Osabideak a la ONU, que recoge este caso junto a otros, se resume que «se constata una desasistencia sanitaria clara con graves consecuencias, ya que hoy en día el infarto agudo de miocardio diagnosticado y tratado correctamente tiene una tasa de supervivencia del 97%».
Se da la circunstancia que el Juzgado número 4 de Badajoz archivó la investigación, abierta de oficio tras cualquier fallecimiento de este tipo, calificándola como muerte natural sin esperar a los informes forenses anatomopatológicos. Estos incluyen el análisis microscópico de los restos del corazón y ayudan por tanto a constatar que se produjo el infarto previo. Es uno de los hilos de los que han tirado los médicos que han estudiado al caso hasta llegar a tal conclusión.
Así las cosas, Maite Sánchez y Peru del Hoyo, compañera e hijo de Kepa, han presentado una reclamación a la Administración penitenciaria por «negligencia médica». A partir de ahora se abre una fase de seis meses para presentar pruebas. En caso de que la demanda fuera rechazada, cabría opción de recurrir ante instancias contencioso-administrativas, por lo que el proceso solo acaba de empezar.