«Es emocionante estar esta noche aquí. Pocas noches como las de hoy me he sentido tan orgulloso de representar a mi país. Vascos y catalanes, siempre juntos caminando hacia la libertad». Con esta declaración honesta ha comenzado la intervención del president catalán, Quim Torra, en el Kursaal de Donostia, en el acto organizado por Gure Esku Dago. Y esa emotividad ha empapado toda la sesión, con momentos álgidos como la ovación a los políticos catalanes presos, a la que el president ha añadido una mención también a los cinco condenados injustamente en el «caso Bateragune».
Además de poner termómetro a la relación entre los dos pueblos, que se ha demostrado muy cálida, había mucho interés por conocer qué decía Torra sobre la situación en su país. La ha resumido afirmando que «el Estado español ya ha perdido Catalunya, pero Catalunya todavía tiene que ganar su libertad. No tenemos más alternativa que avanzar». «Hoy todo el mundo ha puesto ya las cartas encima de la mesa. Ya sabemos hasta dónde está dispuesto a llegar España para impedir la independencia, la pregunta ahora es qué somos capaces de hacer los catalanes para ganarla».
Tras un «invierno duro», ha recordado que «en el deshielo florecen las mejores flores» y ha hablado por tanto de «retomar la iniciativa. Por eso estamos aquí». Se siente en una encrucijada en la que hay que repasar errores y aciertos, pero en la que concede valor a que «no hemos retrocedido, no hemos renunciado a nada. Nuestra causa es más sólida y respetada que nunca en el ámbito internacional». Torra ha marcado cuatro «vías de acción republicana» para seguir adelante: la gente (movilización), las instituciones catalanas (sobre todo el municipalismo), el espacio internacional (Consell per la República) y las cárceles (ha vaticinado que en el juicio será el Estado español el acusado). Augura que todo ello «cristalizará» en otro «momento» que bien podría ser el juicio al «procés» o su fase posterior. «Porque no se juzga siquiera a dos millones de personas, se juzga a todo el pueblo de Catalunya», ha afirmado.
Sobre la posición del Estado español, ha comenzado su discurso con una metáfora que resulta muy ilustrativa. Corresponde al día en que el lehendakari José Antonio Aguirre bajó a la frontera para acompañar al president Lluís Companys hacia el exilio. Les iban a acompañar también mandatarios españoles: «Azaña, Negrín, Martínez Barrio... Pero cuando el lehendakari y el president llegaron allí, los españoles ya se habían ido. Y nuestros presidentes pasaron la frontera hacia un futuro incierto». Llegados a 2018, no cree que en el Estado quepa hablar de «involución. Simplemente es una máscara que se ha caído, un renacimiento del autoritarismo, un franquismo latente que ha reaparecido cuando hemos querido construir la democracia con mayúsculas».
Antes que Torra ha intervenido el portavoz de Gure Esku Dago, Angel Oiarbide, muy aplaudido cuando ha remarcado que «hay que pasar de la solidaridad a la cooperación entre los pueblos, y especialmente el catalán y el vasco».
Oiarbide había subrayado antes que «es legítimo no querer la independencia, pero no es democrático no aceptar las urnas». Tampoco ha olvidado recordar Oiarbide las cinco consultas de este domingo próximo, con Donostia como hito principal, y que ha enmarcado en una labor que «no busca conquistar un 8.000, sino construir un campo base democrático». Precisamente el president ha acabado su intervención con una papeleta de voto para el domingo en la mano, «porque las urnas son el arma de construcción masiva de los pueblos».
La sala del Kursaal se ha llenado con 1.800 asistentes. Entre ellos, el diputado general de Gipuzkoa, Markel Olano; el portavoz parlamentario del PNV, Joseba Egibar; el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi; o la portavoz en Gasteiz, Maddalen Iriarte, que han departido amigablemente, también con representantes de Junts per Catalunya como Eduard Pujol o Aurora Madaula. Por cierto, la entrada de Otegi ha sido recibida con una ovación espontánea, superada luego lógicamente por los aplausos –también gritos de «Independentzia!» y algún irrintzi– al llegar Torra.