La decisión de la Fiscalía General de Israel de imputar al primer ministro, Benjamin Netanyahu, por cohecho, fraude y abuso de confianza en tres casos de corrupción a pocas semanas de las elecciones podría poner fin a sus diez años al frente del Gobierno sionista, ya que podría al cambiar la intención de voto y reducir sus posibilidades de formar una coalición.
La imputación final, tras más de dos años de investigación y la recomendación policial en ese sentido, no tendrá lugar hasta que se celebre una vista, en la que el acusado puede argumentar contra el análisis legal o las pruebas y presentar argumentos en su defensa, y que podría retrasarse durante meses o incluso un año.
A pesar de que la decisión del fiscal Avichai Mandelblit fue anticipada hace varias semanas, la decisión de Mandelblit, 40 días antes de las elecciones legislativas del 9 de abril, podría cambiar el resultado electoral y amenazar el largo reinado de Netanyahu, quien a los 69 años y tras trece en el poder –los primeros entre 1996 y 1999– aspira a un quinto mandato.
El cargo más grave, el de cohecho, junto con fraude y ruptura de la confianza es por el denominado «caso 4000» o «caso Bezeq», en el que se investiga si Netanyahu hizo favores al gigante de telefonía Bezeq, que le podrían haber generado centenares de millones de dólares, a cambio de una cobertura favorable a él y a su mujer Sara en el popular digital de noticias Walla, controlado por el mismo empresario, Shaul Elovitch.
El fiscal también tiene pretende acusarle de fraude y abuso de confianza en otros dos casos, conocidos como «caso 1000» y «caso 2000».
El primero estudia si Netanyahu y su familia recibieron caros regalos de los empresarios millonarios Arnon Milchan y James Packer a cambio de favores políticos. El segundo investiga si el jefe del Gobierno intentó llegar a un acuerdo con el dueño del diario "Yediot Aharonot" para lograr una cobertura positiva a cambio de restringir la circulación del diario rival, el gratuito "Israel Hayom".
El anuncio ha tenido lugar pese a los intentos del partido de Netanyahu, el derechista Likud, que hoy mismo ha recurrido al Tribunal Supremo para pedirle que retrasase el anuncio al considerar que afectará «de forma injusta» las perspectivas de reelección de su líder, que es objeto, según la formación, de una «persecución política».
En diciembre, Netanyahu declaró que si era imputado no dimitirá y tampoco se espera que abandone su candidatura a las elecciones generales ni la Presidencia del Likud.
«Muchos, muchos años»
«Seguiré sirviendo como primer ministro muchos, muchos años», ha declarado dos horas, en una intervención televisada, Netanyahu. «Todas estas acusaciones van a colapsar, estoy 400 por cien seguro», ha asegurado tras insistir en que sufre una «caza de brujas».
Ha defendido los logros de su Gobierno durante la última década, que, según ha afirmado, «están conduciendo al Estado de Israel a su mejor década en seguridad, en economía, en todos los campos. Hemos convertido a Israel en una potencia mundial creciente», así como su «conexión única con los líderes del mundo libre», algo que él ha «cultivado durante años», ha agregado.
Según ha dicho, la izquierda sabe que le es imposible ganar unas elecciones ante tales logros, por lo que ha ejercido «mucha presión» sobre un fiscal general «débil», «a pesar de que esté clara» su inocencia y de que sepan que «este castillo de naipes va a disiparse tras las elecciones».
«Todas mis decisiones y todas mis actividades se hicieron legalmente; todos esto es falso, falsos, grandes libelos de sangre. Todo político», ha lamentado, y ha resaltado lo absurdo de convertir una buena cobertura en los medios en un asunto criminal.
Según una encuesta difundida hoy por el digital "Times of Israel", la decisión apuede tener un fuerte impacto en la intención de voto, llegando a impedir las posibilidades del Likud de formar Gobierno y facilitando que lo haga el principal rival, la nueva formación centrista Azul y Blanco, encabezada por el exjefe del Estado Mayor, Beni Gantz.