Las imágenes, sin duda chocantes, de manifestantes que, al margen de las convocatorias de los Chalecos Amarillos, arrasan bienes en los centros urbanos de París y otras urbes galas, han sido utilizadas por el gobierno francés para hacer tabla rasa y poner en cuarentena el derecho de manifestación.
Tres prefecturas, las de Avignon, Toulouse y Rouen, han anunciado ya que no consentirán que los cortejos convocados para mañana sábado, con motivo del llamado Acto 20 de la protesta ciudadana que se inició, el 17 de noviembre de 2018, discurran por los centros urbanos.
El primer ministro, Edouard Philippe, anunció, tras los incidentes ocurridos en París, el pasado 18 de marzo, que se activaría la prohibición de manifestación «cada vez que fuera necesario» a fin de proteger «a los habitantes y establecimientos de las zonas más afectados por las violencias».
Dicho y hecho, el sábado pasado se establecían, con gran despliegue uniformado, perímetros de prohibición que permitieron sacar las protestas de la zona de Campos Elíseos en París. Similares medidas se adoptaron en otras ciudades, caso de Niza, en que se blindó la plaza Garibaldi.
Daños personales
Sin embargo, ese ambiente policial no impidió que en la villa occitana se produjera un incidente mayor, que ha vuelto a situar al Gobierno de Emmanuel Macron bajo la lupa de la opinión pública. Efectivamente, una veterana militante pacifista y altermondialista, Geneviève Legay, fue herida de gravedad en la protesta que, pese a todo, tomó las calles de Niza.
Ante el escándalo suscitado, tanto el procurador (fiscal) de la ciudad mediterránea, Jean-Michel Prêtre, como el propio presidente de la República salieron a la palestra para asegurar que la activista, de 73 años de edad, sufrió las heridas que le llevaron a ingresar gravemente herida en el hospital, al margen de la actuación policial.
Tras desearle una pronta recuperación, Macron se permitió comentar que Legay, según sus palabras, «una persona frágil», debería haber actuado con mayor responsabilidad «en ver de acudir a una manifestación prohibida».
El caso llevó a la asociación Attac, de la que es portavoz Leggy, a impulsar protestas en Niza y en otras ciudades -el martes tuvo lugar una concentración ante la Prefectura, en Baiona- para denunciar las violencias policiales y exigir al Gobierno francés que siga las recomendaciones de la ONU e investigue en profundidad los actos de violencia cometidos por sus fuerzas del orden desde que comenzaran las protestas.
Igualmente, han sido interpuestas denuncias judiciales contra la Policía y el prefecto de Alpes Marítimos, responsable del dispositivo policial y de la imposición de un perímetro de prohibición de manifestación que lejos de garantizar la seguridad pública provocaron un daño mayor a una ciudadana con una trayectoria ampliamente reconocida en la ciudad de Niza.
Un balance insoportable
Con el Gobierno parapetado en una versión insostenible, el medio digital Mediapart, ha difundido en las últimas 24 horas informaciones, con testimonios de manifestantes pero también de policías, además de otras pruebas documentales, que desmienten las informaciones oficiales y corroboran que el nombre de Geneviève Legay debe figurar efectivamente en esa lista ya demasiado larga de civiles heridos de gravedad en el curso de manifestaciones.
De acuerdo a un balance provisional, basado en los datos que remite periódicamente al Ministerio de Interior el periodista David Dufresne, al menos cuatro personas han perdido una mano -dos de ellas son vascas, se trata de la estudiante Lola Villabriga y del animador socio-cultural Antoine Boudinet, que explicaron su vivencia en entrevista con GARA - 18 han perdido un ojo y 150 han resultado heridas, como es el caso de Legay, en la cabeza.
La cifra de manifestantes heridos superaría el medio millar, pese a lo cual el Gobierno francés sigue sin dar el paso de renunciar de una vez por todas al uso de armas de guerra como la pelota de caucho LBD40 que le rompió la mandíbula a Lola y la una granada GLI-F4 que le arrasó la mano derecha a Antoine.
En ese ambiente de restricción de las libertades, los Chalecos Amarillos volverán a salir este sábado a las calles. En Euskal Herria, donde las protestas se han caracterizado por su carácter pacífico, han convocado una manifestación en Hendaia, que partirá a las 11.00 de la zona comercial del barrio de Joncaux.