Pese al fulgurante acuerdo con Pablo Iglesias (acordado el lunes postelectoral y firmado el martes), las previsiones del calendario institucional son que la sesión de investidura de Pedro Sánchez no podrá arrancar antes del 16 de diciembre en el mejor de los casos. Primero hay que acreditar a los parlamentarios, constituir las Cortes y también cumplimentar el trámite de la ronda de partidos.
Si Sánchez ve la botella medio llena, un mes es mucho margen para negociar los apoyos parlamentarios y las abstenciones que necesita. Y si la ve medio vacía, también para perderlos. Las prisas y los modos con que ha cerrado el abrazo con Iglesias delatan una necesidad de imponer la vía de los hechos consumados, pero también le abren nuevos frentes.
Primer detalle, el Rey se enteró en Cuba
El papel del monarca español no debe menospreciarse. Y el protagonismo de este rey en concreto, aún menos: quedó claro cuando el 3 de octubre de 2017 Felipe de Borbón saltó a la arena como auténtico jefe de los ejércitos, al entender que el poder ejecutivo de Mariano Rajoy estaba siendo demasiado condescendiente con lo que ocurría en Catalunya.
Hay un detalle que no es menor. El lunes noche, Felipe de Borbón viajaba a Cuba enviado, como es preceptivo en el funcionamiento del Estado, por el Gobierno Sánchez. Fue al aterrizar en La Habana cuando se enteró de que el presidente en funciones e Iglesias habían acordado un gobierno de coalición. No hace falta explicar que no será su fórmula preferida, y menos dependiendo del voto del independentismo vasco y catalán. Y tampoco hace falta argumentar que no le habría gustado no enterarse de antemano.
La ronda en Zarzuela con los partidos se ha presentado siempre como un mero trámite en el que el Rey se limita a constatar apoyos y presentar al candidato irremediable. ¿Puede ser diferente esta vez? Tratándose de Felipe de Borbón, no es descartable, aunque su margen de maniobra resulte escaso. En esa ronda bien podría, por ejemplo, presionar al PP para que saque a Iglesias de los brazos de Sánchez.
Ferraz tampoco lo sabía
Que el Rey no se enterara de las intenciones de Pedro Sánchez puede justificarse con su papel teóricamente neutral y la coincidencia técnica del largo vuelo a Cuba. Pero más difícil será para el candidato explicar por qué no le contó sus planes al partido.
Lunes 11.30 de la mañana, la Ejecutiva Federal se reúne en Ferraz para valorar los resultados electorales. Cuentan que el análisis de Pedro Sánchez es intrascendente y que se limita a encogerse de hombros cuando desde Euskal Herria el diputado Odón Elorza le pide que marque clara la apuesta por un gobierno de izquierdas. Para esa hora Sánchez ya había concertado la reunión secreta con Iglesias en la que lograrían el pacto, pero calló. Está claro que Sánchez sabe guardar secretos, hasta a sus más íntimos: no parece que siquiera la vicepresidenta, Carmen Calvo, conociera sus planes cuando ese lunes se descuelga anunciando que no habría oferta alguna «a los partidos que de una forma u otra cuestionan el orden constitucional y los valores de la democracia».
Los conocedores del partido y del líder recuerdan que las nuevas reglas son así: tampoco Sánchez anticipó ni consultó a Ferraz la moción de censura de 2018. Ahora bien, ¿tiene suelo seguro en el PSOE o volverá a moverse bajo sus pies? Se verá en los próximos días. De momento solo un recalcitrante como Juan Carlos Rodríguez Ibarra ha echado un órdago, al decir que abandonará el partido si el pacto se consuma. Pero la principal figura histórica, Felipe González, ya ha amagado un envido al criticar que el acuerdo haya empezado por reparto de cargos y no por contenidos (curiosa alegación por incierta, dado que en teoría el Gobierno no se definirá hasta después de la investidura y los diez puntos básicos programáticos sí se han adelantado desde el primer momento).
A su favor cuenta Sánchez con las bases, que están convocadas a ratificar el acuerdo el sábado 23. Si los «barones» quieren revolverse, o más bien si pueden hacerlo, tendrán que rebelarse antes, esta próxima semana.
Y Ciudadanos, ni se sabe ni contesta
Falta también saber si maniobrará el PP, que aparece en un evidente «shock», y en primera instancia Ciudadanos, donde por ahora ni saben ni contestan por los imponderables del vacío de poder. No se puede perder de vista que en la mañana del lunes, antes del volantazo de Sánchez, pese a su desplome electoral el partido naranja parecía el más cercano al PSOE. Y es muy evidente que el punto sobre Catalunya del acuerdo Sánchez-Iglesias está mucho más escrito para Ciudadanos (hablando de «problema de convivencia») que para Unidas Podemos.
El problema aquí vuelve a ser de tiempo. La Gestora que llevará las riendas tras la marcha de Rivera no echará a andar hasta el día 30, una semana después de que las bases del PSOE hayan hablado. La mejor colocada para liderar la formación es Inés Arrimadas, pero todo está por decidirse. Nada más desaparecer el hiperliderazgo de Rivera ya se han sucedido otras renuncias (Girauta) o rectificaciones (Juan Marín, líder en Andalucía, ha dicho hoy que fue un «error» no facilitar con la abstención que Sánchez llegara a La Moncloa tras el 28-A).