
Subir al escenario que ha sido testigo de grandes estrenos de la historia de la música, como ‘La Consagración de la Primavera’ de Igor Stravinsky, «hace que la emoción esté servida y que conviertas ese momento en la mejor experiencia musical», ha expresado la OSE tras su actuación ayer en París. Es lo que hicieron los músicos de la Orquesta de Euskadi que, capitaneados por su titular Robert Treviño, exprimieron la oportunidad de disfrutar de este teatro y supieron al mismo tiempo dar buena cuenta del momento musical en el que se encuentra la Orquesta.
Abrieron con ‘Ravel’, en un guiño a los orígenes de Ziburu del compositor, para interpretar ‘Rapsodia española’ y ‘La Valse’. Las dos obras están escritas con gran imaginación tímbrica y colores orquestales y atrajeron de inmediato el interés del público. En la segunda parte, la Orquesta atacó ‘La canción de la Tierra de Mahler’. Se trata de una obra compuesta durante uno de los períodos más dolorosos de la vida del compositor y reúne seis canciones que celebran los gozos de la vida y reflexionan sobre la pérdida y la muerte. Los versos fueron cantados por dos intérpretes mahlerianos de primera categoría: la mezzosoprano Jennifer Johnston y el tenor Corby Welch.
La incorporación en el programa de esta difícil obra para el debut en el Théâtre des Champs-Élysées está dirigida por la intención de Robert Treviño de mostrar la capacidad y buena forma de la OSE. «Todos juntos hicieron un buen equipo y supieron mostrar con altura musical la madurez interpretativa que exige la partitura de Mahler», han resumido en una nota.
El público fue «muy exquisito y respetuoso» y no arrancó sus bravos hasta que Treviño bajó la batuta. «Solo entonces, el silencio y recogimiento en el que deja el movimiento final de ‘La canción de la tierra’ fue roto por los largos aplausos de la sala, sorprendida por el poderoso sonido y calidad musical de la Orquesta». Treviño aprovechó para agradecer su presencia y explicar que el estreno de la OSE en París coincide con los 80 años del primer Gobierno Vasco en el exilio, pero sobre todo para mostrar con satisfacción esta «muestra de la cultura vasca y de los grandes músicos que tiene». La repetición del último movimiento de la ‘Rapsodia española’ de Ravel sirvió para despedir una noche ya «histórica» en la trayectoria de la Orquesta Sinfónica de Euskadi.
Tras este estreno, la agrupación vasca pasará el testigo del escenario a orquestas como LA Filarmónica de Viena dirigida por Andris Nelsons y a la Philharmonia Orchestra con Esa Pekka Salonen. Y dirigirá su nuevo reto internacional a la ciudad de Estambul, otro epicentro cultural de gran importancia al que llegará el próximo 9 de marzo, según han avanzado desde la OSE.

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