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Seis estrategias para motivar a los niños a estudiar en casa, de la mano de expertas en sicología

¿Cómo motivar a los niños a estudiar en casa en una situación anómala como la que vivimos? Expertas en sicología y educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) ofrecen seis claves para ello: priorizar las mañanas, fomentar la concentración en espacios fijos, promover actividades que fomenten la creatividad y la curiosidad, fijar objetivos pequeños y concretos, adaptarse al niño y mantener lo acordado.

Con el cierre de centros educativos, los hogares se han convertido en aulas improvisadas. (Raúl BOGAJO/FOKU)
Con el cierre de centros educativos, los hogares se han convertido en aulas improvisadas. (Raúl BOGAJO/FOKU)

El confinamiento y las medidas de distanciamiento social no están facilitando el aprendizaje de los más pequeños en casa. Tampoco el estado emocional. Según un informe publicado hace unas semanas en la revista ‘The Journal of Pediatrics’, los tres síntomas que los niños sufrieron más durante el confinamiento en China fueron irritabilidad, tristeza y depresión.

«Los niños no se encuentran en una situación de aprendizaje ideal u óptima. Es evidente que estamos viviendo una situación en la que el miedo, la tristeza o la rabia están presentes en la vida de muchas personas», subraya Amalia Gordóvil, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.

Pero además del estado emocional, hay otros obstáculos que dificultan poder montar el colegio en casa, remarca. Recuerda que el estudio virtual requiere planificación y autodisciplina, y no todos los niños pueden poner en marcha estas habilidades al mismo ritmo. «Y eso sin contar con que en casa aumentan las distracciones, que interfieren en la atención sostenida y la capacidad de concentración, ambas necesarias para el estudio», señala Gordóvil.

Establecer rutinas, hábitos y espacios fijos para el estudio

Adriana Ornellas, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación y coordinadora del grupo de investigación eTIC de la UOC, aboga por establecer hábitos y rutinas, priorizando las mañanas, cuando los niños están más activos y dispuestos a participar, para que los docentes establezcan las conexiones con el grupo de clase y los estudiantes se conecten a los entornos virtuales, conozcan las tareas asignadas, planifiquen el trabajo y hagan actividades.

Después, es importante «destinar un tiempo del día para el paseo, el juego y la actividad física en los espacios exteriores, ahora que se han flexibilizado las medidas de confinamiento. Las tardes son más apropiadas para leer, escribir, pintar, escuchar música, hacer tareas conjuntas o conectarse virtualmente con amigos y familiares».

Otro de los consejos, fomentar la concentración en espacios fijos. «Si intentamos que estudien en un espacio lo más aislado posible, con todo el material necesario, les estaremos ayudando a reducir estímulos externos. Así evitaremos interferencias de otras personas y que tengan que levantarse para buscar material», señala Gordóvil.

Las «cinco C»

En opinión de Ornellas, la clave está en promover actividades de aprendizaje que incluyan las «cinco C»: contexto, creatividad, curiosidad, control y colaboración. ¿A qué se refieren exactamente?

«La primera a conectar el aprendizaje con los conocimientos y las experiencias previas, articulando lo que se aprende con la realidad que se está viviendo; la creatividad se logra estimulando la resolución creativa de problemas reales y significativos; en cuanto a la curiosidad, se trata de procurar despertar el interés del estudiante por lo que está aprendiendo; el control se refiere a que los estudiantes puedan influir en lo que aprenden y elegir cómo lo aprenden, y respecto a la colaboración, la idea es promover la interacción y el trabajo en equipo entre los estudiantes y las familias».

Zenaida Aguilar, profesora colaboradora del máster universitario de Psicología Infantil y Juvenil: Técnicas y Estrategias de Intervención de la UOC, destaca la importancia de fijar «objetivos pequeños y concretos», de lo contrario se puede generar un sentimiento de frustración en los estudiantes.

«En la situación actual, la prioridad de nuestro cerebro es adaptarse y sobrevivir. Hay que darse cuenta de que los ritmos van a ser diferentes y no podemos pretender que estudien lo mismo que cuando iban al colegio todos los días», sostiene.

Adaptarse a cada niño y niña

También los adultos y el profesorado deben adaptarse al niño porque «no todos los niños tienen la misma capacidad de atención ni la ponen en práctica de la misma manera. Hay niños que en movimiento retienen más, otros lo hacen pintando, a algunos lo que les funciona es aprender a partir de enseñar a sus peluches o trabajando junto con mamá o papá… Con los descansos también hay que adaptarse a cada niño y niña, ya que la capacidad de concentración varía».

Aguilar inciden también en que «si todos en casa saben los horarios de los demás y se respetan, será más sencillo mantener un orden necesario tanto para el aprendizaje como para que los padres puedan trabajar, si lo hacen desde casa, o tengan su espacio de tiempo individual. De lo contrario, la situación puede desbordarnos».

Considera «fundamental ser congruente con lo pactado. Al fin y al cabo, lo mejor que nos deja este confinamiento es la posibilidad de conectar con los niños y las niñas y que sientan nuestra presencia, pero esta presencia ha de ser de calidad. Por ello estará bien poder decir ‘ahora no puedo’ o ‘este ratito es para mí’».