El Museo de Bellas Artes de Bilbo acoge hasta el 25 setiembre la exposición ‘Del Greco a Zuloaga’, que regresa a la pinacoteca bilbaina desde Sevilla con ‘La plaza de toros de Sevilla’, del catalán Mariano Fortuny, como novedad. La muestra, conformada con fondos de la galería vasca, ha sido exhibida en los últimos meses con éxito en el Museo de Bellas Artes de Sevilla –ha recibido 115.808 visitantes– en lo que, según ha resaltado la diputada general de Bizkaia y presidenta del Patronato, Elixabete Etxanobe, ha supuesto un ejemplo de «diplomacia cultural». 

Junto al lienzo de Mariano Fortuny recientemente adquirido –procedente del legado de Begoña María Azkue– se podrán ver una treintena de pinturas y esculturas de El Greco, José de Ribera, Francisco de Zurbarán, Bartolomé Esteban Murillo, Francisco de Goya o Ignacio Zuloaga. También se incluyen dos tallas religiosas en madera de Juan de Anchieta y Juan Pascual de Mena.

Naturalezas, retratos y arte sacro

‘Del Greco a Zuloaga’ recorre cuatro siglos del arte del Estado español en una muestra estructurada en tres ámbitos temáticos: paisaje y naturaleza muerta; retratos y arte sacro. Con una estructura idéntica a la mostrada en Sevilla,  incorpora no obstante cuatro nuevas obras, según ha destacado el director del centro, Miguel Zugaza, quien ha subrayado la relación cordial y colaborativa que mantienen ambos centros artísticos.

Entre las obras más destacadas que se podrán visitar se encuentran ‘La Anunciación’ (1597-1600), de El Greco; ‘Santa Isabel de Turingia’ y ‘Santa Catalina de Alejandría’, de Zurbarán; ‘San Pedro en lágrimas’, de Murillo; ‘Retrato de Martín Zapater’, de Goya, y ‘Doña Rosita Gutiérrez’, de Zuloaga.

También se expondrán pinturas de Juan de Arellano, Ignacio de Iriarte, José Camarón, Luis Meléndez, así como una panorámica de la villa de Bermeo de Luis Paret, entre otras.

La pinacoteca bilbaína presentará además por primera vez ‘La plaza de toros de Sevilla’, del catalán Mariano Fortuny (1838-1874), obra adquirida en 2024 y que supone «impresionismo antes del impresionismo». La obra, sin un elemento narrativo, refleja el manejo de la luz y color de un pintor que influyó en numerosos artistas posteriores. El cuadro, subastado en París en 1875, se encontraba oculto hasta su reaparición en una exposición sobre el artista celebrada en 1989 en Barcelona.