El Museo de Bellas Artes de Bilbo exhibe 40 manuscritos de los siglos XII y XIX de la Biblioteca Arriola-Lerchundi

Data

24.10.29 - 25.02.02

Lekua

Bizkaia - Bilbo

La muestra se puede visitar hasta el 2 de febrero.
La muestra se puede visitar hasta el 2 de febrero. (MUSEO DE BELLAS ARTES DE BILBO)

El programa La Obra Invitada del Museo de Bellas Artes de Bilbo reúne en esta edición una selección de manuscritos de la Biblioteca Arriola-Lerchundi. Conservada en Bilbo, es una compilación privada de gran importancia artística y documental por su volumen y calidad. Reúne cerca de 20.000 impresos –entre los que se incluyen 140 incunables– y 15.000 manuscritos, y es fruto de la labor coleccionista del notario bilbaino José María Arriola y su esposa Rosa Lerchundi, que durante décadas han visitado casas de subastas, ferias, anticuarios y librerías de todo el mundo especializadas en coleccionismo bibliográfico

La colección de publicaciones reunida desde 1966, es un ‘mar de papel’, un auténtico ‘océano’ de autores, títulos y temáticas, que precisa de una brújula, que ayude al visitante a navegar entre sus hojas. A esta tarea se ofrece José Luis Gonzalo Sánchez-Molero, especialista en historia del libro y de las bibliotecas. Ofrecerá una conferencia el próximo día 12, a las 18.30 en el Museo de Bellas Artes.

La biblioteca de Arriola y Lerchundi se da a conocer ahora al público a través de una selección de 40 manuscritos datados entre los siglos XII y XIX, representativos de la excelencia de un conjunto reconocido por expertos y bibliófilos, y cuyo objetivo es la conservación y el estudio de libros históricos. Se presentan acompañados de obras de arte del museo con las que comparten cronología o temática.

En la exposición se pueden encontrar ejemplares de distintas tipologías, desde los preciados libros de horas hasta cartas de privilegio reales o ejecutorias de hidalguía. Junto a ellos destacan por su rareza una Biblia en euskara y por su interés historiográfico, dos cartas autógrafas de Francisco de Goya y una partitura también de propia mano del compositor bilbaino Juan Crisóstomo de Arriaga.

A esta importancia documental de los manuscritos civiles y eclesiásticos se suma su valor artístico, producto de una cuidada ejecución que se manifiesta tanto en la elección de soportes y pigmentos como en el uso de caligrafías, aparato decorativo e ilustraciones.

Con estas características encontramos diversos manuscritos reales: cédulas y nombramientos como los del emperador Carlos V o valiosos privilegios rodados, así llamados porque contienen el sello de los monarcas en una forma circular. También religiosos, como los procesionarios con pentagramas ilustrados y anotaciones musicales para los oficios o los extraordinarios libros de horas para la devoción privada, acompañados por documentos de gran valor histórico como la sentencia de excomunión decretada por el papa Clemente VII contra el rey Enrique VIII de Inglaterra, nombrado ‘defensor de la fe’ por el papa León X.

El arte de la historia

La selección, comisariada por José Luis Merino Gorospe, conservador de Arte Antiguo, se expone siguiendo un orden cronológico y contextualizada con obras de la colección del museo –11 pinturas, una escultura, una acuarela y dos fotografías–, escogidas por su interés artístico y por la proximidad histórica o iconográfica con el contenido de los manuscritos.

La pintura ‘El arca de Noé’ del siglo XIII y la talla en madera ‘San Juan al pie de la cruz’ del siglo XIV, ambas anónimas, abren la cronología acompañando diversos documentos y códices de interés jurídico, histórico o religioso fechados entre los siglos XII a XIV. Destacan el diploma de Alfonso I el Batallador, un privilegio rodado de Alfonso XI y otro de Juan II de Castilla, el libro ‘De Rebus Hispaniae Gothica’ del arzobispo e historiador Rodrigo Jiménez de Rada o el ‘Corpus Iuris Civilis’, el compendio más importante de derecho romano de la historia, realizado por orden del emperador Justiniano I antes de 1477.

Mención especial merecen los cinco libros de horas originarios de París, Rouen y Angers, piezas únicas del arte medieval y renacentista que reciben su nombre por contener plegarias para cada una de las horas canónicas. «Se originaron en los scriptoriums de los monasterios medievales franceses durante el siglo XIII y, más tarde, con la difusión de su uso, se realizaron también en talleres especializados. Con una caligrafía elaborada y hermosas imágenes miniadas sobre pergamino o vitela, se destinaban a reyes y nobles cuyas cuidadas bibliotecas hicieron posible su mejor conservación», han destacado los responsables de la muestra.

El interés caligráfico y el uso de policromía dorada en fondos y nimbos tienen su traducción pictórica en las tablas de Diego de la Cruz y Bartolomé Bermejo, dos maestros de la pintura religiosa española del siglo XV. Esta religiosidad encuentra también eco en la pintura ‘Virgen con el Niño, ángeles y familia de donantes ’(c. 1470), en donde del pintor Berthomeu Baró representa a quienes encargaron la obra, y en la sobrecogedora ‘Piedad’ (c. 1568) de Luis de Morales, probablemente también destinada a la devoción privada.

Con el fin de probar judicialmente la condición noble de un súbdito, que conllevaba, además de prestigio, exenciones y privilegios en el pago de tributos, se elaboraban las ejecutorias de hidalguía. Para conseguirlas era preciso interponer una demanda en las chancillerías reales de Valladolid o Granada. Una vez obtenida, generalmente tras un largo proceso, la copia de la ejecutoria se decoraba con motivos religiosos, como la familia ante imágenes sagradas, y heráldicos, alusivos a su linaje. El número y la calidad de estas ilustraciones dependían de la capacidad económica del comitente.

La hidalguía de la familia Bilbao la Vieja –con la representación más antigua conocida de la Virgen de Begoña sobre su escudo– o la de las casas de Salazar y Butrón, entre otras, queda probada en los documentos de los siglos XVI y XVII expuestos.

En esta sección se incluye la Carta de nobleza Fuentes y Padilla de 1629 que entre sus páginas guarda un retrato del rey Felipe IV que encuentra su correspondencia en el lienzo del museo atribuido al círculo de Diego Velázquez.

En sintonía con estos manuscritos, el excepcional Armorial de los reinos y principales casas de Europa y de la orden del Toisón de Oro de mediados del siglo XVI, iluminado con pan de oro y plata, recoge los principales escudos de armas de la nobleza europea y de una de las órdenes de caballería más antiguas de Europa.

Las dos celadas de la Real Armería de Madrid documentadas fotográficamente por el francés Jean Laurent en 1862 dejan constancia de esta cultura armera y heráldica que surgió en la Europea medieval.

Elaborado para servir de carta náutica, el portulano de finales del XVI y comienzos del XVII muestra una descripción cartográfica con más de mil topónimos de ciudades, islas y ríos de buena parte del Mediterráneo. La pintura sobre tabla ‘Salvator Mundi’ (c. 1420-1435) del Maestro de Retascón incluye también una representación pictórica de la tierra, esta vez en forma de globo y en la que se identifican los tres continentes entonces conocidos –Europa, Asia y África– rodeados por un mar en el que navegan a vela diversas embarcaciones.

Por su trascendencia histórica y cultural, sobresalen un ejemplar único de gran rareza de las Crónicas de Vizcaya (1577) de Miguel de Alonsótegui y una copia de 1630 del Fuero Viejo de Bizkaia, así como importantes manuscritos en euskara, como las 15 cartas del Roncal fechadas en 1616-1617 y la Biblia traducida por Pierre d’Urte en 1700.

Por último, la vista de El Arenal de Bilbo de hacia 1783-1784 reflejada en el lienzo de Luis Paret sirve de marco iconográfico para el conjunto epistolar de 1803 –que incluye dos cartas autógrafas de Francisco de Goya– relacionado con el encargo de un retrato de Manuel Godoy por parte del consistorio bilbaino. También a un fragmento así mismo autógrafo de la partitura de la obertura de la ópera Los esclavos felices del compositor bilbaíno Juan Crisóstomo de Arriaga, y a la tinta que recoge una velada musical en el Bilbao de 1817, realizada por el propio Arriaga. Acompaña también a estos ejemplares el ‘Retrato del poeta Moratín ’(1824), a quien Goya capta en el momento de escribir en unos papeles en los que el pintor dejó constancia de su firma.

El horario de visita es de lunes a sábado de 10.00 a 20.00. Domingos de 10.00 a 15.00. Entradas disponibles en taquilla y en la web.

 

Kokapena

Museo de Bellas Artes
Museo Plaza, 2
Bilbo. Bizkaia