¿Está el mundo preparado para la colorista y esotérica Hilma af Klint?

Data

24.10.18 - 25.02.02

Lekua

Bizkaia - Bilbo

Los cuadros que debían colocarse en el templo diseñado por la artista.
Los cuadros que debían colocarse en el templo diseñado por la artista. (Oskar MATXIN | FOKU)

Hilma af Klint (Estocolmo, 1862–1944) dejó dicho que su obra pictórica que, en vida, solo enseñó a personas de su confianza, no se mostrara hasta veinte años después de su muerte. Para entonces, ella sabía que, por fin, se le comprendería.

Hubo que esperar bastantes más años para que suscitara atención y ahora, casi un siglo después, su gran mundo esotérico –impactante su obra de gran tamaño–, colorista, abstracto y moderno a rabiar se despliega por las salas del Museo Guggenheim de Bilbo, en la que probablemente será una de las exposiciones más visitadas del año. La pregunta que surge es: ¿Está el mundo preparado para la obra de Hilma af Klint? 

El museo Guggenheim de Bilbo ha presentado este jueves su programación de otoño con esta exposición, que lleva el nombre de esta enigmática y atrayente artista sueca –‘Hilma af Klint’, se titula sucintamente– y que estará abierta desde el 18 de octubre al 2 de febrero del año que viene.

Comisariada por dos mujeres, las historiadoras del arte Tracey R. Bashkoff –quien también fue la comisaria de la exposición con la que el Guggenheim neoyorkino reivindicó a esta mujer en 2018– y Lucía Agirre, la muestra encaja con el propósito de la pinacoteca de «recuperar a mujeres artistas que no han sido suficientemente reconocidas», ha apuntado Jose Ignacio Vidarte, director del museo.

Vidarte también ha incidido en que haya tenido que transcurrir un siglo para que Hilma af Klint reciba «el reconocimiento que merece». Porque, a diferencia de la obra de muchas de sus compañeras y compañeros de la época, la suya fue incomprendida y olvidada hasta mucho después de su muerte. 

¿Pero quién era Hilma af Klint? Protagonista de un documental, varias biografías y del largometraje ‘Hilma’ (2023), el biopic que le dedicó el cineasta sueco Lasse Hallström, aunque hoy en día es considerada una de las pintoras más importantes de la historia de Suecia y ha sido reconocida como una de las pioneras del arte abstracto, sigue siendo una desconocida. Como ha explicado Lucía Agirre, todo lo que se diga ahora de ella, dentro de unos años quedará obsoleto, tal es el grado de desconocimiento que hay sobre ella.

Para Agirre, todo lo que permite descubrir es «aire fresco», de tal modo que «mucho de lo escrito y planteado sobre ella» se tendrá que revisar. Es decir, las teorías sobre su vida privada, sus tendencias sexuales o su filosofía de vida, son tan misteriosas como ella misma. «Cuando nos enfrentamos a su trabajo hay que encararlo entendiendo su tiempo. Además, fue una mujer muy relacionada con su entorno que firmó, por ejemplo, para que las mujeres en Suecia pudieran votar y participiço en el grupo ‘Las cinco’, constituida por cinco mujeres artistas y esotéricas», ha destacado Agirre.

En la fotografía, vemos a una mujer joven, de aire austero –falda larga, camisa abotonada hasta arriba y cabello recogido– que posa pensativa, sentada en una silla. Tras ella se aprecian lienzos de grandes dimensiones y cuadros vueltos contra la pared que esconden su contenido. Es una artista, evidentemente. Es una mujer del XIX, en el que las mujeres no tenían derecho al voto, no podían ser miembro de la Academia de las Artes y estaban abocadas a ser el sexo débil. Era una mujer que vivió también un mundo agitado, dos guerras mundiales y grandes descubrimientos científicos.

Algunas intelectuales, como Hilma af Klint, pudieron dedicarse a su arte, pero tenían un mundo oculto, secreto, espiritual, al margen de las convenciones sociales.

Hilma af Klint estudió en la Real Academia de Bellas Artes de la ciudad, donde se graduó con honores en 1887 y se estableció como  artista respetada en Estocolmo, donde vivía de sus pinturas figurativas, que era las que enseñaba en público. Trabajó durante un tiempo como secretaria de la Asociación de Mujeres Artistas Suecas y a temprana edad se involucró en el espiritismo.

Más tarde siguió las ideas del rosacrucismo –cuántas cruces y rosas en sus lienzos–, la teosofía –que hablaba de una religión universal– y la antroposofía, que era un sistema de pensamiento fundado por Rudolf Steiner, que postulaba la existencia de un mundo espiritual objetivo, intelectualmente comprensible, accesible a la experiencia humana. «Estas formas de compromiso espiritual formaban parte del espíritu de la época y eran populares en toda Europa, especialmente en los círculos artísticos y literarios, ya que la gente buscaba reconciliar las creencias religiosas con los avances científicos y una nueva conciencia de la pluralidad de religiones», se puede leer en la página de la fundación Hilma af Klint que, detentada por su familia, busca dar a conocer la obra de esta mujer.

La muestra que se puede ver en Bilbo, que abarca un recorrido completo por su obra, incluye desde sus primeros trabajos de temática tradicional hasta sus series más destacadas, como ‘Pinturas para el templo’, ‘Perceval’ o la dedicada al átomo, así como sus acuarelas tardías.

La artista sueca, que en vida solo expuso parte de su obra, no concedió permiso para mostrar la totalidad de la misma hasta veinte años después de su muerte, al considerar que el «mundo no estaba listo para entenderla». Y bien que produjo, porque de su serie principal, por ejemplo, pintó nada menos que 200 lienzos.

Pasaron veinte años y, en los 60, en plena explosión del pop art, la visión colorista del mundo de esta mujer no interesó. Hasta pasados los años 80, no se la descubrió. Y resulta extraño al ver, por ejemplo, la serie ‘Pinturas para el templo’: concebidas para ser mostradas en un templo helicoidal que nunca llegó a construirse en Nueva York, estas pinturas son espectaculares.

Ha incidido asimismo en que, al final de su carrera, se dedicó a editar y preparar toda su obra para el futuro con cientos de cuadernos y diccionarios que ofrecer claves.

En relación al cuestionamiento que algunos historiadores hacen respecto a la atribución de algunas de las obras de Hilma af Klint, las comisarias de la exposición han aclarado que el hecho de que contara con gente a su alrededor que le "ayudara no quiere decir que la autoría de la obra no fuera suya".

La exposición, que permanecerá en el Museo Guggenheim hasta febrero de 2025, está acompañada de un catálogo ilustrado con textos de Tracey R. Bashkoff y Lucía Agirre, David Max Horowitz y Julia Voss que examinan la trayectoria vital de la artista sueca.

Y volvemos a la pregunta inicial: ¿Está el mundo preparado para la obra de Hilma af Klint?, se les ha preguntado a las comisarias. La respuesta es un «yo creo que sí».

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