Qué razón tiene la letra del tango "Volver", que cantaba Carlos Gardel, cuando dice que veinte años no es nada. No hay más que ver la marcha de las obras de la Y vasca, nombre de la alta velocidad en Hego Euskal Herria, para convencerse de ello. Realmente hablar de alta velocidad refiriéndose a este inacabable proyecto es una contradicción en sus propios términos, porque ayer mismo se anunciaba que sufre un nuevo retraso, al menos, hasta 2029, que ya es margen anunciar retrasos que, de momento, son ya de otros cinco años más, por lo que los retrasos que acumulan son ya 17 años, que, efectivamente, no son nada, o casi nada. Ahora la excusa para el nuevo retraso es el nudo de Arkaute. La velocidad en la ejecución de los diferentes tramos no es uniforme. Y, así, hay zonas en que ya está construida la estación desde hace años, sin que aún se sepa si el tren va a pasar por allí, como en el caso de Ezkio-Itxaso. Un ejemplo de diligencia en la ejecución. Para que el tren llegue a ese punto habría que horadar toda la Sierra de Aralar, obra faraónica, de enorme coste ambiental y que, sin duda, provocaría nuevos retrasos en la ejecución. Así que, después de tantos años de obras, aún no se sabe por donde va a ir el tren, si por Ezkio-Itxaso o por Gasteiz, con recorrido mucho más largo en el segundo caso, con la consiguiente necesidad de mayor tiempo para la conexión con Iruña. Además, al ritmo que van las obras con su continua acumulación de retrasos, el día que se acabe el trazado definitivamente, habrá que revisarlo íntegramente, pues, dado el tiempo transcurrido desde el inicio de las obras, se habrá deteriorado notablemente, generando problemas incluso de seguridad.
Por si todo lo anterior fuera poco, el tren no va a alcanzar los 200 km/h más que en algunos tramos, por lo que haber gastado y seguir dilapidando una ingente fortuna en algo así para tan parcos resultados parece, a todas luces, un despropósito que solo se mantiene porque es tanto lo ya invertido que hay que acabar de cualquier manera. O sea, por pura terquedad política.