Alvaro  Reizabal
Alvaro Reizabal
Abogado

La pedrada de Goya y su gobierno

El problema de las piedras en la donostiarra playa de Ondarreta sigue manifestándose un año sí y otro también, dando lugar a que se hable del mismo con grandes dosis de oportunismo. Cuando Bildu ganó las elecciones municipales y se hizo cargo del gobierno local, desde la oposición y sus medios afines se repetía que la culpa y la responsabilidad de que hubiera piedras era del alcalde, que no ordenaba quitarlas, algo que se tachaba de incomprensible.

Lo que ha quedado en evidencia a lo largo de los años es que el mar nos devuelve la basura que le echamos, y, aunque durante decenios no se vea, con el tiempo, y de forma inexorable, aparece en el litoral. En el caso que nos ocupa, parece evidente que las piedras provienen del actuar humano, y en concreto del derribo de dos infraestructuras que existieron en la zona: la cárcel y la plaza de toros de Ondarreta. No hay duda de que ni una cárcel ni una plaza de toros puedan traer nada bueno.

Visto lo visto, está claro que cuando derribaron esos edificios tiraron al mar todos los escombros que ahora afloran inutilizando la playa. Antes el problema era mayor en la zona más próxima al Tenis, pero el pedregal es cada vez más extenso y más denso, por lo que pisar encima descalzo resulta doloroso, demostrando que el ir quitando piedras incluso con la despedregadora, que es el palabro que utilizan para llamar a la máquina que utilizan para ello, es pan para hoy y hambre para mañana además de un importante gasto. Así que el equipo de gobierno PNV/PSE, mirando hacia otro lado, ha desplazado los toldos a la zona más próxima al Picoloro, alejándolos del Tenis, privatizando esa zona y dejando cada vez menos espacio para quienes no pueden o no quieren pagarlos.

Pero las piedras, que son muy tozudas, siguen ocupando su sitio, que, por cierto, es paulatinamente mayor. Añadamos a esto que en la Concha cada vez hay menos playa cuando sube la marea, y pidamos que nos expliquen de quien es ahora la culpa de este problema. ¡Vaya pedrada la de Goia! 

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