Andoni Lubaki

LAS CÁRCELES DE DAESH

El soldado entra en la celda de una casa del Daesh en la parte este de Mosul. En un barrio rico los yihadistas wahabitas utilizaron una casa de una familia rica como centro de detención. Les tapan las ventanas con barrotes y ladrillos para que no vieran ni la luz del día. Unas pocas mantas en el suelo es todo lo que les permitían tener para protegerse del frío, y en Mosul hace mucho frío.

«Mi primo vive en Alemania desde hace 20 años. Tiene un perro y vive mucho mejor que los presos que tenían aquí» dice el Comandante Suyyar. Uno de sus soldados inspecciona por primera vez las celdas desde que los miembros del Estado Islámico los abandonaron hace pocos días. «No sabemos qué es lo que hicieron con los presos. Los han podido ejecutar o soltarlos». Los delitos pueden variar desde muy graves (utilizar el nombre de Allah en vano, dejar que se le vea la cara en público a tu esposa) como a los menos graves (saltarse un STOP o perfilarse la barba demasiado). Grave o no muy grave debía de ser aterrador estar en un lugar como este.