Aunque en fiestas de Tutera hay muchos momentos y ambientes diferentes, este año han trascendido especialmente las imágenes del comienzo y de la salida de la corrida de toros del 25.
En el txupinazo, entre banderas españolas, mientras sonaba la canción "Que viva España" se insultaba a Pedro Sánchez y se gritaba, como en años anteriores, «puta Pamplona, Tudela capital». Un día más tarde, un grupo de individuos cantaba el "Cara al sol", lanzaba gritos contra Euskal Herria y repetía las referencias insultantes contra Iruñea. Hasta el momento, no consta que UPN −la fuerza a la que pertenece el alcalde Toquero− haya marcado distancia con las expresiones fascistas y los ataques a la capital navarra. Sí lo han tenido, en cambio, para manipular la camiseta de un concejal de EH Bildu en una foto difundida en sus redes sociales o denunciar una pintada como si se tratara de la destrucción de Cartago por los romanos.
No hace falta una compleja investigación para encontrar las conexiones entre los discursos de la derecha españolista y la exaltación fascista. No se trata solo de los legados históricos, sino de apuestas actuales, aunque lejos de asumir la responsabilidad de sus actos, tiren la piedra y escondan la mano. La mayor parte de las derechas se está echando al monte y esta pulsión hacia la brutalidad y el autoritarismo está debilitando a los aprendices de brujo que creen poder jugar con juego sin quemarse. UPN, partido gobernado actualmente por una cuadrilla de mediocres sin la menor visión estratégica, se está dejando comer la tostada y nos ha demostrado que no tiene ningún escrúpulo en cargarse las redes de afectos y conexiones entre las diferentes partes de Nafarroa.
Esa derecha que se presenta como defensora de Navarra prefiere fragmentarla y enfrentar unas zonas contra otras antes que aceptar la existencia de mayorías alternativas. Y es muy clarificador.