Había logrado contenerme durante el último mes de volver a largar por aquí contra "Emilia Pérez", la electrizada película; Emilias Pérez debe haber en el mundo infinidad de señoras. Hasta hoy. Por si, como afirma la deliciosa malévola Esty Quesada, vives debajo de una piedra y no te has enterado, resumo. Karla Sofía Gascón es una actriz madrileña que primero fue aupada al olimpo de la fama como protagonista del dichoso narcomusical, y tras difundirse unos tuits suyos por los que podría liderar Vox, ha sido defenestrada a las cloacas de la cancelación. Llamarla racista y sobre todo islamófoba por sus mensajes se queda corto, porque como dice Esty, cuando tienes que aclarar en una entrevista que no estás a favor de Hitler... Por cierto, hiperrecomiendo el vídeo de Esty Quesada AKA Soy Una Pringada destripando a "Emilia Pérez", la película: es tan agudo como divertidísimo.El hecho de que Karla Sofía sea una mujer trans ha sido tremendamente disruptivo en toda esta polémica, e interesante. Que pertenezcas a un colectivo oprimido no significa que te posiciones políticamente contra toda opresión, ni siquiera que te identifiques con la gente que es discriminada por el mismo motivo que tú. Pero como me decía mi amada Helen Torres, de lo que no se ha querido hablar aprovechando estas semanas de agitación es precisamente del racismo. No del racismo de una, del racismo social, cultural, institucional. Nunca vemos el momento de abordarlo, tampoco en nuestro territorio: por algo será. Hace unos días, otra actriz reivindicaba una de las palabrejas del momento. «No os equivoquéis, la empatía no te hace débil ni woke. Y, por cierto, woke solo significa que te importan los demás», así se pronunció la gran Jane Fonda. Y Gabriel Rufián concluía desde el Congreso: «la emergencia climática es woke, la igualdad es woke, los derechos LGTBIQ+ son woke, Europa es woke, la ONU es woke, pagar impuestos es woke, criticar a Franco es woke, vacunarse es woke, una bici es woke, una plaza con sombra es woke».