Beñat Zarrabeitia

Las joyas de la Corona que dominan el Tour

El pasado 13 de julio se cumplieron 45 años del fallecimiento de Tom Simpson ascendiendo con el corazón al límite y el cuerpo lleno de anfetamitas las duras rampas del mítico Mont Ventoux. Una cima donde el paisaje lunar fascina por su aspecto y dureza. Simpson fue durante muchísimo tiempo el ciclista británico con más relevancia. Las grandes carreras hablaban italiano, francés, euskara, flamenco, español o neerlandes pero el pelotón apenas tenía cabida para ingleses, escoceses o galeses.

A principios de los ochenta, el inglés se fue haciendo con hueco en la serpiente multicolor. El equipo Peugeot apostó por corredores anglosajones como el australiano Phil Anderson, que llegó a pelear por el triunfo en el Tour, o Sean Yates. La irrupción del escocés Robert Millar, el corredor que perdió la Vuelta a España frente a Perico Delgado en una última etapa de la carrera, y de los irlandeses Sean Kelly y Stephen Roche fue cambiado ese paradigma. Algo a lo que ayudaron sus propios triunfos y la entrada en liza del equipo americano Seven Eleven. Firma de supermercados que buscó hacerse un hueco en Europa y lo consiguió gracias a la publicidad y rentabilidad que le otorgaron el Giro ganado por Andy Hampsten, el liderato del canadiense Steve Bauer en el Tour o el maillot blanco que se llevó el mexicano Raúl Alcalá en el Tour.

Seguíamos sin tener prácticamente noticias de los corredores ingleses, si exceptuamos al citado Sean Yates, Malcolm Elliott -ex de Teka o Seur- o el irlandés Martin Earley que defendió los colores de Kas y Fagor. Llegaron los noventa y el equipo Motorola abrió las puertas del profesionalismo a un joven corredor llamado Lance Armstrong. Con apenas 21 años el tejano logró imponerse en una etapa del Tour, algo que repitió dos años después en memoria del malogrado Fabio Casartelli. Campeón olímpico en ruta en Barcelona 92' que falleció bajando el Aspet en la edición del Tour de 1995.

Los australianos seguían con su espacio pero la retirada de Robert Millar -sobre quien actualmente existe una leyenda urbana no confirmada oficialmente de un supuesto cambio de sexo-, Kelly o Roche había dejado huérfanos a escoceses e irlandes. Los primeros tuvieron en Graeme Obree a su gran esperanza, un peculiar corredor que batió el récord de la hora con una curiosa bicicleta. Su registro no fue validado por la UCI, que sí que aceptó la marca de un inglés llamado Chris Boardman. Fue junto a Max Sciandri -hijo de una británica- la mayor representación de la isla en el ciclismo de los noventa. Boardman llegó a imponerse en varios prólogos del Tour y enfundarse así el maillot de líder de la carrera. Durante ese tiempo, el Tour cruzó el Canal de la Mancha para disputar etapas en Inglaterra e incluso salió de Dublin como en la edición de 1998.

Después llegaron los siete Tours de Armstrong, el dominio casi total del US Postal y la irrupción de nuevos corredores llegados de EEUU. Landis, Tyler Hamilton, Leipheimer, Zabriskie, Vaughters, Hincapie... En medio de aquella tiranía de Lance, apareció un contrarelojista escocés llamado David Millar. Un corredor capaz de imponerse en prólogos y cronos largas del Tour.

 

El escocés que salió de la oscuridad

David Millar no era y continúa sin ser un ciclista como los demás, hijo de un píloto de la RAF y de una profesora en Oxford, había nacido en Malta y residía en Biaritz. Volaba sobre la "burra", era capaz de subir el Anglirú y darse la vuelta para protesta por la dureza del puerto sin haber cruzado la línea de meta, corrió con una ikurrina en honor a la afición vasca y la ganó una etapa del Tour a David Etxebarria en 2004. Sin embargo, tal y como ha confesado en su autobiografía "Pedaleando en la oscuridad", Millar fue detenido y acusado de dopaje. El escocés admitió haberlo hecho y fue sancionado. Al margen del castigo deportivo, purgó vitalmente un duro correctivo. El alcohol, la noche, la perdida del control se apoderó de su vida, algo que le llevó a un callejón sin salida.

Actualmente, Millar es uno de los pocos corredores del pelotón que habla sin demasiados tapujos sobre el dopaje. Su libro ha sido todo un éxito y ya ha llegado a las librerías en Euskal Herria. En la actualidad milita en las filas del Garmin y se impuso en la etapa del pasado día 13, coincidiendo con el aniversario de la muerte de Simpson. Un hecho que reconoció haberle impactado. En los próximos Juegos de Londres representará a Gran Bretaña pero nunca ha ocultado su pasión por Escocia y ha representado a su país en el marco de los Juegos de la Commonwealth. Una competición donde la prueba de ciclismo fue ganada por el australiano residente en Oiartzun Allan Davis.

 

El hombre más rápido de la Isla de Man... y del mundo

En la cita de la capital inglesa Millar tratará de ayudar a Mark Cavendish a ganar el Oro. El sprinter de 27 años nació en la Isla de Man. Una pequeña dependencia de la Corona Británica con gobierno autónomo formada por una isla principal y algunos islotes situados en el mar de Irlanda. Es uno de los mejores velocistas de los últimos años, prueba de ello es que de momento se ha impuesto en 21 etapas del Tour de Francia.

Rápido, potente, agresivo, polémico, no hay duda de que Cavendish es uno de los focos de atracción allí donde participa. Debutó con T-Mobile y tras pasar por la estructura de High Road, Columbia y HTC, finalmente este año ha firmado por el Sky. Su popularidad es notable y la relación que mantiene con una modelo habitual de las páginas de los tabloides le otorga aún mayor relevancia en la prensa rosa del Reino Unido.

 

Bradley Wiggins, "Do the Evolution"

A diferencia de las anteriores escuadras en las que ha militado el sprinter de la Isla de Man, el Sky cuenta con otros referentes en su equipo. El más importante se trata de Bradley Wiggins. Un ex pistard con el que Cavendish compartió días de gloria en los velódromos. Ahora, con apenas 69 kilos, una delgadez extrema para sus 190 centímetros y una capacidad de sacrificio y mejora manifiesta, Wiggo es el líder del Tour de Francia.

Hijo de un ciclista australiano que sufría grandes problemas con el alcohol, Bradley nació en Gante pero pronto se trasladó a Londres junto a su madre tras escapar de su progenitor. Quiso volar sobre la bicicleta y en ese camino está, en el de hacer historia. No lo ha tenido fácil, al margen de su difícil infancia, también pasó un duro periplo que le llevo a beber más de la cuenta.

Recuperado y centrado en la carretera y no tanto en la pista -aunque compitió en los Juegos de Beijing por ejemplo-, en las filas del Garmin logró hacer cuarto en el Tour antes de pasar al Sky. En el conjunto inglés el triunfo en la Grande Boucle se ha convertido casi en una obsesión. Gran admirador del estilo mod -la marca de ropa Fred Perry tiene una línea completa en su honor- y de grupos como Pearl Jam o los oscursos Joy Division, no es un ciclista al uso.

Su padre fue encontrado muerto en Australia tras protagonizar varias peleas, entre los efectos personales que le encontraron destacaba un album en el que recopilaba todas las imágenes e informaciones sobre su hijo. Una historia triste que ha marcado la vida de un corredor que ha pasado de la pista a dominar la crono y subir como el que más en las mejores carreras del mundo.

 

La fuerza del keniata

Wiggins tiene todas las papeletas para vencer en el Tour, pero su mayor contricante está también en el equipo Sky y se llama Chris Froome. Una auténtica bestia sobre la bici, con un motor inmenso, Froome se quedó a un suspiro de ganar la última Vuelta a España y se ha llegado a mostrar tan fuerte o más que Wiiggins durante el Tour. Es la mayor aparición de los últimos años, en apenas 10 meses ha pasado de ser un auténtico desconocido a toda una referencia del pelotón mundial. Un inoportuno pinchazo en la primera semana le ha hecho acumular un retraso cercano a los dos minutos.

Froome tampoco es un corredor al uso y al igual que sus compañeros tiene una curiosa historia personal. Nacido en Nairobi, la capital de Kenia, y con 15 años se trasladó a Sudáfrica. Defendió los colores de la selección de Kenia en aficionados y comenzó a correr en las filas del equipo surafricano del Barloword. En 2008 obtuvo la nacionalidad británica y en 2010 firmó por el Sky. Había pasado prácticamente inadvertido hasta la pasada Vuelta a España donde comenzó trabajando para Wiggins y acabó lanzando durísimos ataques contra el finalmente ganador Juanjo Cobo.

En la presente edición del Tour ocupa el segundo lugar, ya ha ganado una etapa y está realizando un gran trabajo para Wiggins. Sin embargo, no son pocas las voces que señalan que incluso tiene más fuerza que el capitán de su escuadra, llegando incluso a dejarle descolgado antes de ser parado por Sean Yates desde el coche del equipo. El ritmo que imponía Froome era demasiado duro incluso para Wiggins. Despiste, arranque, cambio de ritmo mal medido o pulso, lo cierto es que el Sky de momento ha sabido mantener la calma y todos coinciden en señalar que Wiggo sigue siendo el referente.

Desde luego, Sky no quiere que se repitan los casos de 1985 y 1986 con Lemond e Hinault en el equipo La Vie Claire, en 1996 con Riis y Ullrich en el Telekom o 2009 con Contador y Armstrong en el Astaná. Eso en el Tour, porque en el Giro ya ocurrió también en el Carrera de 1987 con Visentini y el finalmente ganador Roche o las Vueltas a España de 1998 con Olano y el difunto Chava Jiménez o la de 2002 en el Kelme de Óscar Sevilla y Aitor González.

Desde luego, queda una semana de carrera, todo por decidir, pero no cabe duda de que en los últimos 20 años el ciclismo ha cambiado de polos. Al margen del mayor peso específico ganado por alemanes, noruegos, luxemburgueses o kazajos y la práctica desaparición de los colombianos en la élite, no cabe duda de que los anglosajones son uno de los grandes referentes. El inglés Wiggins, los británicos Froome y Cavendish, el escocés Millar, el galés Geraint Thomas, el irlandés Nicolas Roche, el canadiense Rydes Hesjedal, los australianos Evans, Gerrans, Rogers, Porte, Allan y Scott Davis, los estadounideses Van Garderen, Leipheimer, Zabriskie o Horner son buena muestra de ello.