Iñaki  Soto
Iñaki Soto
GARAko Zuzendaria / Director de GARA

Frena velocidad, que no lo entiendo

Sonaba y sonaba esa cantinela y al final se ha confirmado: las elecciones a Ajuria Enea serán el 21 de octubre. Personalmente, sin embargo, no entiendo la decisión de PSE de adelantar las elecciones. La causa directa parece la imposibilidad para sacar adelante los próximos presupuestos. Supongo que habrán intentado negociarlos con el PP, por un lado, y con el PNV, por el otro. Es lógico que el PP no haya accedido. En el caso del PNV tengo más dudas. Difícil apoyarlos, pero no tanto dejarlos pasar.

Creo que de esos tres partidos el PSE es, paradójicamente, el que mejor se ha posicionado en este momento. Desconozco la situación de las arcas públicas, pero de tener liquidez suficiente para acabar el año y si no se prevé una hecatombe total de aquí a esa fecha, creo que lo más inteligente hubiera sido aguantar. Porque el PP, también en Euskal Herria, está totalmente lastrado por el Gobierno de Mariano Rajoy. Ni el rescate, ni su ímpetu recentralizador ni, por supuesto, su nula gestión del proceso político vasco van a ayudarle en estas tierras, ya de por sí bastante hostiles a su programa. El PSE ha logrado posicionarse como alternativa a la postura del PP, aunque en todos esos temas su postura sea terriblemente timorata.

La posición del PNV ante esta crisis es complicada, porque a estas alturas el conservadurismo no resulta creíble (recortar, menguar, diezmar… casan mal con conservar), y porque sus obsesiones con la izquierda abertzale llevan a sus líderes a mantener tal tono de hostilidad que, vistas las matemáticas post-electorales, le abocan a pactar con el PSE (sí, el partido del usurpador). [Tampoco sé cuál es la situación real de las arcas vizcaínas ni de Kutxabank, datos tanto o más importantes que los del Gobierno de Lakua]. El PSE logra, aunque sea por lo pelos, colocarse a su izquierda.

Asimismo, el frente amplio articulado en torno a EH Bildu ya ha lanzado la carrera a Lehendakaritza, con una candidata solida como Laura Mintegi, lo que le da una ventaja competitiva. La única opción de Patxi López aquí era apartarse y dejarle esa pelea al PNV.

En unos pocos meses, a la velocidad a la que transcurren los acontecimientos, esas tendencias solo podían reforzarse, con la variable de que el PNV podría tomar aire por la inercia de un Gobierno nefasto en lo táctico y EH Bildu quizás desgastarse por haber lanzado el sprint desde demasiado lejos.

A menudo en política las razones últimas de decisiones como esta son las más peregrinas que se nos ocurren. Por ejemplo, puede que en una coyuntura anterior la decisión del adelanto ya estuviese tomada y que el aparato ya hubiese puesto sus mecanismos en marcha. Los planes de «comunicación» pueden arrasar con todo, incluso con los últimos vestigios de inteligencia política. En la actividad electoral moderna las agendas «comunicativas» –como puede comprobarse, insisto en las comillas–, son los cinturones de castidad de lo que antes se llamaba cintura política.

Con el adelanto, Patxi López da la razón al resto sobre su incapacidad para gobernar. Le guste o no, se aparta y abre la pugna entre la izquierda abertzale y el PNV. ¿Por la hegemonía dentro del nacionalismo vasco? En mi opinión, no. La verdadera lucha, la determinante para el futuro del país, es por la centralidad política en Euskal Herria.

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