OROITZAPENA
Padre de la «terapia de choque» que instauró el capitalismo salvaje en Rusia
“Yegor GAIDAR“
(1956-2009)
Yegor Gaidar murió de trombosis en la madrugada de ayer en su dacha de Odintsovo, en las afueras de Moscú, donde trabajaba en un nuevo libro.
Gaidar hizo honor a su apellido -seudónimo de uno de sus abuelos, se puede traducir como «el que va por delante»- al dirigir sin que le temblara el pulso la «terapia de choque» que dilapidó los restos de la URSS y alumbró, con un proceso de privatización salvaje, el capitalismo mafioso en Rusia.
Al igual que los magnates que se repartieron las riquezas del gigante euroasiático a precio de saldo, Gaidar también provenía del régimen anterior. Vivió su infancia en la Cuba revolucionaria, donde su padre cubrió como corresponsal militar el triunfo de los barbudos, la invasión de Playa Girón y la crisis de los misiles. Sus abuelos, sobre todo Arkadi Gaidar, fueron famosos escritores soviéticos.
Economista brillante -graduado con honores en la Universidad de Moscú-, fue miembro del PCUS hasta 1991, cuando lo abandonó junto a Yeltsin. Pero antes había sido consejero económico de Gorbachov, quien sostiene que las ideas impetuosas de Gaidar provocaron el rápido y dramático desplome de la URSS. «Gaidar me decía que yo pretendía cortar 33 veces la cola al gato, cuando había que hacerlo de un solo golpe».
Y a fuer que lo hizo. Avalado por Yeltsin -fue primer ministro de facto durante la crisis que acabó con el bombardeo del Parlamento díscolo en 1993- y superministro de Economía hasta su dimisión en 1994. Pero el trabajo de Gaidar y de su «gobierno en pantalones cortos» estaba hecho: La riqueza pública estatal desapareció, así como el control de precios, lo que provocó una inflación galopante y una depauperación general, granjeándole el odio de los rusos.
Crítico con la guerra a Chechenia desde 1994 y defensor a ultranza del liberalismo salvaje -pese incluso al desplome de la economía rusa en 1998-, «el que va por delante» supo salir de escena cuando Putin llegó al Kremlin en 2000. Desde entonces escribía libros, impartía conferencias... No molestaba, en definitiva, lo que explica las loas que le dedicaron ayer los hoy amos del Kremlin.