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Otsabio y Laparmendi, apéndice de Aralar

El camino entre Otsabio y Laparmendi regala panorámicas agradables.
El camino entre Otsabio y Laparmendi regala panorámicas agradables.

Existen en Gipuzkoa montañas modestas que sirven para formar montañeros. Una de ellas es el Otsabio y su cordal rocoso SW, que llega hasta el pie de monte de las Malloas del macizo de Aralar (Bedaio o Azkarate). A pesar de encontrarse un tanto olvidados, el cresterío cimero es natural y conserva una vegetación autóctona de interés.

Un autor que tanto ha hecho por la promoción de nuestro relieve como Juan Mª Ansa, autor de numerosos artículos y libros, publicó en el año 1991 la obra ‘Itinerarios de montaña. Entre el Urola y el Bidasoa. Tomo I: Ernio Murumendi’, que sigue siendo actual y válida para completar esta excursión en redondo. Cuando el GPS es asumido por cada vez más deportistas, seguir las indicaciones de guías escritas (como la citada) resulta, quizá, como volver al pasado, en un ejercicio enriquecedor, porque paso a paso nos descubre los misterios de la montaña por donde caminamos.

Punto de partida: Altzo

Altzo muño, cuna de D. Miguel Joaquín de Elizegi –‘El gigante de Altzo’–, es la localidad para iniciar la excursión. Sin embargo, hasta el cercano collado de Arrima o Elordi, donde existe una estación de gas, puede llegarse con coche por estrecha carretera. Eso evita al deportista el asfalto que tanto odia. La ruta Otsabio-Laparmendi comienza en la iglesia de la Asunción de Altzo. Siguiendo la carretera GI 3620, tomando la bifurcación a la izda, guiados por balizas roji-amarilla blancas (GR y PR) y superando varios caseríos, se llega a la estación de gas donde comienza el camino de monte.

En el primer cruce con otra pista que se atraviesa, donde se abandonan las marcas, el deportista seguirá por la que trae en continuo ascenso, olvidándose de cualquier desvío. Es un ancho camino-pista recuperadoque ha sustituido al viejo camino «Lorbide», que ganaba altura más directamente que la vía actual, que con muchos y cómodos lazos alcanza el rellano de Goinxo, donde se puede recuperar el aintzinako bidea, pero se recomienda continuar por la pista, y siempre sumergidos en un bosque de altas coníferas.

El pinar da paso a un sector de hayas trasmochadas, ya cerca de la cima. El ahora camino cercado por un precioso murete, con marcas de pinturas anaranjadas, guía al montañero hasta la cima de Otsabio, donde hay dos buzones, tres cruces y un índice geodésico. La cumbre se convierte en un excelente mirador de valles y montañas, destacando las alturas de Ernio y Aralar (Txindoki y Malloak).

Los montañeros, tras un corto descanso, continuarán el recorrido siguiendo el molesto cresterío kárstico, por sendero poco transitado que avanza entre rocas descompuestas y territorio de cazadores, dado que en la cresta superarán los excursionistas numerosos puestos elevados numerados.

Soberbias vistas

En el espacio despejado de Austokieta el panorama es de recibo y, al final del mismo, en el puesto 30 –Paso de Zizitokieta–, el deportista inicia el ascenso, pasando antes por dos collados, hacia la atractiva y rocosa cima de Pagotxiki, más conocida por Laparmendi, la más alta del cordal. Una pequeña cruz que recuerda un suceso del siglo pasado corona la cumbre y regala unas soberbias vistas. Desde aquí, con un coche auxiliar, o con un bus de club, se podría continuar hasta Bedaio o Azkarate y así completar un bello y recomendable itinerario.

Sin embargo, en esta salida se retorna al collado de Zizitokieta, donde se toma una pista, se sigue por el ramal que sube a la derecha y allí, en un terreno mixto, misterioso y secreto, nace un trayecto muy marcado con marcas rojas que conecta al montañero sin dudas hasta los últimos tramos de la ascensión al Otsabio. Ahora solo queda seguir el itinerario de subida, con la única variante de que en el rellano de Goixo se puede tomar el viejo camino para -por Baldako txabola- volver a recuperar el camino tradicional, hasta Arrima o Altzo muño.