El sector panadero artesanal ha intentado varias veces poner en marcha un distintivo de calidad de este tipo. ¿Qué objetivo persiguen con la marca protegida?
Poner en valor el sector y el oficio. El proyecto surge a petición del sector con dos objetivos: reconocer al propio sector y recuperar o proteger en cierta medida el canal tradicional de venta que es la panadería de toda la vida, porque en los diez últimos años se está viendo una migración de venta de pan a otro tipo de canales. El desarrollar un pan local se vio como una alternativa para poder atraer a la gente al punto de venta.

Eso se refleja en el precio, ¿verdad?
El precio es libre, muy variable. Depende de cada obrador, de la competencia… Queremos que Euskal Ogia dignifique el oficio, el sector y la elaboración artesanal. La mano de obra hay que pagarla. El precio es más o menos un 15%-20% superior.  

Euskal Ogia está a la venta desde el 9 de octubre. ¿Qué respuesta está teniendo por parte de los consumidores?
Una tendencia muy clara es que en la mayoría de los obradores todos los días se acaba. En parte porque las tiradas no son muy grandes, porque se quiere dignificar el producto; pero que en un sector en el que la clientela es super fiel entre gente que no es cliente habitual preguntando por el producto, ya es una muy buena conclusión. La gente pregunta y se lo lleva, hay encargos, muchos van expresamente a por él... Lo bueno es que quien se lo lleva, repite.

Y por parte del sector, ¿hay interés por el certificado?
Hace un par de semanas hicimos una jornada de dinamización y comunicación del proyecto al primer sector alavés. Participaron pocos productores porque la época no es la mejor,  ahora se está sembrando el cereal que vamos a cosechar el año que viene y que utilizaremos para nuestro pan. Pero sí,  se está trabajando con el sector, se está comunicando la posibilidad, y hay gente que está interesada. De hecho, el año que viene ya tenemos un productor nuevo.

¿Qué peso tiene el sector del pan en la Comunidad Autónoma Vasca?
Representa más o menos 400 millones de facturación, un 0,2% del PIB de Euskadi, y aporta casi 30 millones de euros en cotizaciones sociales. Los obradores y los puntos de venta tienen una mano de obra importantísima.