Aritz Intxusta
Redactor de actualidad
Elkarrizketa
Xosé María Torres
Vocal sobre patentes de Farmacéuticos Mundi

«Si liberas una patente de EEUU, ya sabes quién se va a enfadar»

Los mejores historiadores no ocupan cátedras, trabajan como profesores de instituto. Y para localizar a uno de los mayores expertos en patentes de medicamentos del Estado, vocal de la ONG Farmamundi, hay que acudir a una farmacia de Ortigueira.

Xosé María Torres, trabajando en su farmacia.
Xosé María Torres, trabajando en su farmacia.

¿Es posible liberar una patente como la de las vacunas del coronavirus?
El mecanismo se llama licencia obligatoria. Existe en las normas de la OMC desde su constitución en 1995. La posibilidad ya existía antes. La OMC y sus impulsores, EEUU y Europa, lo que hicieron fue santificarlo a nivel global. EEUU ya tenía las licencias obligatorias dentro de sus leyes antimonopolio, con ese nombre o con otro. De hecho, allá las han aplicado. En España, desde el año 95, nunca se han puesto en práctica. Las licencias obligatorias entran dentro de la propiedad intelectual pero no afectan expresamente a los medicamentos, sino a cualquier producto que pueda patentarse. Los medicamentos son su aplicación más evidente, pero las licencias obligatorias están preparadas para otorgarse sobre cualquier invención o producto tecnológico.

¿Qué debe suceder para poner el mecanismo en marcha?
Hay un procedimiento que figura en el Articulo 31 de los ADPIC [Acuerdos por los Derechos de Protección Intelectual relacionados con el Comercio], que son los acuerdos fundamentales de la OMC. Está regulado perfectamente. Debe darse una situación de emergencia, no necesariamente de salud pública, y tiene que declararla el Estado. No puede concederse, por ejemplo, una licencia obligatoria para toda la UE, debe ser cada país. Israel, a comienzos de la pandemia, en marzo del año pasado, concedió una licencia obligatoria para la fabricación en Israel del lopinavir/ritonavir, de nombre comercial Kaletra. Era un antiretroviral que se usaba para el sida y, en aquel momento, parecía que tenía utilidad. Luego fracasó, no funcionaba, pero Israel sí que concedió. Y eso que el fabricante del Kaletra era un laboratorio norteamericano. Esta es otra característica importante, un país puede conceder licencias obligatorias de un medicamento de cualquier  otro país. Pero, claro, si liberas una patente de una empresa de Estados Unidos, ya sabes quién se va a enfadar.

El ejemplo que me ha puesto, Israel, no es el de un país comunista, precisamente.  
Los israelíes no son de ultraizquierda, precisamente, no. Pero lo hicieron. Había una emergencia y el Gobierno declaró esa emergencia. Lo siguiente que tuvieron que cumplir fue contactar con el laboratorio fabricante y negociar el precio. Esto es obligatorio. Si el laboratorio no baja el precio, o lo hace de una forma insuficiente, puedes conceder una licencia obligatoria para que el medicamento lo fabrique otro laboratorio de tu país o, incluso, puedes importarlo de un país donde no exista una patente. Muchas veces de donde se importa es de la India, porque ahí hay una industria muy potente y de muy alta calidad. Pero en la India también funcionan las patentes. Por otro lado, sabes que, de conceder una licencia obligatoria, vas a tener en frente a la gran industria y al estado matriz de la empresa.

Una especie de expropiación.
Sí, pero no una expropiación al uso. Es una suspensión, porque la patente sigue siendo propiedad del laboratorio, queda suspendida. Se tiene que suspender por tiempo finito, aunque lo común es que sea por el tiempo que le queda a esa patente, que suelen tener una duración de 20 años. Y tiene que ser para un uso no comercial. El uso debe de estar patrocinado por el Gobierno para atender a la emergencia. La última condición es seguir pagando al laboratorio unos royalties, que son muy pequeños, del 3%, 4%… Estas licencias obligatorias se aplicaron en EEUU de modo habitual.

¿Por ejemplo?
En el año 2001, al mes siguiente de los atentados del 11-S, se produjo la Crisis del Ántrax.  

Lo recuerdo, aquellos sobres con polvo blanco...
Hubo una sicosis al descubrirse que aquel polvo era ántrax, una enfermedad de las ovejas. Es un producto tóxico que produce una infección respiratoria más o menos grave. No es para tanto, pero fue una sicosis. George Bush, que estaba al mando de la nave en aquel tiempo, no llegó a decretar una licencia obligatoria, pero sí que amenazó al propietario del medicamento, a Bayer, que tenía el antibiótico contra el ántrax, Cipro. Bush le dijo a Bayer que le entregara cien millones de dosis de Cipro a un precio muy baratito o se lo expropiaban con una licencia obligatoria sobre ese medicamento. Hubo una negociación y, al final, Bayer, que era la única  en el mundo que tenía el remedio contra el ántrax, cedió y bajaron drásticamente el precio para evitar esa licencia obligatoria. Y tenemos que considerar que, en toda la Crisis del Ántrax, creo que solo hubo una muerte. No fue una crisis de salud pública. Ahora, uno se pone a pensar en el covid o en la hepatitis hace cinco años, o del sida… Ahí vemos que tras el mecanismo de las licencias obligatorias se esconde una capacidad de poder.

En el covid, sin embargo, una circunstancia que lo complica todo. Los países que no pueden pagar las vacunas son, además, los que no tienen una industria para fabricar vacunas propia.
La iniciativa a nivel mundial para liberar las patentes, la que presentaron Sudáfrica y la India en octubre y que sigue sin aprobarse, es una iniciativa que no funciona a nivel práctico. Seamos francos, si se suspendieran ahora todos las patentes de todas las vacunas, la situación sería la misma. El cuello de botella es la fabricación. Hay un oligopolio de compañías. En España solo hay una empresa que produce vacunas.

Biofabri, la que está en O Porriño. Sé que la ha fichado Novavax. Lo que usted quiere decir es que ya todos están produciendo. Todas las fábricas están pilladas.
Las vacunas no son medicamentos comunes. No los puede fabricar cualquiera. En el caso del lopinavir te tienes que hacer con el reactivo y luego formular un comprimido, algo relativamente sencillo. Las vacunas son más complejas. Son inyectables, vienen en viales, los antígenos requieren salas estériles de nivel 3… Ahora mismo, pienso que apenas se adelantaría nada. Lo que está en juego es una cuestión más de fondo. Pero... ¿y si hubiera sido fácil fabricar un remedio contra una epidemia así como ocurrió con los medicamentos contra el sida o la hepatitis? Algún día había que decir al mundo lo que han dicho Sudáfrica y la India. Piensa que solo están pidiendo aplicar algo que ya está en la OMC, algo que aprobaron los países ricos.

Quizás, aunque no se fabricara más rápido, sí que se vacunaría con mejor criterio. A día de hoy, tiene vacunas el que se las puede pagar, salvo la corrección que han introducido las diplomacias rusa y china. Sin patentes, quizá pudiera llevarse a cabo una estrategia de vacunación más inteligente.
Yo lo veo como un mensaje a medio plazo. Ten en cuenta que en la India está el Instituto Serum, que es el mayor fabricante de vacunas del mundo.

Ahí fabrica AstraZeneca, si no me he informado mal.
El Serum Institute no es el productor de vacunas que más dinero mueve, porque no vale lo mismo una rupia que un dólar o un euro, pero a nivel de producción es un gigante. AstraZeneca llegó a un acuerdo con Serum para producir vacunas. Lo que ocurre es que esas vacunas solo se las permite vender a determinados países, a aquellos con renta muy baja, no a los que tienen renta media o alta. Porque es en estos países ricos donde AstraZeneca quiere hacer negocio.

Se ha castigado mucho a AstraZeneca en la UE, pero por lo visto su estrategia al final ha sido más solidaria que otras.
Podría ser mejor.

De eso no me cabía duda.
AstraZeneca ha hecho este acuerdo con Serum porque la vacuna no la inventaron ellos, sino unos científicos de Oxford. En el acuerdo que firmaron los de AstraZeneca figuraba ya que se vendiera a un precio reducido a países de renta baja, de ahí que sea la más barata. Y también, que se pudiera vender a países del mundo para que hubiera un acceso global. No es una licencia obligatoria, sino que se trata de una licencia voluntaria que otros fabricantes como Pfizer, Moderna o Janssen no han hecho. Estas han reservado todos sus esfuerzos en ganar dinero y en surtir a los países ricos.

Todo es, pues, un juego de poder entre ricos y pobres.
En el caso de las vacunas del covid, el problema de partida es que es el oligopolio. Hay muy pocas empresas que se dedican a esto. Biofabri, la española, viene de hacer vacunas animales. Francia sí tiene una industria de verdad: el Instituto Pasteur, Sanofi... Para fabricar medicamentos sí que hay miles de empresas, pero en el mercado de las vacunas hay cuatro o cinco grandes fabricantes que copan el mercado. Entre los tres primeros creo que producían el 80%.

¿Qué opina de la iniciativa Covax, de la OMS, para vacunar en los países pobres?
Creo que va tener cierto éxito. Nunca antes se montó esta estructura. Es muy ambiciosa.  Quiere entregar 2.000 millones de dosis para todo el mundo en 2022, lo cual es quimérico. No hay vacunas y la distribución es un cuello de botella. ¡Ponte a distribuir vacunas en Burundi o en un país en guerra! En la selva tropical no sé si hay muchos refrigeradores, si acaso en las ciudades. De las vacunas que tienen que ir congeladas ni hablamos. El problema logístico es brutal. Con todo, hará mucho el Covax. EEUU, ya con Joe Biden al frente, dijo que apoyaba con 4.000 millones de dólares. Son los dos carriles a transitar, de un lado la filantropía del Covax y, por el otro, la lucha contra las patentes.