Los centros educativos que permiten el uso del móvil en clase con fines de enseñanza y aprendizaje se están extendiendo en Euskal Herria y todo su entorno. Así, en Nafarroa se permite ya en el 45,4% de los centros de ESO y el 58,5% de los de Bachillerato, cifras que bajan en ESO en los centros de titularidad pública (42,4%) y suben cuando se trata de Bachillerato (62,4%), mientras que en los de titularidad privada en ambos niveles educativos el permiso alcanza al 50%.
En la CAV es aún mayor: 51,7% lo posibilitan en ESO y 62,2% en Bachillerato. No hay datos relativos a Ipar Euskal Herria.
En general, en el conjunto del Estado español es más frecuente su utilización en la red pública y el dispositivo está más extendido en Bachillerato que en Secundaria.
De media en el conjunto del Estado español, un 50,6 % de los centros lo permiten en la ESO -un 58,5 % públicos y 40,3 % privados- mientras en Bachillerato la cifra global asciende al 57,3 % -63,3 % públicos y 45,3 % privados-.
Juana Ortega, profesora titular y experta en tecnología educativa de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de Jaén, explica que en los últimos años ha proliferado este uso frente a una situación en que «hasta hace muy poco los alumnos de ESO y Bachillerato lo tenían casi como algo prohibido», aduciéndose que les iba a distraer.
Sin embargo, «cada vez más el profesorado se está dando cuenta de que el móvil puede ayudar. Hay una tendencia ascendente y la pandemia ha sido un impulso», explica la profesora, quien recuerda que algunos alumnos solo han tenido a mano esta herramienta para poder trabajar durante el confinamiento.
Ortega cree además que el empleo del móvil en las aulas es una forma de «desmitificar sus maldades»: si enseñamos a usarlo de modo adecuado, «no solo tendrán en la mano (los alumnos) una herramienta de búsqueda y transmisión de información superpotente sino que estaremos educándolos en un uso seguro».
Licencias abiertas y nuevos recursos
Para aquellos profesores a los que aún «les da un poco de miedo o no ven la potencialidad del móvil», la profesora titular apunta a que hay muchos grupos de docentes que están desarrollando sus propias aplicaciones de móvil «para evaluación, para trabajo colaborativa..., podemos hacer cosas muy divertidas con los alumnos -subraya-, hay mucho entorno de gamificación del aprendizaje, lo que facilita la enseñanza».
Añade que cada vez hay más «bancos de recursos abiertos donde los profesores ponen en común los recursos que ellos hacen y cada vez más se tiende a las licencias abiertas para que los docentes puedan mejorar esas aplicaciones y puedan adaptarla a su colectivo».
«Si todo el profesorado fuese capaz de darse cuenta de su importancia en la búsqueda de información, en comunicación, etcétera, creo que esta estadística del Ministerio de Educación subiría mucho más», concluye.