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De Euskal Herria, al IPCC para investigar cómo hacer frente al cambio climático

María José Sanz, directora científica del BC3, ha sido elegida integrante del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC). Desde el trabajo en el laboratorio situado en Leioa colaborará con los más destacados científicos del mundo para hacer frente a los efectos del cambio climático.

María José Sanz, en una imagen obtenida en 2022 en el laboratorio del BC3, en Leioa.
María José Sanz, en una imagen obtenida en 2022 en el laboratorio del BC3, en Leioa. (Oskar MATXIN EDESA | FOKU)

La directora científica del Centro Vasco de Cambio Climático (BC3, por sus siglas en inglés, Basque Centre for Climate Change), María José Sanz, ha sido elegida integrante del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC). Concretamente, Sanz formará parte a partir de ahora del Grupo Especial para los Inventarios Nacionales de Gases de Efecto Invernadero.

El IPCC se constituyó en 1988 a iniciativa del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Organización Meteorológica Mundial. Se trata del principal órgano internacional encargado de evaluar el conocimiento sobre el cambio climático y agrupa a 193 estados. Se considera la élite científica mundial sobre el tema.

Desde Leioa

El BC3 se creó en abril de 2008 y Sanz asumió su dirección científica en 2016. Según explicó Sanz (nacida en València en 1963) a Iker Bizkarguenaga en un reportaje publicado en “Zazpika”, se trata de un «centro multidisciplinar que trata de hacer ciencia transdisciplinar».

Dicho de otra manera, el objetivo del BC3 es que «parte del conocimiento se genere con la ciudadanía, con las administraciones públicas, con las ONGs... porque nosotros también somos ciudadanos, somos individuos de esta sociedad». Es decir, el viejo reto de conseguir que la democratización de la ciencia y del conocimiento científico. Todo ello desde un edificio del parque cuentífico de la UPV-EHU, en el campus de Leioa.

Las líneas de investigación que se ha marcado el BC3 en su cuarto programa estratégico (2022-2025) llevan como título «Base climática», «Sociedad con bajas emisiones de carbono», «Ecosistemas terrestres», «Laboratorio de adaptación» y «Modelos de sistemas asociados». Todas ellas son cuestiones de completa actualidad, incluso urgencia, a la hora de hacer frente a los retos del cambio climático. Además, hay dos líneas transversales denominaddas «Procesos participativos» y «Comunicación sobre el cambio climático» que sustituyeron a las anteriormente denominadas «Políticas Climáticas» y «Gobernanza».

«Hemos pensado que, como nuestra ciencia tiene que ser cada vez más interdisciplinar, debemos conocer bien y dominar los procesos participativos. Si eso no o hacemos bien, nuestra coproducción no será lo suficientemente eficiente», explicaba Sanz en “Zazpika”.

Comunicar la ciencia

La comunicación es otro de los retos transversales del plan estratégicos del BC3. «Somos conscientes de que el cambio climático se comunica mal, de modo que hemos hecho una línea transversal para mejorar nuestra propia comunicación sobre el cambio climático, e incluso podría hacer una pequeña investigación sobre cómo comunicar mejor».

El objetivo, en cualquier caso, es «entender el cambio climático, sus bases físicas». Para ello, en Leioa tienen un laboratorio del hielo que permanece a 30 grados bajo cero. En el mismo, se almacenan muestras de hielo obtenidas en glaciares, en la Antártida o en el océano Ártico. Es el único de estas características en el Estado español.

La línea de «Sociedades Bajas en Carbono» está formada por un equipo multidisciplinar de economistas e ingenieros, que tratan de ver qué implicaciones pueden tener diferentes tipos de políticas desde el punto de vista socioeconómico. Miembros de este línea han hecho, por ejemplo, los trabajos sobre las implicaciones socioeconómicas del Plan Nacional de Energía y Clima, vigente en el Estado, y están llevando a cabo análisis ad hoc de cada una de las medidas para ver si se puede anticipar si tienen efectos distributivos.

Sanz gestiona directamente la línea que busca entender y gestionar los ecosistemas terrestres con el objetivo de que la interacción humana con los mismo sea lo más sostenible.

Todo ello en un equipo de 86 personas que ha está dirigido por Sanz.