El Chepe, por las Barrancas del Cobre
Es conocido popularmente como El Chepe y su recorrido está catalogado por el National Geographic como uno de los mejores paseos en tren del mundo. Lo que ocurre es que hay quienes lo califican de peligroso y lo aconsejan únicamente a viajeros intrépidos.
«La vida está llena de peligros», reconoce la estadounidense Adair Margo, una mujer de 69 años que decidió no hacer caso a «las advertencias» sobre los riegos de viajar al norte de México y se subió al tren El Chepe con sus nietos para recorrer regiones dominadas por majestuosas barrancas y poblados indígenas. El recorrido del tren de las Barrancas del Cobre está catalogado por National Geographic como uno de los mejores paseos en tren del mundo.
El trayecto arranca en Los Mochis, en el estado de Sinaloa (noroeste) y, tras 350 kilómetros de recorrido, finaliza en Creel, localidad del norteño Chihuahua.
Pese a las recomendaciones de no viajar a Sinaloa y reconsiderar la visita a Chihuahua, Margo, residente en El Paso, Texas, decidió subir al tren junto a su familia, incluidos sus siete nietos de entre dos y doce años, para cruzar las montañas de la Sierra Madre Occidental y las Barrancas del Cobre, más profundas que las del Gran Cañón de Estados Unidos.
Emilio Carrazco, subdirector de El Chepe, explica que durante los meses de verano la mayoría de los viajeros son mexicanos, pero en otras temporadas los extranjeros ocupan la mitad de los asientos.
«Es una forma de descubrir México», señala el francés Christophe Schild, de 55 años, que viaja con su pareja y sus hijas gemelas de 20 años. «De México se conocen generalmente destinos como las playas de Cancún (este) o Acapulco (sur), pero nosotros queríamos descubrir otros lugares y este tren es una oportunidad», añade.
Agradecimiento al turismo
La máquina recorre primero las fértiles llanuras de Sinaloa, donde los campesinos cultivan los campos de maíz, antes de subir gradualmente por empinadas vías a un lado del cañón, atravesando 37 puentes y 86 túneles.
En el panorama, sinuosos ríos son reemplazados por veloces destellos de agua blanca, mientras que los cactus se convierten en pinos a medida que El Chepe Express avanza y llega a Creel tras un recorrido de más de nueve horas.
«Es una travesía larga, pero vale la pena. Nosotros hemos tenido la oportunidad de recorrerla varias veces y no nos cansamos», comenta Flor Corrales Chang, una doctora de 61 años de Los Mochis que viaja con su esposo y su hijo adolescente. Hay otra travesía más lenta, El Chepe Regional, con paradas en los poblados indígenas de la zona.
Una de las mayores atracciones es la sierra de los tarahumaras, indígenas también llamados raramuris y que son conocidos por su resistencia y su habilidad y capacidad para correr largas distancias con huaraches, sandalias típicas mexicanas hechas de plástico de neumáticos.
Pueblo muerto
Las riquezas naturales y culturales de la región solían atraer a muchos extranjeros, recuerda Javier Ávila, un sacerdote jesuita que ha trabajado en la región durante décadas. Pero todo cambió después tras varios incidentes con muertos. «Se murió el pueblo. No venía un solo turista», recuerda el religioso.
Margo, que se deleita con la impresionante vista que brindan las ventanas del bar del tren, lamenta que tanta gente se pierda la experiencia. «No soy suicida. No quiero que mis nietos sufran algún daño, quiero que experimenten la vida y puedes experimentar mucha vida en México», explica.