Iker Bizkarguenaga
Aktualitateko erredaktorea / Redactor de actualidad

Bluesky se viste de alternativa a «X» con los ropajes de Twitter

Desde que Elon Musk compró Twitter, haciendo de ella una plataforma mucho más desabrida y permeable a los bulos y mensajes de ultraderecha, muchos usuarios se han dado de baja, entre ellos importantes medios y personalidades. Se busca una alternativa; Bluesky aspira a conseguirlo.

Una mariposa blanca sobre fondo azul es el símbolo de Bluesky, plataforma cuyo funcionamiento es muy parecido al de Twitter.
Una mariposa blanca sobre fondo azul es el símbolo de Bluesky, plataforma cuyo funcionamiento es muy parecido al de Twitter. (Ian LANGSDON | AFP)

No es un secreto que muchos y muchas usuarias de «X» andan buscando una plataforma que les permita dar el salto y abandonar la red. Lo hacen desde la convicción de que esta no es lo que era y, sobre todo, de que no va a volver a serlo. En el balance hace tiempo que pesa más el deber que el haber, y eso que el listón no era muy alto; Twitter, que era como se llamaba cuando la mayoría se enganchó a ella, siempre fue una especie de barra de bar global, en la que podías encontrarte acodado tanto al cuñado de turno como a la persona más erudita o ingeniosa. Había que andar con ojo para no enredarse en discusiones absurdas, pero era en sus albores algo fresco, sugestivo y entretenido.

Pero en esto llegó Elon Musk y rompió la baraja. Lo primero que hizo tras hacerse con el control hace dos años fue dejar en chasis su estructura, con recortes masivos en una plantilla que pasó, de la noche a la mañana, de contar con 7.500 empleados a 1.300, con apenas un puñado de personas dedicadas a garantizar la seguridad de los usuarios y sus cuentas. Por supuesto, este hachazo afectó al funcionamiento del servicio, objeto de crítica cada vez más feroz.

Aunque el mayor cambio se produjo, algoritmos mediante, en el contenido. La plataforma es cada vez más un lodazal donde chapotean perfiles ultraderechistas, o directamente fascistas, bots y trolls de cualquier pelaje, que alimentan un clima de agresividad que está espantando a los tuiteros de siempre. Además, el multimillonario sudafricano, que empieza a asemejarse a un villano de novela –sería una mezcla de Max Zorin y Elliot Carver– ha puesto toda la potencia de fuego de su aplicación al servicio de Donald Trump, que se lo ha agradecido adjudicándole el nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental, protagonizando él mismo algunos episodios hilarantes de fake news y dejando claro, por si quedaban dudas, que su campo de juego no es terreno neutral.

Mastodon y Threads renquean

Así que mucha gente se quiere ir –‘The Guardian’, ‘La Vanguardia’ y algunas personalidades conocidas ya han anunciado su marcha–, lo que la mayoría no tienen claro es adónde. Porque ninguna herramienta ha logrado aún cuajo suficiente para ser considerada una alternativa real al dominio de «X» en el universo de los mensajes cortos.

Mastodon es probablemente la más conocida, y no son pocas las personas de la esfera digital vasca que han emigrado a ella. Fundada en 2016, tiene desde su inicio vocación de convertirse en una red social descentralizada, con decenas de servidores y comunidades que operan de manera independiente entre sí, pero de forma coaligada para que los usuarios puedan interactuar entre ellos sin límite. Pese a esta atractiva premisa, su forma de funcionar, que no es difícil, pero sí distinta a la de Twitter/«X», ha retraído a bastante gente acostumbrada a la simpleza de esta plataforma, y no acaba de despuntar.

En lo que se refiere al número de usuarios, Threads está a otro nivel. Esta red social, lanzada al público en julio del año pasado, ha sido creada por Meta, la empresa responsable de Facebook, WhatsApp e Instagram –de hecho no necesitas registrarte en Threads si ya tienes cuenta en Instagram, ya que podrás vincular directamente la cuenta de Instagram– para hacerse con las personas que se van de «X».

Al formar parte de una comunidad de más de mil millones de usuarios, su potencial de crecimiento es enorme, y de hecho el CEO de Meta, Mark Zuckerberg, informó a finales de octubre que Threads había alcanzado cerca de 275 millones de usuarios mensuales, con un aumento del 175% en comparación con el año anterior.

Zuckerberg dijo estar satisfecho con estas cifras, y a priori son como para estarlo. Esos 275 millones todavía están lejos de los 500 millones que acredita «X», pero ya no tanto. El problema, en este caso, tiene que ver con su, en principio, punto fuerte, pues se sospecha que parte de esos usuarios lo son por inercia, por su vinculación directa con Instagram. Su referencialidad real no se corresponde con la de una aplicación de 275 millones de cuentas. ¿Quién habla de lo que se publica en Threads?

Una aplicación nacida de Twitter

Y en medio de este quiero y no puedo ha aparecido un nuevo actor: Bluesky. Aunque no es tan nuevo. Porque esta red, que también ha hecho del azul su color señero, comenzó en 2019 siendo un proyecto dentro de la propia Twitter, que estaba experimentando con un protocolo para hacerla más descentralizada. Luego, antes incluso de que Musk entrara como elefante en cacharrería y 44.000 millones en la cartera, el equipo liderado por Jack Dorsey, uno de los cofundadores, decidió seguir su camino desvinculado de la empresa matriz.

Nacida, como se ha dicho, para desarrollar un protocolo descentralizado para Twitter, es precisamente ese protocolo –Authenticated Transfer (AT) Protocol–, el estándar sobre el que se ha construido Bluesky, que contrató a sus primeros empleados en 2021 y se incorporó como firma independiente ese ejercicio. Aunque no fue hasta 2023 cuando presentó en sociedad su aplicación de microblogging.

Una ventaja, que podría ser clave, de Bluesky es que su interfaz se parece mucho a la de Twitter, igual que sus apartados y funcionamiento. La home es casi idéntica y tiene todas las opciones de aquella. La aplicación se lanzó para iOS en febrero de 2023, como una versión beta y solo por invitación, y en abril se lanzó para Android. Aún en periodo de prueba, la aplicación sumó en torno 50.000 usuarios ese mismo mes, aunque el lanzamiento reveló varios problemas técnicos.
En mayo de ese año, Bluesky se convirtió en código abierto bajo la licencia MIT, lo que permite al público ver y modificar su código fuente, y desde el pasado mes de febrero a no hace falta una invitación para entrar en la plataforma, ya que se han eliminado las restricciones de acceso para que quien lo desee pueda registrarse.

Uno de los elementos diferenciadores de Bluesky es que los usuarios pueden crear sus propios algoritmos y feeds personalizados, sin que haya un algoritmo principal impuesto por la propia red, y los que vienen preinstalados se pueden quitar o cambiar por otros. Asimismo, a diferencia de «X», donde se disponen de 248 caracteres para cuentas gratis y 10.000 las Premium, aquí el límite es de 300. Por lo demás, las similitudes son muy grandes, si bien en sus primeros pasos se echaron en falta algunas funcionalidades básicas (faltaban elementos multimedia...), unas carencias que se han ido subsanando.

Brasil, bloqueos y elecciones

Aunque con una mariposa blanca en lugar del pajarito azul, ese parecido de Bluesky con Twitter no es casual, forma parte de la estrategia para hacerse con una amplia porción de sus antiguos usuarios. Con apenas unos meses de andadura efectiva, ese objetivo es muy lejano, aunque el crecimiento de la plataforma está siendo exponencial.

Y en buena parte se debe a algunos errores gruesos de «X». Por ejemplo, el que cometió en Brasil, donde la Corte Suprema ordenó bloquear el acceso a esa plataforma por negarse a cumplir con las órdenes de eliminar cuentas propagadoras de bulos y mensajes de odio. La prohibición propició que dos millones de personas migraran a Bluesky en aquel país.

Algo parecido ocurrió cuando la red de Musk cambió las políticas de bloqueo, de modo que bloquear una cuenta ya no impide que el perfil bloqueado vea lo que se publica. Esa decisión causó un gran enfado y una oleada de abandonos de «X», mientras que Bluesky recibía medio millón de nuevos usuarios en un solo día.

Y la gota que ha colmado el vaso de muchas personas ha sido la posición de Musk en las elecciones presidenciales de EEUU, una actitud que ha convertido el goteo de abandonos de «X» en riada. Bluesky, por contra, ha sumado un millón de nuevas cuentas en dos semanas.
Sus cifras son modestas, quince millones de usuarios, muy lejos de los números de «X» e incluso de Threads, pero muchos perfiles conocidos que se han pasado a la mariposa, haciendo de efecto tractor. También, poco a poco, en Euskal Herria.

No está claro que Bluesky, Mastodon o Threads vayan a hacerse con la primacía en el sector, pero incluso sin una referencia clara que le haga sombra, «X» está perdiendo usuarios casi al mismo ritmo que valor de mercado, donde su cotización ha caído casi un 80% desde que llegó Musk.

Al magnate puede que no le importe, pues ya ha cumplido su función y él tiene otros quehaceres importantes, como susurrar al oído del próximo inquilino de la Casa Blanca, pero su quiebra podría ser un paso para hacer de las redes sociales un lugar más amable, una barra de bar con una clientela más o menos bien avenida.