Gorka Castillo
Elkarrizketa
Naomi Hasson
organizadora de ‘Death café’

«Hablar de la muerte alivia el dolor y aporta sentido a la vida»

Naomi Hasson (Derry, Norte de Irlanda, 1971) es responsable del proyecto de acompañamiento comunitario ‘Getxo Zurekin’. Enfermera de cuidados paliativos, lleva 21 años viviendo en Euskal Herria. Inquieta y solidaria, esta irlandesa de mirada viva explica las razones que le llevaron a impulsar los ‘Death Café’ aquí. En 2013 conoció su existencia y le pareció la bomba. Contactó con la fundadora de una organización llamada The Natural Death Center en Gran Bretaña para conocerlo mejor y participó en varios encuentros realizados en Londres para ver su funcionamiento. Fue en 2016, en un congreso internacional de cuidados paliativos celebrado en Gasteiz, cuando conoció a un grupo de personas de la asociación Vivir con voz propia que querían organizar uno y se unió a ellos. «Aquella sesión resultó inolvidable. Se organizó en una panadería con gente de lo más variada», rememora.

¿Qué son los ‘Death Café’? Quiero dejar claro que en los ‘Death Café’ no se trata el duelo de nadie. Aunque soy especialista en acompañamiento del duelo, existen otros servicios en la comunidad que se ocupa de ese trabajo. Esto no es un taller de expertos ni una sesión de psicoterapia. Y tampoco son plataformas de debates ideológicos ni religiosos. Son reuniones abiertas sin ánimo de lucro donde intentamos que todos los participantes expresen sus puntos de vista sin imponerse unos sobre otros. Es un espacio donde la gente puede discutir sobre la vida y la muerte, encontrar significados, reflexionar en función de sus propias vivencias y hacerse preguntas que comparte con los demás. El conocimiento académico no es lo importante. Es un proyecto comunitario. Sin protagonistas.

¿De dónde procede su interés por los ‘Death Café’? Soy enfermera y mi vocación son los cuidados paliativos. Mantengo una estrecha relación con las unidades que trabajan el final de la vida desde los 20 años y siempre lo he hecho con una mirada de acompañamiento hacia las personas que sufren cuando les dices que van a morir o porque no saben cómo afrontar el proceso final de un familiar. Es increíble que a la gente le cueste tanto hablar de estas cosas. Sobre todo, porque es la forma de recibir ayuda. La experiencia me ha permitido comprender los tabúes que rodean al hecho de morir y cómo el uso de la palabra alivia el sufrimiento.

¿Qué motivos llevan a la gente a participar? El motivo es uno. Hablar de la muerte porque en la comunidad no existen espacios que hablen de ella. No hay nada morboso en ello. Lo que empuja a la gente a acudir a un ‘Death Café’ son motivos muy variados. Desde el fallecimiento de un familiar que le ha revuelto la cabeza, a gente que tiene verdadero pavor a la muerte y necesita hablar de ello para saber lo que le está agobiando. No se trata de hacer un máster sobre el proceso de morir, sino de enfrentarse a temas que incomodan pero que están ahí.

¿Por qué es tan difícil hablar de la muerte? Cada uno tiene su propia respuesta. Podría decir que vivimos en una sociedad materialista que ensalza la juventud y la belleza. Y todo lo que contradiga eso, las discapacidades o las enfermedades que acercan la muerte, es incómodo para nuestra existencia. Y, por lo tanto, merecen ser escondidas, sacarlas del foco porque no encajan con nuestro ideal de la existencia. Es una estupidez porque, si de algo estamos seguros, es de que todos terminaremos de la misma manera. Antiguamente, en las sociedades tradicionales, no había tanto miedo a la muerte. O al menos se abrían lugares naturales donde establecer un contacto como eran los entierros o los velatorios. Ahora, todo se hace desde detrás de un cristal. Hemos creado una cierta atracción hacia la inmortalidad. Muchas personas no piensan que la muerte terminará llegando cuando es lo único que todas tenemos asegurado. Por eso, la gente que se acerca a estos espacios lo hace con diferentes miradas. Algunos llevan años buscando un lugar para hablar de la vida y de la muerte. Otros, aterrorizados, dispuestos a no hablar nada. Una vez, una persona vino a un ‘Death Café’ y se sentó al lado de la puerta de salida por si necesitaba salir corriendo. Pero se quedó y luego ha repetido. Puedo decirte que todas las convocatorias que hemos realizado han tenido una buena respuesta por parte de la gente.

Pero, ¿entiende que a ciertas personas puedan resultarle extrañas estas tertulias? Decimos ‘Death Café’ pero en realidad deberíamos llamarle ‘Live Café’. Porque se habla más de vivir. Llegas y dices: Esto es lo que tengo. Mi vida es difícil, es sufrimiento, pero también es bella. Entonces, vamos a vivir. Aquellos que entendemos la vida de esta manera incluimos a la muerte en nuestra existencia.