Jone Buruzko
IRUDITAN

¿Carretera al cielo o al infierno?

(George Rose / Getty Images)

Esta imagen tan bucólica que remite al verano, con sus campos secos y sus nubes entre claras y oscuras, no deja ver lo peor: la destrucción del fuego que arrasa como nada. Ocurrió el mes pasado en el valle de Santa Ynez, del condado de Santa Bárbara, se cree que comenzó cerca del lago Zaca y el rancho Neverland de Michael Jackson. Días después, otro siniestro similar, bautizado como el incendio Park, se convirtió en el más grande de la temporada en una California que en lo que va de año lleva contabilizados cerca de 4.700 incendios forestales. Pero no solo ellos arden, a finales de julio las llamas se propagaron por Canadá, Grecia, Bulgaria, Cerdeña, Bolivia, Italia, Estado español... Millones de hectáreas de bosque y vegetación quemadas, la fauna y la flora destruida y con ello la grave perturbación que eso supone para la biodiversidad, la ecología y el medio ambiente de cualquiera de los sitios afectados. Humo y cenizas, el planeta está batiendo récords en negativo. 2023 ha sido el año más caluroso jamás registrado con máximos de temperatura y condiciones meteorológicas extremas. Quizás le gane 2024. Las razones: el cambio climático, pero también la mano humana con o sin intención. Este paisaje tiene algo de foto religiosa, esas estampas que reparten algunas congregaciones. No hace falta ir más allá. El cielo está aquí y el infierno también, tras esas montañas y alrededor de esa carretera.