Noches de estrellas fugaces
Todos los años, entre el 17 de julio y el 24 de agosto, aparecen las Perseidas, que tienen su pico álgido del 11 al 13 de agosto. Esta lluvia de meteoros surge por la fricción entre pequeñas partículas de roca, hielo o polvo con gases de la atmósfera, provocando momentos de gran belleza. Los astrónomos recuerdan que el lugar de observación puede ser cualquiera, con tal de que proporcione un cielo oscuro, preferiblemente en sitios despejados para la vista y sin contaminación lumínica. En Euskal Herria, el monte es una opción. Una vez allí, lo mejor es tumbarse sobre la hierba y mirar para arriba en la dirección opuesta a la posición de la luna (si es que ha asomado) y, por supuesto, hacerlo sin telescopio, ni móviles. Pero casi todos los años, al menos en la costa, nos quedamos sin Perseidas. La abundante nubosidad, la lluvia, o una luna en cuarto menguante dificultan la observación. No es lo mismo, pero para verlas, hemos recurrido a esta fotografía tomada el pasado 12 de agosto, día de apogeo del fenómeno, en Wadi Al-Hitanque. Ubicado en la gobernación de Faiyum, en el desierto de Egipto, Wadi Al-Hitanque se traduce como Valle de las Ballenas porque contiene fósiles del suborden de los arqueocetos, los antepasados de los cetáceos modernos, primitivos y extintos de cuando el desierto allí estaba cubierto de agua. Es un sitio especial, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, ideal para ver las Perseidas.