XANDRA ROMERO
SALUD

La nutrición de los refugiados

En 2010, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) informó de una estimación mundial de 43,7 millones de desplazados; de ellos, 15,4 millones eran refugiados, ya que habían cruzado una frontera internacional. Sin embargo, y aunque Siria representa la mayor crisis de refugiados del planeta después de la Segunda Guerra Mundial, no es ni ha sido la única.

Que la situación en estos lugares es insostenible, lo sabemos, pero quizá desconocemos las consecuencias en términos de nutrición de dicha tragedia. Muchos pensarán que, tal y como advierten distintos estudios realizados en poblaciones refugiadas, los problemas de salud relacionados con la alimentación más comunes son la desnutrición y los déficits nutricionales concretos como la anemia.

No obstante, y aunque sorprenda, la presencia de obesidad entre los refugiados también se ha descrito en las poblaciones que huyen de las zonas de conflicto. De hecho en muchos de estos campos acontece una doble problemática, por un lado se agudizan los casos de desnutrición pero también los casos de exceso de peso (sobrepeso, obesidad). A veces, incluso, esto se manifiesta de forma más severa, cuando ambas situaciones se dan en la misma persona como en el caso de los niños con problemas de crecimiento y sobrepeso.

Claros ejemplos de esto son los resultados de diversos estudios en otras poblaciones en situación de refugio a lo largo de la historia, como el de las mujeres bosnias con asilo en Suecia que participaron en el estudio publicado en la revista “Public Health” en 1998. El estudio detectó que las bosnias de edades comprendidas entre los 42 y 59 años tenían niveles más altos de IMC (índice de masa corporal), mayor diámetro de cintura y niveles más altos de triglicéridos y niveles más bajos de colesterol HDL (el bueno) que las suecas, indicando una dieta más desfavorecida y mayor riesgo cardiovascular.

Otro caso es el de los refugiados iraquíes que durante los últimos años se han reasentado en Estados Unidos, concretamente en California. Un 24,6% de 3.047 adultos mayores de 18 años fueron clasificados como obesos y entre 2.704 refugiados adultos examinados, el 15,2% resultó hipertenso.

La convivencia de la desnutrición y la obesidad se ha observado también para los desplazados urbanos y rurales que viven en Armenia y para los escolares palestinos de los Territorios Ocupados, donde también es elevada la prevalencia de diabetes mellitus y de hipertensión en adultos, según publica un estudio de 2009 en la revista “Lancet”.

Asimismo ha sido observada la población saharaui asentada en los campamentos de Tinduf. En 2012, un estudio publicado en la revista “Plos Med” evaluó la prevalencia y la coexistencia de la desnutrición y el sobrepeso en esta situación de refugio prolongado donde la población no ha experimentado desarrollo económico y depende de la asistencia alimentaria para la supervivencia.

Los resultados demuestran que tanto el retraso del crecimiento en niños y mujeres, y la obesidad, en el caso de las mujeres, son muy frecuentes entre los saharauis. En primer lugar, se constató que más hogares se vieron afectados por el sobrepeso y la obesidad central que por la desnutrición y en segundo lugar, en uno de cada cuatro hogares se da esta doble carga de la malnutrición, es decir, en una misma familia, hay personas con desnutrición y con obesidad.

¿Pero cómo es posible que en una situación semejante pueda haber tanta o parecida proporción de personas obesas a las que hay en nuestro territorio? Pues posiblemente sea debido a que los problemas culturales y económicos aumentan la inseguridad alimentaria ya que los afectados se ven obligados a salir de su entorno, pierden parte de sus costumbres, adoptan otra dieta, se produce una rápida transición a alimentos más procesados, aumenta el sedentarismo y, en términos generales, cambian su estilo de vida.

Honi buruzko guztia: SALUD