IKER FIDALGO ALDAY
PANORAMIKA

Turismo

El debate sobre el turismo ha invadido durante las últimas semanas los foros de opinión habituales, lo que pone en evidencia el estado de crisis de un modelo de explotación aparentemente caduco. La atracción turística se ha visto abocada a una serie de necesidades que alteran los ritmos vitales y la salud de la convivencia de los habitantes de nuestros destinos vacacionales, entrando así en un bucle en el que tanto la identidad como la gestión de las ciudades acaba alterándose para ofrecer un escaparate atractivo. En concreto, gran carga de las últimas reflexiones han asumido como telón de fondo la ciudad de Donostia, por representar un contexto de gran afluencia durante el periodo estival que sufre en su tejido interno los pormenores de estas transformaciones. Creemos entonces tremendamente indicado que nuestra última página de agosto centre su foco en dos exposiciones que suponen los extremos contrarios de esta situación y que, para añadir una capa más de interés, tienen lugar en la capital easotarra.

De esta manera, volvemos a reubicar las preguntas que desde hace tiempo hemos venido haciéndonos en el mundo de la creación contemporánea, cuestionar el papel del arte en la oferta turística así como valorar la responsabilidad que este debe asumir, es un proceso que hoy más que nunca debe seguir abierto.

“Turismoak. La transformación social y urbana producida por la masificación del viaje” es la muestra que Koldo Mitxelena Kulturenea alberga hasta el 30 de septiembre. Una quincena de trabajos rodean las consecuencias del turismo desde diferentes frentes para provocar en el visitante una reflexión que acaba por interpelar a nuestro propio comportamiento desde la necesidad de autocrítica. Inaugurada el pasado julio, supone una inteligente propuesta que se aprovecha del potencial de los circuitos culturales de la ciudad durante los meses de verano, para hacer valer aun más su gran potencial conceptual. La disposición de la propia sala nos hace disfrutar de una muestra colectiva que, sin embargo, mantiene espacios separados para cada uno de los autores, reservando una distancia muy de agradecer entre algunas de las piezas, evitando así contaminaciones de estímulos.

Mención especial merece la instalación de Rogelio López Cuenca (Málaga, 1959). El trabajo del autor andaluz siempre crítico y de gran compromiso político, nos confronta en esta ocasión con una puesta en escena que, a modo de tienda de souvenirs, inunda un espacio del centro con motivos en torno a la figura de Picasso. Baberos, tazas, camisetas, delantales, pósters, todos ellos adquiridos de forma real se agrupan en un tétrico escaparate que da buena cuenta del posicionamiento del artista respecto a la gestión de la figura del autor de renombre mundial.

En la otra cara de la moneda, encontramos hasta el 29 de agosto un paseo de la Zurriola invadido por dispositivos metálicos que enmarcan las fotografías de Sebastiao Salgado (Brasil, 1944) que conforman la exposición que lleva como título “Génesis”. La indudable calidad de los trabajos se diluye ante este método de parque temático que sirve como decoración para el espacio de tránsito playero. Totalmente descontextualizado de su origen y por supuesto de su destino en el espacio público, cae como un paracaídas sobre el adoquín mediante un despliegue que poco lugar deja para su disfrute. A pesar de que las 38 fotografías bien merecen una visita, es en estos casos en que nuestra visión crítica como público debe actuar contra este tipo de gestiones que disfrazan de programa cultural intereses que nada tienen que ver con la ciudadanía.