IKER FIDALGO ALDAY
PANORAMIKA

Pertenencia

La imagen se revela de forma diferente ante cada mirada que la captura y cada mente que la interpreta. El arte contemporáneo es consciente de este proceso y aprovecha su potencia para crear un diálogo entre las obras y el público. La lectura de una pieza pasa entonces por una serie de procesos que condicionan sus resultados. Desde los condicionantes culturales más anclados en nuestra inconsciencia hasta la vivencia más nimia, influye en la relación que se crea y que es modelada por un contexto propio del que no podemos desprendernos. Es por eso por lo que obras, aparentemente ajenas a nuestra realidad, son capaces de crear conexiones con públicos de diferente índole y procedencia. Si como espectadores debemos tener una capacidad crítica que nos lleve a ser conscientes del peso de los procesos creativos, es la experiencia que nos atraviesa la que cierra el proceso comunicativo, abriendo entonces los límites de lo poético hacia nuevos territorios.

Santos Montes (Santander, 1949) despliega en la Sala Amárica de Gasteiz una potencia narrativa que espera a ser decodificada con la visita a su trabajo fotográfico que lleva como título “Las olas no preguntan”. Hasta el 10 de setiembre podemos asistir a una propuesta en que, con el mar como elemento protagonista y como escenario de vida, la cotidianidad del recuerdo se inventa un camino propio.

Como un llamamiento a la memoria intrascendente es toda una declaración de intenciones desde la que el autor parece invitarnos a un paseo por un estrato de su propia existencia. A partir de imágenes que claramente aluden a un archivo personal, se realizan varias composiciones fotográficas que en sala actúan como masas de color en las que el negro baña nuestra visión, obligándonos a acercar nuestro cuerpo para convertir lo que a media distancia parecía abstracto, en revelados que muestran procesos manuales y granulados propios de las técnicas analógicas. Escoltando los elementos principales hay varias propuestas videográficas que en bucle nos indican el escenario de las capturas y pequeñas pantallas que nos presentan libros del artista realizados a partir de la experimentación con el positivado de los negativos que componen la muestra.

La vasta trayectoria de Miguel Trillo (Cádiz, 1953) aterriza en el Depósito de Aguas del Centro Cultural Montehermoso de la capital alavesa con el proyecto “Afluencias Costa Este-Costa Oeste". Los retratos de tribus urbanas son un denominador común en su trabajo desde que retratara el Madrid de los años 80 y, en este caso, son miradas de Estados Unidos, Marruecos y Vietnam las que confrontan al objetivo. Una actitud semejante, desafiante y llena de la seguridad que proporciona la juventud inunda cada una de las instantáneas en un diálogo modelo-autor que parece conseguir tramar un tejido de complicidad que sustenta el sugerente trabajo. Las semejanzas entre territorios tan dispares nos reubican en la discusión sobre el concepto de globalización. Las subculturas acaban por sucumbir a la homogeneización y lo periférico se vuelve entonces centralizado, como reflejo de un mundo hiperconectado capaz de redefinir sus construcciones identitarias. La disposición en el espacio, en consonancia con la inmensidad del depósito, basa su recorrido visual en grandes impresiones que, pegadas sobre la pared, actúan como marco de cada uno de los países representados.