XANDRA ROMERO
SALUD

La obsesión de beber agua

A menudo pensamos en trastornos de la alimentación como entidades fijas o rígidas: anorexia, bulimia y el ya no tan desconocido trastorno por atracón. Sin embargo, existen otros desórdenes que afectan al comportamiento alimentario y que no son tan conocidos como estos.

Uno de estos casos es la llamada potomanía, término que se refiere a la necesidad exagerada y urgente de beber aún sin que sintamos sed. Un impulso que suele ser patológico e ir acompañado normalmente por otras enfermedades.

Aunque la investigación sobre los trastornos de la conducta de beber es poco conocida, lo cierto es que es una tendencia al alza. No obstante, uno de los problemas principales es la conceptualización del fenómeno y su medición; es decir, ¿cómo puede cuantificarse la sed de forma individual y establecer cuándo la ingesta de agua es exagerada o no?

Hasta donde sabemos, la sed puede explicarse por el siguiente mecanismo biológico: cuando la cantidad de agua ingerida es igual a la cantidad de agua que se pierde se mantiene el equilibrio, cuando se rompe, se produce el estado de sed.

Sabemos, por tanto, cómo se produce la sed, pero es imposible conocer cuánto es necesario beber pues los requerimientos de líquidos están determinados por el metabolismo, la edad, el nivel de actividad y las condiciones ambientales, de modo que no existe una medida ideal de consumo de agua que asegure una adecuada hidratación. Los expertos, sin embargo, diagnostican la potomanía cuando se ingieren hasta diez y quince litros diarios de agua de forma obsesiva, a causa, a menudo de un elevado nivel de ansiedad. Para las personas que sufren esta alteración, esta ingesta exagerada ayuda a calmar dicha ansiedad.

No obstante, y a diferencia de lo que pueda parecer, el exceso de líquidos no es inocuo. Es decir, no suele provocar un exceso de hidratación cuando los riñones, la hipófisis y el corazón funcionan correctamente porque el organismo se encarga de eliminar el exceso, pero episodios frecuentes y prolongados de potomanía pueden alterar la función renal y el equilibrio de los fluidos internos, entre ellos, la sangre (que debe contener un 8% de agua) y originar síntomas como calambres musculares y cansancio a consecuencia de la dilución de sodio y potasio en la sangre, náuseas, dolor de cabeza, somnolencia, hiponatremia (baja concentración de sodio en la sangre), que afecta seriamente al funcionamiento del cerebro y que puede acabar siendo fatal.

De modo que, pueda o no ser contextualizado como trastorno, alteración o enfermedad, está claro que “querer hidratarse en exceso” o preocuparse en exceso por beber agua puede suponer una conducta de riesgo con gravísimas consecuencias para la salud, tanto física como mental.

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