IBAI GANDIAGA PÉREZ DE ALBENIZ
ARQUITECTURA

Negro

El color es uno de los aspectos más controvertidos de la arquitectura. No en vano todo el mundo posee una opinión al respecto, basada en gustos, experiencias, paradigmas sociales o en las sensaciones que crean los colores. Desde principios del siglo pasado, en general la arquitectura confía los tonos a los que los propios materiales proporcionan; rojo para el ladrillo, marrón para la madera, blanco para el yeso…

En las escuelas de arquitectura el color es una nota al margen, y es insólito encontrar entre los estudiantes planos o maquetas que reflejen las tonalidades que el edificio tendrá, tendiéndose normalmente a modelos en blancos y grises.

Sin embargo, ya desde el siglo XIX se conoce la influencia del color sobre los seres humanos, siendo probado por el médico danés Niels Ryberg Finsen la utilidad de las radiaciones lumínicas en ciertas enfermedades, y está demostrado que la exposición a distintas tonalidades causa una reacción fisiológica diferente (aumento de tensión muscular con los tonos cálidos y relajación con los fríos).

La propuesta del pabellón Hyundai del arquitecto británico Asif Khan va un paso más adelante, convirtiendo su fachada en un agujero negro que atrapa la luz prácticamente en su totalidad. Utilizando un sistema de pintura con tecnología nanotecnológica, Khan firma una interesante mezcla de innovación y discurso poético en el contexto de los Juegos Olímpicos de PyeongChang, gracias al uso de una pintura especial desarrollada para la industria militar y aeroespacial.

Desde la distancia, el pabellón aparece como un elemento borroso, como si algo nos tapara la vista, formando un cubo de 35 metros de largo y 10 metros de alto. El negro es tan intenso que no se consigue adivinar dónde están los vértices, las aristas, el inicio o el fin del edificio. A medida que nos acercamos, nuestra vista se acostumbrará al negro y podremos empezar a ver unas pequeñas luces repartidas a lo largo de las fachadas, formando un mosaico que nos recuerda a una constelación. Si empezamos a rodear el edificio, nos daremos cuenta de que, en realidad, los muros que cierran el edificio no son verticales, sino que forman una superficie parabólica. Una vez nos demos cuenta de eso veremos que las luces no son simples puntos, sino espigas de fibra de vidrio que salen de la fachada.

Al entrar en el pabellón, nuestros ojos deberán de acostumbrarse al cambio del negro profundo a un blanco puro; una gran sala diáfana rodea lo que parece ser un enorme sumidero blanco, al que van a confluir un centenar de surcos en el suelo. En los bordes de ese intrincado mosaico contaremos con sensores de movimiento, con lo que podremos interactuar y que harán que desde el borde de donde nos encontramos salgan pequeñas gotas de agua que atravesarán los surcos e irán a parar al sumidero, al tiempo que se encuentran con otras gotas y forman agrupaciones.

El arquitecto Khan firma tanto el edificio como la instalación interior, siendo el anverso y el reverso del mismo concepto; en el exterior se pretende representar la formación en el espacio de los materiales, siendo las pequeñas luces representaciones de los gases presentes en el Universo, mientras que en el interior se representa, mediante las gotas de agua, la interacción del hidrógeno y el oxígeno para formar agua.

El material que se ha utilizado, de la marca Vantablack, precisaba hasta hace poco de un secado en un horno de plasma para configurar los nanopilares, pequeñísimas columnas que pueblan la superficie del elemento y que permitían al material atrapar hasta un 99,96% de la luz que incide en ellos. Desarrollando una aplicación en aerosol, Khan por fin consigue aplicar este material de laboratorio en un edificio (ya propuso, sin éxito, su uso en el Pabellón de Gran Bretaña de la Expo de Milán).

Esta construcción permite reflexionar sobre la manera en la que la arquitectura se apropia las tecnologías de otros ámbitos. Por ejemplo, la industria del automóvil y su trabajo de plegado supuso la base de la mayoría de los revestimientos que hoy utilizamos, sean de acero o aluminio. Estas transferencias de conocimiento se dan de modo más lento y paulatino, en parte por una cierta resistencia de la arquitectura a los cambios no “testeados”. Sin embargo, y tal y como han reconocido los responsables de Vantablack, la pintura negra usada en el pabellón Hyundai ha suscitado una avalancha de consultas, evidenciando que hoy por hoy la disciplina de la arquitectura necesita sorprender e innovar más que nunca.