MIREN ARTETXE
LIBURUEN TXOKOA

El infinito mundo de las letras

El siglo XX se caracterizó por el deseo de experimentación y la aparición de distintas vanguardias que buscaban crear nuevas formas y nuevos contenidos, que rompieron con los elementos tradicionales de la literatura. Fue el siglo del surrealismo, el dadaísmo, el movimiento Oulipo, el posmodernismo... También de la llamada “generación perdida” estadounidense, del realismo mágico en la literatura sudamericana; o de Pott Banda en Euskal Herria. Todo un siglo frente a los veinte años que abarca la historia de 7K, que arrancó con el fin de un milenio y continúa con este que –aunque intenso e incierto– prácticamente está empezando. Un periodo demasiado corto para hablar de tendencias, de nuevas escuelas narrativas. Un periodo, sin embargo, en el que el ciberespacio y las tecnologías emergentes nos hacen vislumbrar una nueva era cultural; y en el que se pueden atisbar algunos intentos de romper barreras e indagar en nuevas formas de expresión.

Novelas cibernéticas, comunidades culturales en internet, librerías y bibliotecas virtuales, autores online, marketing en la red y soportes electrónicos de lectura muestran el comienzo de una revolución digital. Hay algunos autores que buscan la multiautoría con los cibernautas; también, los que utilizan el blog como parte fundamental de su obra narrativa; los que han probado en la llamada “twitteatura”... Por su parte, la industria editorial está explorando nuevas formas de promoción y ha encontrado un aliado en canales digitales como Youtube o MySpace, donde, por ejemplo, cuelgan trailers y verdaderos cortometrajes de sus títulos. Y el e-book, que levantó una oleada de reacciones en su momento, hoy convive en armonía con el formato de papel, aunque sus promotores quieren ir un paso más allá, emulando al libro tradicional y quizá añadiéndole audio e internet. Porque el lector electrónico no ha conseguido desplazar al papel.

Clásicos contemporáneos, fenómenos mediáticos y distopías. Al margen de estas tendencias que marcan el futuro a medio plazo, el libro/autor, entendido en su sentido más clásico, continúa ocupando su puesto de honor. En estas dos últimas décadas, se han publicado nuevos títulos considerados ya clásicos contemporáneos (“Ébano”, de Kapuscinski; “Me llamo Rojo”, de Orhan Pamuk; “Austerlitz”, de W.G. Sebald; “Las correcciones”, de Jonathan Franzen; “2666”, de Roberto Bolaño...), se han reeditado joyas ocultas y han emergido nuevos autores que prometen. Y, junto a ellos, títulos mediáticos como la saga “Crepúsculo” o “Los juegos del hambre”, sin olvidar “Juego de tronos”, que parece estás obligado a leerlo si quieres estar en la onda. Títulos estos últimos que han venido reforzados por una impresionante campaña de marketing y su adaptación al cine y/o televisión.

En estas casi dos décadas de milenio hemos asistido a un proceso de globalización acelerado, al avance y expansión de la tecnología digital, a lo que se conoce como la era de la información, deterioro medioambiental, guerras sin fin, la llamada crisis de los refugiados, crisis económicas... Temas todos estos que, de una forma u otra, comienzan a tener reflejo en el mundo de las letras. No tanto en la narrativa de ficción, que parece necesita más distancia en el tiempo para abordar estos temas (todavía hoy, siguen apareciendo títulos nuevos sobre la Guerra Civil española o las dos guerras mundiales del pasado siglo), como en los ensayos, análisis y crónicas periodísticas en formato libro (de muchos de estos títulos nos hemos hecho eco en la habitual página de libros de 7K). No obstante, temas como la crisis económica, la era digital o el drama de los refugiados ya se están empezando a abordar también desde la ficción; lo mismo que las obras que, en la onda de Thoreau, fijan su mirada en el regreso a la naturaleza como contrapunto a la sociedad actual. Tanto que alguna editorial (Errata Naturae) ha abierto una colección específica y la edición de este año de Gutun Zuria se celebrará bajo el título “Regreso a la naturaleza. ¿Utopía literaria?”.

Y en estos tiempos de incertidumbre, la novela distópica vuelve a ganar terreno. Entre los títulos nuevos publicados estos últimos años podríamos mencionar: “Nunca me abandones” (2005), del Nobel 2017 Kazuo Ishiguro; “La carretera” (2006), de Cormac McCarthy; “Oryx y Crake” (2003), de Margaret Atwood; “La gran noche” (2004), de André-Marcel Adamek; “El círculo” (2013), de Dave Eggers; o “Trilogía de la guerra” (2018), de Agustín Fernández Mallo. Clones; parajes destruidos por un cataclismo; manipulación genética; un mundo en el que todos los servicios han sido privatizados; una mirada al próximo futuro digital omnipresente e invasivo... son algunos de los temas que abordan estas visionarias novelas.

Boom de la literatura nórdica. En 2009 se vivió el fenómeno Stieg Larsson y su famosa trilogía “Millennium”. Un año después, se habían vendido trece millones de ejemplares en el Estado español y en 2015, la cifra ascendió a 80 millones en todo el mundo. Las editoriales aprovecharon el tirón Larsson y se produjo lo que se conoce como el boom de la literatura nórdica. Centenares de autores escandinavos –de novela negra fundamentalmente– desembarcaron en las librerías y algunos de ellos se han convertido en auténticos best sellers. Nombres como Assa Larsson, Camilla Lackberg, Arnaldur Indridason o Mari Jungsted han entrado en miles de hogares que apenas tenían noticia de la existencia de esa literatura llegada del frío.

Hoy, transcurrido un tiempo desde ese “boom”, hay quien piensa que gracias a “Millennium” el género salió del gueto comercial, pero «se quedó apartado en lo literario». Otros, como Hélène Fischbach, directora del festival de Lyon Quais du Polar, considera que el exceso de títulos aparecidos durante años ha tenido un efecto perverso y hoy «los lectores han hecho una criba». ¿Criba de los lectores? ¿Nuevos intereses de la industria literaria? Lo cierto es que la moda ha pasado, el boom se ha desinflado. Lo que permite ver que hay otra literatura escandinava fuera de los focos mediáticos y del género negro. Ahí están autores como Knut Hamsun, Arto Paasilinna o Karl Ove Knausgård por citar solo algunos.

Auge de la novela negra. Lo mismo que las letras escandinavas siempre han estado ahí, a pesar de que durante mucho tiempo las editoriales del Estado español le han dado la espalda, con la novela negra pasa algo parecido: siempre ha tenido una legión de fieles seguidores, pero han sido muchos también los que la han considerado como un género menor. Clásicos imprescindibles como Jim Thompson, Dashiell Hammet, Raymond Chandler o James Ellroy llenaban los estantes de los amantes de este género, pero se quedaban ahí, en ese reducido círculo. En esta última década, sin embargo, las cosas han cambiado. Quizás haya contribuido a ello el desembarco de los autores nórdicos arriba mencionados, quizás el hecho de que «vivimos en un mundo en el que todo lo queremos rápido e inmediato y la novela negra es muy audiovisual» o, como comentaba recientemente Leonardo Padura en una entrevista en “GARA”, porque permite hablar de temas sociales. Lo cierto es que prácticamente todos los sellos editoriales cuentan con su propia colección; autores de culto como John Banville firman también novelas de este género (en este caso, bajo el seudónimo de Benjamin Black); en 2013, un autor de novela negra, Pierre Lemaitre, ganaba el exclusivo Premio Goncourt... Por ahora, parece que la novela negra, en todas sus versiones (de enigma, negra, policiaca, de suspense, thriller, psicológica, de terror...), ha venido para quedarse.