Amaia Ereñaga
la reivindicación de un colectivo marginado

El agote que se niega a olvidar

Madera, historia y mito. Los tres elementos confluyen en la escultura, la cabeza de un agote, que recibe a los visitantes en la entrada del parque-museo Santxotena de Bozate. Este barrio de Arizkun de apenas un centenar de habitantes, enclavado en medio de un Baztan de un verde paradisiaco, es donde vivía la última comunidad conocida de este colectivo, objeto de un auténtico apartheid durante siglos. Les marginaron no solo aquí, sino en valles como Ronkal o la zona de Donostialdea, como documenta «El orgullo de ser agote» (Erein), del escultor Xabier Santxotena y el filósofo Josu Legarreta. La palabra agote, por cierto, es un insulto. ¿Y ellos cómo se denominaban a sí mismos? «Auzokoak (del barrio)», responde el escultor, quien a toda costa busca evitar que esta historia quede sepultada por el olvido.