MIKEL INSAUSTI
CINE

«Downton Abbey»

La versión cinematográfica de la conocida serie televisiva es en realidad una continuación, o más bien el final para una historia que arrancaba en el periodo eduardiano y culmina en tiempos de crisis, exactamente en el año 1927. Así lo ha querido su creador Julian Fellowes, quien ha colaborado estrechamente con el realizador de televisión estadounidense Michael Engler, para quien escribió previamente el guion de la película “The Chaperone” (2018), según una novela de Laura Moriarty ambientada en los años 20, y que le habrá servido para irse haciendo al nuevo medio y a los largometrajes de época.

Julien Fellowes alcanzó su gloria máxima en el cine cuando escribió para el maestro Robert Altman “Gosford Park” (2001), que le valió un Óscar al Mejor Guion. Después adaptó para Mira Nair el clásico literario de Thackeray “La Feria de las vanidades” (2004) y para el quebequés Jean-Marc Vallée “La reina Victoria” (2009). Desde entonces no ha vuelto a estar inspirado en sus libretos para la pantalla grande, con descalabros como “The Tourist” (2010) de Florian Henckel Von Donnersmarck, el “Romeo y Julieta” (2013) de Carlo Carlei; o “La casa torcida” (2017), una adaptación indigna de la novela homónima de Agatha Christie, realizada por Gilles Paquet-Brenner. Reveses de los que se liberó refugiándose en su trabajo para la pequeña pantalla con “Downton Abbey” (2010-2015) durante casi seis años que dieron para seis temporadas que sumaron un total de 52 episodios.

El grueso inicial se centraba en la primera década del siglo XX, para pasar al hundimiento del Titanic en 1912, o al estallido de la I Guerra Mundial, sin olvidarse de la independencia de Irlanda y el periodo de entreguerras, para terminar a mediados de los años 20. El núcleo argumental lo constituían los problemas hereditarios de la familia Crawley, Condes de Grantham, y dueños del enorme castillo o mansión situada en la ficción en Yorkshire, aunque en realidad se trata del castillo de Highclere en Hampshire.

Personalmente, la serie de Fellowes siempre me pareció un calco del clásico televisivo británico “Upstairs, Downstairs” (1971-1975), una creación de Jane Marsh y Eileen Atkins que conocimos en su versión doblada como “Arriba y abajo”, y que escenificaba las diferencias de clases existentes entre la aristocracia y su servicio en la época eduardiana.

En lo que a la suerte que corrían sus personajes principales hay que recordar que la serie acababa bien, porque quien más quien menos, todos encontraban su estabilidad. Lady Mary se hacía con el control de Downton Abbey, mientras su hermana Lady Edith se convertía en magnate de la prensa. Eso en cuanto a los de arriba, pues abajo Anna Bates, doncella de Lady Mary, encontraba su felicidad como madre.

Pese a que se supone que entre el final del programa y el arranque de la película ha transcurrido poco más de un año, el fantasma de la crisis y la futura Gran Depresión se cierne sobre el clan Crawley, con lo que sobreviene un goteo de despidos del personal doméstico. Hasta Lady Mary se plantea abandonar la costosa hacienda, siendo Anna Bates la que le aconseja resistir.

La situación parece remontar cuando se anuncia la visita real de la reina Mary y el rey George V, lo que propicia el regreso del mayordomo Carson, que ya se había jubilado. Sin embargo, en su intento de reflotar Downton Abbey se topará con un fuerte competidor en la persona del mayordomo real. Menos mal que la vieja condesa Crawley no se deja intimidar y no duda en aplicar sus cáusticos comentarios a los mismísimos monarcas.

La interpretación de esta figura decana permite a Maggie Smith apropiarse de la función, liderando el extenso y brillante reparto británico, a excepción de la estadounidense Elizabeth McGovern, que repite en su rol de la millonaria extranjera que aportó dinero mediante su boda con el cabeza de familia encarnado otra vez por Hugh Bonneville.

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